Universidad de Buenos Aires
Resumen:
La película “Estado Mental” está situada en los años 50, en dónde la psiquiatría se basaba principalmente en técnicas como el electrochoque para tratar a las personas con padecimiento mental. En este contexto, el film presenta a Alan Stone, un personaje que dedicó su vida a trabajar en las intersecciones entre la ética, el derecho y la psiquiatría y lo hace jugar con la experimentación llevada adelante por el psicólogo Milton Rokeach: juntar a tres pacientes con esquizofrenia paranoide que alegan ser Jesucristo y estudiar sus interacciones. En la película, la lucha de egos y la puja por el poder y el reconocimiento de la comunidad psiquiátrica trastocan y desestabilizan el tratamiento basado en la ternura que propone el médico protagonista deviniendo en fatídicos resultados. Sin embargo, no hay que olvidar que ésta parte es un conveniente giro de la trama que lleva a minimizar la reflexión sobre las cuestiones éticas que tal experimento supone.
Palabras clave: Psiquiatría | Experimentación | Manicomio | Ternura
Tenderness as an Ethical Foundation in the Face of Madness
Abstract:
The movie "State of Mind" is set in the 1950s, where psychiatry relied primarily on techniques such as electroshock to treat people with mental illness. In this context, the film introduces Alan Stone, a character who dedicated his life to working at the intersections between ethics, law and psychiatry, and makes him play with the experimentation carried out by psychologist Milton Rokeach: bringing together three patients with paranoid schizophrenia claiming to be Jesus Christ and studying their interactions. In the film, the struggle of egos and the bid for power and recognition by the psychiatric community disrupt and destabilize the treatment based on tenderness proposed by the leading doctor, resulting in fateful results. However, it should not be forgotten that this part is a convenient plot twist that leads to minimizing reflection on the ethical issues that such an experiment entails.
Key Words: Psychiatry | Experimentation | Asylum | Tenderness
Introducción
El cine, puede ser considerado un negocio, una actividad industrial, un medio de difusión de ideas, entre otras, pero una de sus características más importantes es ser una expresión artística que permite converger realidades o personas en situaciones extravagantes y descabelladas e invitar al espectador a un mundo ficcional en el que pueda reflexionar tanto sobre los elementos aislados presentados, como sobre el interjuego que se da entre ellos (Prado, 2001). La película “Estado Mental” es un ejemplo de esta cualidad únicamente posible en el mundo cinematográfico, ya que propone la interacción supuesta de un médico real, con una investigación, también real, pero de la que él nunca formó parte.
Es tanto la figura del Dr. Alan Stone, como el caso de “Los tres Cristos de Ypsilanti” llevado adelante por el psicólogo social polaco Milton Rokeach lo que converge en la frase “basada en hechos reales” que se presenta en la pantalla grande. La investigación mencionada consistió en juntar a 3 personas con esquizofrenia paranoide que se creían Jesucristo. Los acontecimientos fueron plasmados en un libro llamado “Los tres Cristos de Ypsilanti”, publicado en 1964.
La narrativa fílmica desarrolla una respuesta posible ante la pregunta: ¿Qué hubiese hecho un personaje comprometido profundamente con la ética y la violencia en la medicina como fue el Dr. Stone, ante una investigación riesgosa, y por lo tanto cuestionada desde la ética, como fue la desarrollada en el hospital psiquiátrico?
En este contexto ficcional, que nuclea dos hechos radicalmente disímiles, Jon Avnet, director del film ofrece al espectador imágenes que podrían leerse desde el paradigma de la ternura, el buen trato y el miramiento, conceptos propuestos por el psicoanalista argentino Fernando Ulloa.
Desarrollo
Hechos reales y elementos ficcionales
Como se mencionó anteriormente, la posibilidad de la industria cinematográfica permite hacer jugar variables que no coinciden necesariamente en el espacio tiempo. En esta oportunidad la pantalla grande le permite al espectador visualizar un trato más humanizante y más ético en una experimentación cruel. Sin embargo, muchas escenas de la película quedan “descolgados” o “confusos” si no se conocen los hechos verídicos, por lo que a fin de enriquecer la experiencia fílmica a continuación se arrojará luz sobre los sucesos efectivamente acontecidos y sobre aquellos que fueron agregados de manera ficcional para adornar el relato audiovisual.
En primer lugar, el hospital Ypsilanti, efectivamente es un hospital psiquiátrico que se encuentra en el Estado de Michigan. Fue inaugurado en 1931 y tal como se muestra en una escena pasajera de la película, al momento en que se llevó a cabo la experimentación con los tres Cristos, había tan solo 5 psiquiatras atendiendo.
En efecto, es real la figura del Dr. Alan Abraham Stone, representado por el actor Richard Gere fue un médico psiquiatra estadounidense nacido en 1929 y que murió en el año 2022. Sus trabajos se relacionan con la ética médica y su intersección con la ley, específicamente se interiorizó sobre la violencia tanto médica como legal.
Sin embargo, quién llevó adelante la investigación conocida como “los tres Cristos de Ypsilanti” fue el psicólogo social polaco Milton Rokeach. Tal investigación ocurrió en ese hospital desde 1959 hasta 1961. Los participantes de la investigación fueron denominados de la misma manera en que aparecen en la película: Joseph (Peter Dinklage), Leon (Walton Goggins) y Clyde (Bradley Whitford). Asimismo, los delirios de Joseph Cassel se relacionaban con Inglaterra y los de León con la “energía cósmica” como puede verse en la segunda sesión grupal, presentada a partir del minuto 33:00.
Efectivamente, los acontecimientos mencionados ocurrieron también en el pabellón D-23 del hospital, como lo muestra la película.
No hay registros de que Rokeach y Stone hayan entrado en contacto, sino que la posibilidad de que un experto en ética y violencia médica desarrolle una investigación de tales características sólo es posibilitada por la industria del cine. Siguiendo la misma línea, no hay referencias respecto de un/a psicólogo/a que ayudara en la investigación. Sin embargo, la aparición del personaje de Becky (Charlotte Hope) demuestra que la incumbencia profesional del psicólogo radicaba en aquellos años en ser el auxiliar del médico (Ferrero, 200)
Efectivamente, Milton Rokeach estaba casado y tenía dos hijas. Sin embargo, su esposa se llamaba “Sue” y no “Ruth” como se muestra en la pantalla grande. De hecho, “Ruth” era una de sus niñas, las cuales se llevaban 3 años de diferencia entre sí.
En el minuto 30:45 de “Estado Mental” puede verse la antesala de un juego que tendrá lugar en el minuto 42:51; en éste, el Dr. Stone “juega” a confundirse a sus hijas, hecho que le ocurre realmente al psicólogo Milton Rokeach y que describe en su libro. La verdadera escena empieza por un error del padre al nombrar a sus hijas que se estaban peleando. Ellas entienden esto como un juego hasta que una de las niñas siente la necesidad de cerciorarse de que tal confusión no está ocurriendo. La respuesta del adulto fue “no, es de verdad”. Aparentemente el juego continúa hasta que las niñas deciden parar. Esta vez, es respetada su decisión. La escena total dura 10 minutos. Milton Rokeach usa esta narración familiar para explayarse sobre los efectos de “violar una de las creencias primitivas” como es la identidad.
Podría pensarse que es ésta escena lo que inspira la investigación llevada adelante en el hospital. ¿Qué pasaría si ponemos en diálogo a 3 personas que creen que tienen la misma identidad? ¿Cuál sería el resultado de conmover una de las “creencias primitivas” fundantes del psiquismo como es la de la identidad? Los pacientes que participan en la experiencia ¿están en condiciones de posibilidad de solicitar la interrupción del experimento tal como hicieron las hijas del doctor? ¿Se los escucharía?
Consideraciones Éticas
El componente “pintoresco” de la película “Estado Mental” radica en ubicar a un personaje preocupado por las consideraciones éticas en psiquiatría en un experimento muy cuestionado por el hecho de suponer que la alteración de ciertas facultades mentales reduce la noción de “hombre” a un simple cuerpo biológico. La locura no implica la desaparición de la humanidad y del sufrimiento inherente a esta condición (Badiou, 2000).
En el libro publicado en 1964, Milton Rokeach expone que su objetivo al juntar a estas tres personas en el mismo pabellón era “explorar los procesos de cambio de los delirantes sistemas de creencias y de conducta que podían darse si se les obligaba a enfrentarse a la mayor contradicción imaginable en un ser humano: que más de una persona reclame su identidad” (p. 15). Al día de hoy, este objetivo atentaría contra el Derecho a la autodeterminación de las personas que participan en investigaciones médicas (Declaración de Helsinki, 1964)
Es necesario destacar, que tal experimentación se realizó antes de la sanción de los Principios de la ONU sobre la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental (1991), la Declaración de la UNESCO sobre bioética y Derechos Humanos (2005) e incluso antes de la Declaración de Helsinki (1964) la cual establece específicamente los principios éticos para las investigaciones en personas.
En varios fragmentos de la película, puede verse que superiores al Dr. Stone, por ejemplo Bill Salas, interpretado por Stephen Root o la Dra. Abraham encarnada en la actriz Jane Alexander apelan a la conciencia del protagonista respecto de qué hacer con la investigación y no a consensos internacionales. Esto no habría sido posible si tales acontecimientos se hubieran dado unos años después ya que la Declaración de Hawai, en su artículo 4 establece que “el deber del médico es promover y velar por la salud, bienestar y derechos de los pacientes, incluidos los que participan en la investigación médica. Los conocimientos y la conciencia del médico han de subordinarse al cumplimiento de este deber”
Es curioso reflexionar sobre el devenir moral de Milton Rokeach al continuar con este trabajo ya que él mismo denominó la situación como “la mayor contradicción inimaginable” haya decidido seguir adelante con la misma, aún cuando había investigaciones previas no habían terminado en la mejoría de muchos pacientes, sino lo contrario (Rokeach, 1964). Proseguir con tal contradicción hoy sería inviable ya que la Declaración de Hawai establece que las investigaciones “deben apoyarse en un profundo conocimiento de la bibliografía científica”, aspecto no contemplado en el protocolo sobre el que se está reflexionando.
El mismo polaco dice en su libro “Asusta pensar en lo que podría pasar si se prolongan. Por ejemplo, ¿qué le pasaría a un niño si el juego de cambiar de nombre durase, digamos, una semana? Solo podemos suponer las consecuencias: pérdida de la identidad, derrumbe del sistema entero de creencias y en el peor de los casos, destrucción esquizofrénica de la personalidad” (p. 43). Asimismo, una página después menciona, “Los científicos sociales no pueden, por razones éticas, llevar a cabo “experimentos de control mental” o quebrantar creencias primitivas en niños o incluso adultos durante períodos prolongados de tiempo” (p.44)
Si bien la publicación del libro fue unos años posteriores a la investigación, podría preguntarse ¿Qué evidencia había que tal estrategia pudiera aliviar el padecimiento mental de la esquizofrenia? ¿Cuál fue el aval ético para la investigación siendo que situaciones anteriores no habían terminado favorablemente? Si sabía lo peligroso que podía ser… ¿Por qué siguió adelante? Cabe destacar, siguiendo la línea que se mencionaba anteriormente, que no había legislación vigente que limitara el accionar de este tipo de sucesos ya que el Protocolo de Estambul, que es aquel documento ético por excelencia que regula la investigación fue presentado en las Naciones Unidas varias décadas después (2001)
De hecho, tal como se muestra en la película, el verdadero Leon Gaber pidió no volver a las sesiones tras la primera por haberla considerado una “tortura mental” (Rokeach, 1964), lo cual habla del nivel de sufrimiento subjetivo que tuvieron las personas involucradas durante la primera sesión.
La encerrona Trágica de Joseph, Clyde y León y su tercero de apelación
A pesar de lo dicho anteriormente, si nos permitimos adentrarnos en el universo que propone la historia; si habilitamos la pregunta “¿Qué habría hecho el Dr. Alan Stone si hubiese tenido que participar en este caso sin una normativa legal que lo oriente? podríamos pensar en las conceptualizaciones del psicoanalista argentino Fernando Ulloa y reflexionar sobre las consideraciones éticas que el “paradigma de la ternura” propone.
El concepto de “encerrona trágica” surgió a partir de su trabajo en el área de Derechos Humanos. Ulloa la define como “la situación donde la víctima depende por completo para dejar de sufrir o para sobrevivir de alguien a quien rechaza totalmente.” (Ulloa, 1995, p 133). ¿Podría pensarse que Joseph, Clyde y Leon se encuentran en esta situación al estar en una institución de encierro, sometidos a electrochoques y sin respuestas del Dr. Orbus? ¿Quién podría constituirse como el tercero de apelación para estas personas siendo que aún no estaban sancionados todas las reglamentaciones éticas que se han mencionado hasta este punto?
A lo largo de la película puede verse el nivel de rechazo que tienen los tres pacientes psiquiátricos con el Dr. Francisco, médico psiquiatra al que se refieren como el “Chico Choque”, ya que es el encargado de ejecutar los electrochoques. Tal nivel de sufrimiento queda enunciado en el discurso de Joseph hacia el Dr. Orbus al final de la película (1:32:00) cuando reproduce las siguientes líneas: ¿Puede hacerme desaparecer? Cada vez que desee puede enviarme electricidad al cerebro, sujetarme, enviarme veneno a las venas, hacerme olvidar como me llamo y ahora no hay nadie para protegerme”
Ante esta situación atroz, cuyos efectos siniestros propician más la enfermedad que la salud, aparece el médico protagonista de la película con un enfoque innovador: un buen trato ya que es imperativo conservar la idea de que la subjetividad siempre es posible (Badiou, 2000). A lo largo del film, pueden verse intervenciones que, desde las teorizaciones de Ulloa, son productoras de subjetividad, y por lo tanto, direccionadas a la cura de los pacientes, como puede ser permitirles la elección de quién coordina la sesión sometiendo a votación el usuario de “la silla del presidente” (44:40)
Fernando Ulloa (1995) establece que la palabra “tratamiento” deriva del “buen trato” y éste último no es posible sin ternura. Para Ulloa, la ternura, lejos de ser un concepto que refiere a lo “naif”, es un término muy potente que propicia la subjetividad de quien es mirado. De hecho, el psicólogo argentino establece el término “miramiento” para este hecho, mirar con ternura, mirar al otro en tanto otro en su singularidad. ¿Cómo puede jugarse la ternura y el miramiento en una experimentación tan cruel como la que se está llevando a cabo?
Algunas escenas pueden ser pensadas en este aspecto, por ejemplo, la forma en que el Dr. Stone se acerca a Clyde en el minuto 39:33 para que logre salir de la ducha, el quedarse sentado al lado de León hasta que se le pase su agitación y bromear con él (minuto 54:43), o cuando le repone los anteojos rotos a Joseph en la escena que acontece en el minuto 44:02 del film. Todas estas intervenciones humanizan a los sujetos y consiguen formar lazos entre los participantes y el Dr. Tal es el lazo transferencial que deviene del abordaje de la ternura, que cuando el Dr. Stone es corrido de su puesto, podría pensarse que el personaje de Joseph se siente corrido de su lugar de sujeto y desplazado hacia el lugar de lo que Lacan llama objeto resto, objeto a y realiza un pasaje al acto tirándose de un campanario.
Por lo tanto, cabría revalorizar la ternura como fundamento de los tratamientos en personas con padecimiento mental ya que, incluso en experimentos crueles y poco éticos, arroja luz sobre la producción de subjetividad
Conclusión
La película “Estado Mental” (2017) se caracteriza por ser una expresión artística de la industria cinematográfica que conjuga dos hechos reales pero no enlazados e inventa una salida posible: instaurar la ternura en instituciones de encierro como los hospitales monovalentes
Asimismo, esta película es también una manifestación de la cultura institucional que rodea las instituciones de encierro manicomiales en una época en la que no se habían desarrollado aún lineamientos éticos internacionales para el tratamiento o investigación de las personas con padecimiento mental
El paradigma de la ternura e intervenciones tiernas son las que guían el tratamiento de los tres cristos a lo largo de la hora cuarenta y ocho que dura la película. El miramiento propuesto por el Dr. Stone es el que posibilita la construcción de una transferencia médico-paciente que se rompe abruptamente cuando el doctor protagonista es removido del cargo y reemplazado por el Dr. Orbus, alguien que parece interesado más en el prestigio académico que en los pacientes, lo cual parecería impedirle ser capaz de interpretar lo que Joseph le intenta decir al preguntarle “¿Dónde están sus brazos? (1:33:00), escena que termina con un pasaje al acto de parte del paciente y una investigación judicial que los involucra.
Podría pensarse que la experimentación de reunir a los 3 Cristos que es representada en este film, junto con otras, como por ejemplo la de Milgram, son las que dieron pie a la sanción de las reglamentaciones éticas de la ONU y la UNESCO para regular el ejercicio de las profesiones de psiquiatría y psicología en función del respeto de los Derechos Humanos de las personas con padecimiento mental.
Si bien investigaciones de este estilo ya no serían viables, “Estado Mental” permite difundir la idea de la ternura y del buen trato como intervención posible productora de subjetividad plausible de causar mejoras en pacientes internados por trastornos mentales graves y un aspecto ético transversal de toda investigación a tener en cuenta.
Referencias:
Badiou, A. (2000). Ética y psiquiatría. En Reflexiones sobre nuestro tiempo. Ediciones del Cifrado, Buenos Aires, 2000.
Ferrero, A. (2000). La ética en psicología y su relación con los Derechos Humanos. Dialnet Fundamentos en humanidades. Nº. 2, 2000, págs. 21-42. ISSN 1515-4467. Disponible en : https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1280363
Nuccete Rios, E. (2009) Derechos Humanos y Psiquiatría. Capítulo Criminológico Vol. 32, Nº 2, Abril-Junio 2004, 217-231. ISSN: 0798-9598.
UNESCO-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2005) Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos.
ONU (1991) Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental.
ONU (2001). Protocolo de Estambul. Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Prado, A. (2001) Cine como medio de comunicación. Disponible en: https://dadun.unav.edu/handle/10171/35977
Rokeach, M. (1964) Los tres Cristos de Ypsilanti. Impedimenta
Ulloa, F. (1995) Novela Clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica. Paidós.
NOTAS
FORUM
La película “Estado Mental" ofrece una visión crítica y detallada, explorando los temas éticos, psicológicos y médicos que surgen a lo largo de la trama. A medida que se va profundizando en las observaciones, surgen reflexiones esenciales sobre la relación entre la investigación médica y la ética, así como la importancia de la ternura en la atención a personas con trastornos mentales graves.
El autor del texto cuestiona la película en términos de precisión histórica y destaca la falta de referencias y citas específicas para respaldar sus afirmaciones. Esta crítica subraya la importancia de la rigurosidad académica y la veracidad en cualquier análisis, especialmente cuando se abordan cuestiones éticas y médicas.
Se destaca cómo la película se sitúa en una época en la que no existían las regulaciones éticas actuales y cómo los experimentos como el representado en la trama serían inaceptables hoy en día.
La noción de ternura como elemento crucial en el tratamiento de personas con trastornos mentales se presenta como un punto central en el texto. Este enfoque destaca la importancia de tratar a los pacientes con humanidad y respeto, independientemente de su condición mental.
Se tendría que recordar la necesidad de abordar con rigor y responsabilidad los temas éticos y médicos, al tiempo que destacar la importancia de mantener la humanidad y la ternura en la atención a las personas con trastornos mentales. El cine puede ser una poderosa herramienta para plantear y debatir estas cuestiones críticas en nuestra sociedad.
Me parece muy interesante traer a la reflexión el concepto de Ulloa de encerrona trágica reflejado mediante las instituciones manicomiales de la época. En este punto, es relevante destacar como el film deja entrever ese síndrome de violentación institucional, por ejemplo, en la escena que Joseph es electrocutado ante una “crisis” y relata que el mismo desaparece. De esta manera, dicha violencia permite apreciar cómo se genera una intimidación sorda por parte de los no-sujetos implicados, donde los mismos no tienen un lugar para producir ni reconocer sus discursos, y sus identidades quedan abolidas al punto de confrontación máxima con el objeto a lacaniano. Es así, como la alienación (producto de la violencia) genera que los sujetos solo estén allí, sin su ser, sin posibilidad de expresar sus singularidades, y dejando por fuera la subjetividad de los mismos, lo cual se ve desarrollado a lo largo del film ante la obligación de diversos tratamientos y terapias de electroshocks.
Además, quiero destacar como el film trastoca el tema de la identidad, que es otro aspecto resaltar sobre todo por las huellas que recorre en nuestro país. Donde el derecho a la identidad retoma algo de la posición ética ante cualquier tratamiento posible, y en las cuales diversas subjetividades pueden alojarse desde un lugar inédito experimentando lo más íntimo y singular en la particularidad epocal. Ante este panorama, proponer retomar el concepto de ternura (Ulloa) es fundamental para producir aquellas singularidades, para salir de aquel síndrome cíclico de la violencia instaurada culturalmente, y lograr apreciar algo de la subjetividad de los sujetos, a través de detalles como por ejemplo el miramiento. Esto, creo que es lo primordial a tener en cuenta en la actualidad, en lo que respecta a los efectos y a la potencia clínica de nuestra praxis, como también la posición inédita que ocupa el lugar de analista.
Como primera medida, me sale manifestar cuan clara fue la exposición manifestada acerca de historias reales mezcladas en el film, y cuan rica y clara fue esa descripción, así como también las aclaraciones de las ficciones allí mostradas. Segundo, manifestar lo interesantemente planteado que se encuentra el concepto de la ternura de Ulloa. Cuando me acerque a esta película, primeramente, desde mi interés como estudiante de psicología, me surgió este concepto, que me pareció sumamente atractivo per-se. Me llamo la atención poder linquearla con la Película Nice, el corazón de la locura, y como desde ambas (salvando las distancias tanto de tiempo como de espacio y contexto) se trata de humanizar al paciente. Algo de ponerse en el lugar del otro, algo de darle entidad de "otro", de poder entender hasta qué punto se vive en otras realidades: pero aun así se vive.
Otro concepto trabajado en la película que me llamo la atención es la mentira utilizada por el doctor Alan Stone. Mintiendo acerca de las cartas que escribía: solo mentía o usaba algo de esa falsa identidad que el quería develar en sus pacientes? Cuanto creyó que esa falacia servía terapéuticamente? Cuanto necesitaba usar esa identidad falsa en post de probar una cura? Cuanto se acerca a un tipo cura ó en que punto se llega a sentir él el cuarto Dios? Algunas preguntas que todavía me resuenan y sigo buscando acércame a la clarificación.
Muy interesante el artículo, para pensar el entrecruzamiento entre el quehacer profesional y su relación con las normas. No obstante, creo que esta es una lectura rica, para articular aquello que hace a la orientación ética de las intervenciones.
Como psicoanalista, me parece crucial poder situar dos aspectos que surgen de este artículo como disparadores para abordar asuntos que competen a nuestro discurso:
1) La posición del analista.
2) La diferencia entre Realidad Psíquica y Realidad Objetiva.
Con respecto al primer ítem, creo que la prudencia en el proceso de construcción de un diagnóstico de estructura es nodal. Esto no implica quietud, pero sí situar que si bien no hay cálculo en ninguna intervención que permita vislumbrar los efectos, tenemos una orientación por la vía de no facilitar maniobras transferenciales que arrojen al sujeto al puro agujero. He aquí la relevancia que tienen las entrevistas preliminares, para ir situando esto.
En segundo lugar, la lectura que aquí se realiza con respecto a la sucesión de hechos verídicos que no se corresponden con exactitud con la trama ficcional del film, es precisamente uno de los obstáculos que el propio Freud encuentra en su recorrido clínico y teórico. Claro es el ejemplo de la conceptualuzación del trauma en Freud, como efectivamente acontecido en el inicio de su obra, o bien, como compuesto por elementos de la fantasía. Si bien esta temática es muy conocida en la academia, es frecuente escuchar a colegas en diversos ámbitos, interrogándose con dicho obstáculo. El Principio de Realidad también está presente, y en alguna medida el psicoanalista no debe desentenderse de él por completo. De hecho, las incumbencias del ejercicio profesional, traen aparejado para el psicoanalista, un hacer posible con las normas (no es sin la norma) pero intentando a la vez, no dejar subsumido al sujeto a la literalidad de la letra de éstas. Es en esa complejidad que el psicoanalista encuentra su función, en cada caso.
Me parecía interesante mencionar estos aspectos, porque hacen a la lectura que se orienta con el método ético clínico
Película:Estado mental
Título Original:Three Christs
Director: Jon Avnet
Año: 2017
País: Estados Unidos
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