Departamento de Ciencias Económicas. Universidad Nacional de La Matanza
Resumen
El presente escrito forma parte de una investigación más amplia, que se desarrolla en el Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de La Matanza, bajo el nombre “Recursos audiovisuales para la transmisión de complejidades bioéticas en el ámbito de la ciencia y la tecnología” bajo la dirección de la Dra. Elizabeth Ormart (Proyecto PROINCE 55 B-240 2023-2024). El objetivo de este trabajo es evidenciar la génesis de los métodos científicos en la baja Edad Media que dieron origen a las ciencias en el renacimiento bajo la representación particular que exhibe la película El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986), del ambiente intelectual y de debate que plantea la novela original El nombre de la rosa (Umberto Eco, 1980) en la cual se basa la película en la cual se retrata los conflictos que presentan los esquemas de pensamiento científico que se plantean en torno al siglo XIV en Europa.
Palabras Clave: Bajo medioevo | Método científico | Occam-Aristotelismo
The Dawn of Modern Science Through Cinema and Its Representation
Abstract:
This writing is part of a broader investigation, which is being developed in the Department of Economic Sciences of the University of La Matanza, under the name “Audiovisual resources for the transmission of bioethical complexities in the field of science and technology” under the direction of Dr. Elizabeth Ormart (PROINCE Project 55 B-240 2023-2024). The objective of this work is to demonstrate the genesis of scientific methods in the late Middle Ages that gave rise to the sciences in the Renaissance under the particular representation exhibited by the film The Name of the Rose (Jean-Jacques Annaud, 1986), of the intellectual and debate atmosphere raised by the original novel The Name of the Rose (Umberto Eco, 1980) on which the film is based, which portrays the conflicts presented by the schemes of scientific thought that arise around the 14th century. in Europe.
Keywords: Late Middle Ages | Scientific Method | Occam-Aristotelianism
Introducción
La película El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986, Alemania del Oeste (RFA [1])) recrea un momento particular –el siglo XIV– ubicado en la baja Edad Media (Romero, 2014 [1949]), período histórico que abarca desde la segunda mitad del siglo XIII hasta finales del siglo XV, en el cual transcurre la crisis del orden medieval, la cual cobra relevancia y hace evidente sus signos durante el siglo XIV y que prefigura cambios notales en el pensamiento y cosmovisión de la época anticipando lo que posteriormente se definirá como pensamiento característicamente moderno (Romero, 2014 [1949]).
La época histórica de la baja Edad Media, desde el punto de vista del desarrollo del método científico, representa la irrupción del movimiento empirista en la segunda mitad del siglo XIII impulsado por Roger Bacon y que a su vez en el pensamiento escolástico era representado tanto por Juan Duns Scoto y Guillermo de Occam, para quienes “(…) admitiendo la fe como único y sólido fundamento del conocimiento de Dios, exigía para el de la realidad un conocimiento directo basado en la observación y experiencia” (Romero, 2014 [1949], p.199), lo cual suponía una demarcación clara entre teología y filosofía, de manera que los “los nominalistas que seguían las huellas de Occam podían lanzarse a la investigación de la naturaleza –esto es, de lo que Dios no había revelado–, y así hubo en los siglos XIV y XV notables aportaciones en el campo científico” (Romero, 2014 [1949], p.200).
En el plano estrictamente geográfico, la película acontece en las instalaciones de una abadía benedictina, lo cual marca las condiciones de posibilidad del sistema de ideas, cultura, valores y hábitos que caracteriza a la iglesia católica en la baja Edad Media latina (Eco, 1985, 1987, 2012) y su contraposición con los avances en materia del método científico por parte de los seguidores de Occam, condiciones que explican que todo conocimiento científico es producto en parte tanto del contexto de descubrimiento como del contexto de justificación planteados por Hans Reinchenbach (Klimovsky, 1994)
Guillermo de Baskerville como metáfora del método científico
La película por su parte, transmite la tensión entre el paradigma de conocimiento científico imperante desde la antigüedad por parte del Aristotelismo, manifestado en el geocentrismo que durante trece siglos había ocupado la cosmovisión occidental y que define claramente el modo de pensar y hace ciencia hasta bien entrado el siglo XV (Moledo y Magnani, 2006), y trae a cuenta desde sus primeras escenas la forma de hacer y pensar la ciencia en el siglo XIV por parte de uno de sus protagonistas –el fraile franciscano Guillermo de Baskerville [2]– cultor del mismísimo Occam por él declarado, y que en base a un procedimiento de corte inductivo empirista establece la dirección en que había huido el caballo preferido del abad llamado Brunello.
Por su parte, Aristóteles había definido en su epistemología que todo fenómeno debe ser comprendido en base al estudio de sus causas, ya sean estas formal, material, eficiente y final (Pérez Tamayo, 1993), por cuanto según este autor:
(…) las causas materiales y eficientes son obvias, sobre todo cuando se sigue el ejemplo aristotélico de una estatua (material=mármol; eficiente= la idea de estatua en la mente del artista), mientras que las causas formales y finales son menos aparentes y requieren cierta clarificación. Las causas formales se refieren a la esencia de los objetos, a su forma (impuesta en la hyle o sustrato esencial de las cosas): o a la unión misma entre la hyle y su forma sobreexpuesta, que no era necesariamente una morfología específica, sino que podía ser también una temperatura, un color, o una textura diferente. Las causas finales son algo aparte que todos nosotros conocemos muy bien pero que formalmente tratamos de evitar. Aristóteles las caracterizó como la actualización de propiedades potenciales, lo que hoy nadie podría rechazar en principio, especialmente si aceptamos que todos los organismos biológicos contenemos un programa que define y delimita, en términos genéricos y quizás no importantes a nivel individual, pero definitivos entre poblaciones distintas, no solo lo que somos, sino también lo que podemos llegar a ser. (Pérez Tamayo, 1993, p.24).
Claramente si se observa en la escena en la película antes mencionada, el proceso de la determinación de la dirección de huida del caballo del abad por parte del fraile Guillermo de Baskerville, este emplea un método de análisis e investigación basado en el razonamiento inductivo basado en la observación y en el encadenamiento de los distintos hechos que explican la dirección que habría tomado el caballo en su huida (pisadas del animal frescas en la nieve, fragmentos de su crin de pelo negro observados a cierta altura de los arbustos que flanqueaban el sendero por el cual transitaban el fraile y el novicio benedictino que lo acompañaba –Adso de Melk– de camino a la abadía) que remiten tanto a Roger Bacon como a Guillermo de Occam, sin aplicar la noción de causalidad aristotélica que todavía mantenía adeptos en pleno siglo XIV, y que a través de la explicación teleológica –por la cual las cosas existen porque la causa final (el telos) así lo proyecta y exige– explicación de la existencia y desarrollo de los fenómenos naturales muy popular entre los comentaristas medievales de Aristóteles, y de los partidarios de la Naturphilosophie del siglo XIX (Pérez Tamayo, 1993).
En relación también con la escena de la huida del caballo del abad, surge la noción de conformación de una determinada teoría, y asociada a esta la noción de hipótesis. Gianella (2004) define a una teoría en el campo de las ciencias fácticas como “el conjunto de enunciados de distinto tipo conectados por relaciones de compatibilidad e implicación, que pretende comprender y explicar un determinado dominio de la realidad” (p.46), y para ilustrar dicha definición en torno a la escena mencionada, el fraile Guillermo de Baskerville expone su teoría que explica la dirección de huida del caballo a su novicio Adso de Melk, que si bien el fraile no había observado directamente al animal, si había podido observar las huellas y evidencia empírica que había dejado en su camino, lo que le permitió elaborar su teoría y entender la dirección del sendero por el que se había dirigido. En la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, Guillermo de Baskerville hace gala de su adhesión al empirismo en el siguiente fragmento y del procedimiento por el cual elabora sus teorías (Eco, 1985, p.32):
–Mi querido Adso– dijo el maestro–, durante todo el viaje he estado enseñándote a reconocer las huellas por las que el mundo nos habla como por medio de un gran libro. Alain de Lille decía que [3]:
Omnis mundo creatura
Quasi liber et pictura
Nobis est in speculum
En cuanto a la prueba de una teoría, en la película, Guillermo de Baskerville aplica el razonamiento inductivo en numerosas ocasiones, especialmente en la explicación de lo sucedido en cada una de las muertes acontecidas en la abadía a partir de hechos provenientes de la base empírica – entre otros la ventana cerrada desde afuera que invalida la teoría del suicidio y la huella que imprime el zapato en la nieve cuando se acarrea el cuerpo de una persona fallecida caminando hacia atrás, en el caso del primer monje asesinado). Pero para desarrollar la noción de prueba de una teoría es necesario definir el concepto de hipótesis, el cual según Gianella (2006) “son enunciados que se toman como verdaderos provisoriamente, y deberán ser confrontados con la realidad a través de sus consecuencias” (p.93). Toda teoría entonces requiere para su convalidación que una hipótesis pruebe su condición de verdadera o no.
Por último, la metodología que aplica Guillermo de Baskerville hace uso de lo que se conoce como “modelo clásico de la ciencia”, propuesto por Aristóteles en el siglo IV AC, del cual adhirieron los empiristas ingleses en los siglos XVII y XVIII y que fuera desarrollado a partir de la obra Novum Organum por parte de Francis Bacon. Este modelo se constituye en tres momentos; el primero consiste en el relevamiento de datos del modo más preciso y exhaustivo posible a partir de los hechos disponibles; en un segundo momento se procede a buscar las propiedades comunes que presenten los datos correspondientes a esos hechos y que darán lugar a la formulación de regularidades o enunciados generales; y por último, el tercer momento que consistirá en la aplicación de las leyes y teorías para explicar y predecir nuevos hechos mediante deducciones Gianella (2006).
El dilema de la verdad en su condición de creencia y de prueba
En la película El nombre de la rosa, se hace visible cierta tensión manifiesta en su protagonista, el fraile Guillermo de Baskerville cuando en el desarrollo de su pesquisa dirigida a averiguar el autor de los crímenes producido en la abadía se encuentra con su doble condición de fraile franciscano que aplica el método científico y su búsqueda por la verdad –la identidad del autor material e intelectual de los crímenes acontecidos– y su condición previa de miembro de un tribunal de la Inquisición, roles que colisionan en la misma persona y establecen un entredicho acerca de la verdad como condición última y necesaria que impulsa la investigación científica, que entra en contradicción con el rol del inquisidor que solo buscará pruebas en pos de demostrar los supuestos actos heréticos de un acusado. Esta tensión que se manifiesta en el protagonista de la película plantea un dilema ético acerca del valor de la verdad en la investigación científica y su relación con los contextos históricos, sociales, políticos y morales en donde el científico desarrolla su actividad (Klimosvky, 1994).
Reflexiones finales
Según se ha desarrollado en este trabajo se han seleccionado en particular la escena al principio de la película en la cual el fraile Guillermo de Baskerville elabora y prueba su teoría sobre la dirección que había tomado el caballo del abad, que permite ilustrar el uso del razonamiento inductivo en el marco del empirismo propuesto por Roger Bacon y materializado en la figura de Guillermo de Occam, así como el uso de una metodología de la investigación basada en el modelo clásico de la ciencia formulado por Aristóteles, metodología que se ve representada en la película también en las diferentes pesquisas que el protagonista lleva a cabo para develar el autor de los crímenes de la abadía.
Una escena rescatada de la película es aquella que se da en el interior de la biblioteca que plantea el temor frente a lo amenazante que puede representar la innovación científico-tecnológica, situación se presenta cuando el fraile Guillermo de Baskerville exhibe sus anteojos que le permite leer la escritura diminuta en clave de símbolos en un manuscrito dejado por uno de los monjes asesinados, y la consecuente expresión de temor e incredulidad que expresaban los monjes presentes en el scriptorium mientras el protagonista leía auxiliado por sus anteojos. [4]
Este temor a los avances científicos se profundiza en la medida que se aceleran los mismos, sobre todo a mediados del siglo XX y comienzos del XXI. En este momento, se vuelven a manifestar la dicotomía entre fe en dios o en la ciencia como enfrentadas.
Referencias:
Eco, U. (1985). El nombre de la rosa. Barcelona: Editorial Lumen/ Ediciones de la Flor.
Eco, U. (1987). Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona: Editorial Lumen/ Ediciones de la Flor.
Eco, U. (2012). Confesiones de un joven novelista. Colección Biblioteca Umberto Eco. Buenos Aires: Editorial Sudamérica.
Gianella, A.E. (2004). Introducción a la Epistemología y a la Metodología de la Ciencia. La Plata, Provincia de Bs. As: Editorial de la Universidad Nacional de La Plata/ Librería Editorial Avatar.
Klimovsky, G. (1994). Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología. Buenos Aires: A-Z Editora.
Moledo, L. y Magnani, E. (2006). Diez teorías que conmovieron al mundo (I). De Copérnico a Darwin. Buenos Aires: Capital Intelectual.
Pérez Tamayo, R. (1993) ¿Existe el método científico? Méjico: Fondo de Cultura Económica.
Romero, J.L. (2014). La Edad Media. Méjico: Fondo de Cultura Económica.
NOTAS
[1] Fuente: https://www.filmaffinity.com/ar/film288865.html Fecha de acceso:10-2-2024
[2] Umberto Eco hace referencia en la novela El nombre de la rosa a numerosas fuentes de intertextualidad, como por ejemplo el apellido “Baskerville” del fraile franciscano protagonista del relato que lo emparenta con la “short story”, El sabueso de los Baskerville, publicada por entregas entre 1901 y 1902 por el escritor británico Arthur Conan Doyle, creador del prototipo de detective moderno –Sherlock Holmes–, quién a semejanza de Guillermo de Baskerville aplica un método riguroso de análisis e investigación, que emplea cadenas inductivas a partir de hechos insignificantes que nadie ve o destaca, por el uso de paradojas triviales o brillantes, y por sus largos momentos de ensimismamiento previo a un descubrimiento. Nota del autor de este trabajo, basada en el estudio preliminar de Mariela Aquilano sobre el relato El sabueso de los Baskerville de Sir Arthur Conan Doyle, edición traducida por Mariela Aquilano, Editorial EME, Marketing Editorial, Montevideo, Uruguay, 2015. La intertextualidad mencionada refleja exclusivamente la posición del autor de este trabajo.
[3] Toda criatura del mundo es como un libro y una inscripción. Fuente: Lema Hincapié, Andrés. (2006). Versión en español de los pasajes en latín de El Nombre De La Rosa, de Umberto Eco. Praxis Filosófica, (23), 125-146. A su vez más tarde Galileo Galilei reforzará la metáfora del codex naturae al afirmar que el libro de la naturaleza está escrito en caracteres matemáticos. Ver en La metáfora del codex naturae en los albores del pensamiento utópico por Lucas Emanuel Misseri (UNMdP).
[4] Ver la cuestión de los mitos tecnológicos en Tecnología: un enfoque filosófico, Quintanilla, Miguel Ángel (1991). Bs. As. EUDEBA.
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Ficha técnica y artística
Título original: Le nom de la rose.
País y año: Francia, Reino Unido e Italia, 1986.
Duración: 131 minutos. Color.
La película transcurre durante el año 1327. En la película se puede ver dos modelos de educación: la educación racional y científica representada por Guillermo de Ockham, y la ortodoxa, representada por Jorge de Burgos.
Guillermo de Baskerville (que no es otro que el filósofo Guillermo de Ockham) y su discípulo Adso de Melk llegan a un monasterio benedictino del norte de Italia para participar en una disputa teológica en torno a la riqueza de la Iglesia.
Esta discusión es apenas una excusa, y la acción transcurre de inmediato por otros derroteros: Guillermo averigua que un monje ha muerto asesinado y se enfrenta a la investigación de éste y sucesivos crímenes.
La clave del misterio parece hallarse en la biblioteca, concretamente en un libro de Aristóteles, “La Poética”, aunque las creencias y supersticiones acientíficas de muchos apuntan al demonio y a profecías bíblicas. La llegada del inquisidor Bernardo Gui complica la investigación y enfrenta a Guillermo con su propio pasado y con la imposibilidad de una investigación libre en un contexto opresivo de verdad única.
Completan el argumento las alusiones a los grupos heréticos y la importancia dada a la figura de la joven campesina que introduce contrapuntos de pathos y sensualidad en la vida de Adso frente al oscurantismo, represión y hermetismo del convento.
No es fácil sintetizar la película: hay demasiados temas que se entrecruzan (y en el libro aún hay más). Es un largometraje intelectualista, pero también vitalista, histórico, filosófico, detectivesco, etc.
La película proviene de una gran novela (en los dos sentidos: literario y voluminoso), cuyo autor Umberto Eco es un catedrático de semiótica, una especialidad a medio camino entre la filosofía y la lingüística, italiano para abundar más en la rareza, y especializado en la estética de Santo Tomás. Para mayor escarnio, no son pocos los fragmentos en latín, y sus protagonistas suelen hablar de teología, de filosofía, etc
En primer lugar, el lector es, por definición, alguien que desea saber, un curioso. Por ello, la estructura aparente de la novela es policíaca: un problema, una investigación, un resultado. Pero el lector todavía más curioso tampoco queda defraudado: el problema no es uno sino muchos: cadáveres, claves religiosas que ocultan causas materiales, profecías que parecen cumplirse, referentes filosóficos, un enigma en griego, evocaciones a antiguos misterios, etc. Dicho de otro modo, esta novela contenta a los lectores del género detectivesco, pero también a muchos otros que quieren algo más. La obra está concebida para más de un lector (no es tan cierto que tenga “varias lecturas”). Lo maravilloso del libro, la clave de su éxito es probablemente esta posibilidad de que casi cualquier lector pueda disfrutar con él: desde el que sólo busca entretenimiento hasta el paladar más sutil.
Jean-Jacques Annaud, el director de la película, obsequió a los amantes del texto de Eco con una versión muy fiel al espíritu del libro. Desde luego, quienes esperasen una traslación literal de la novela quedaron decepcionados, pero tal cosa no es posible por la extensión de la obra escrita, como tampoco lo es todo el conjunto de latinismos, ni las pormenorizadas discusiones que mantienen los frailes sobre cuestiones filosófico-teológicas.
Algo mayor es la diferencia respecto al protagonismo de la campesina, que apenas interviene en la novela (salvo para la escena de iniciación sexual de Adso), y que en la película es recurrente. Annaud, además, incide mucho más que Eco en el asunto de la ejecución de los herejes, entre los cuales incluye a la muchacha (hay aquí mayor maniqueísmo que en el texto). Igualmente, y tal vez sea éste el punto más discutible de la adaptación, reaparece al final, cuando Adso y Guillermo parten tras el incendio y ella los espera en un recodo del camino. Se trata de un recurso que parece demasiado fácil, una concesión excesivamente comercial; sin embargo, creo que hay aquí una lección de cine porque la cámara lo dice todo, no es necesario el diálogo con palabras (el cine no es literatura, su lenguaje es otro); la escena se desarrolla en un magistral juego de miradas apenas subrayado por la susurrante voz en off de Adso. La campesina le mira pidiendo angustiosamente que la lleve con él, que la saque de la pobreza y del hambre, incluso que la convierta en su concubina, pues todo ello es preferible a tener que ceder su cuerpo a malolientes frailes a cambio de despojos. Adso se detiene, la mira a su vez, duda. Guillermo también se detiene, sus ojos le recuerdan la obligación del monje que aún ha de aprenderlo todo, pero también hay en esa mirada la comprensión del franciscano que hubiera entendido, casi que hubiera envidiado. Y Adso mira a uno y a otra, duda radicalmente, de un modo casi existencial… y parte tras su maestro que va desapareciendo entre la bruma, tomando su camino sin exigir, invitando. Concluye el Adso anciano que narra la historia que nunca se arrepintió de su decisión, excepto, tal vez, de no haber sabido nunca su nombre.
La Iglesia se hallaba sumida en problemas mayores: Miguel de Cesena, general de la orden de los franciscanos, estaba enfrentado con el Papa Juan XXII al defender la pobreza de Cristo y sus seguidores, postura que proponía como dogma de fe, lo que era rechazado por el Papa.
El conflicto de Ockham no guardaba relación con esta polémica, pero Ockham fue requerido por Miguel de Cesena para que le ayudase en su defensa, lo que terminó con la huida de ambos de Avignon. Al mismo tiempo, el Emperador Luis de Baviera se enfrentaba con el poder del Papa. Los franciscanos, al tomar partido por el Emperador, sufrieron las consecuencias, pues la confrontación bélica fue favorable al Papa. Ockham fue excomulgado y se retiró a Munich, al igual que Luis de Baviera. Allí profundizó en un pensamiento en el que fe y razón se separaban cada vez más como dos verdades distintas aunque con espacio para ambas.
En 1342 murió Miguel de Cesena y cinco años más tarde Luis de Baviera. Ockham intentó reconciliarse con la Iglesia, pero el perdón papal no llegó a tiempo y murió en 1349, probablemente por la peste negra.
En este contexto, una serie de pensadores someten a crítica los supuestos y afirmaciones fundamentales que sostenían la filosofía y teología medievales. Ha llegado el momento de alumbrar algo nuevo. Es la llamada via modernorum frente a la via antiqua. Esta última remite a las escuelas del pasado (la Escolástica), que siguen con los mismos temas de los siglos anteriores; son los tomistas, agustinistas, etc. Los moderni, por su lado, son los que abren una nueva vía que desembocará en la modernidad. Son los nominalistas, a cuya cabeza se sitúa Guillermo de Ockham.
Si tuviéramos que resumir las principales líneas de su pensamiento, y hacerlo en relación a El nombre de la rosa, podríamos centrarnos en los siguientes cuatro grandes ejes temáticos:
Las relaciones entre fe y razón. Agustín de Hipona (354-430) había establecido el sometimiento absoluto de la razón a la fe, lo que matizó en el siglo XIII Tomás de Aquino: hay verdades racionales autónomas, aunque no puedan entrar en contradicción con las de la revelación. Aquino no llegó a aceptar la teoría de la doble verdad, introducida en Occidente por Averroes. Pero Ockham sí dio un paso más allá: hay verdades de la razón que no son verdades de la fe; no se excluyen, pero tampoco se limitan. En la película esto es un tema que, aunque parece estar al fondo de los acontecimientos, es central: Guillermo de Ockham/Baskerville ahonda en las verdades racionales, quiere averiguar el enigma con leyes de este mundo, quiere observar, medir, inferir, analizar con reglas y procedimientos de este mundo, desde el empirismo y la razón.
La presencia e influencia de Aristóteles. La trama de la película gira en torno a un libro perdido parcialmente, “La Poética” de Aristóteles, pero la presencia del filósofo griego es mayor. De hecho, su importancia en Occidente gracias a Tomás de Aquino supuso la ruptura del paradigma platónico-agustiniano, de cuño idealista, para que se abriese paso una nueva actitud: el análisis a partir de lo físico –como muestra atinadamente Rafael en su célebre cuadro– frente al idealista Platón, que señala hacia las elevadas ideas puras. Sin embargo, los aristotélicos lo convirtieron en pensamiento terminado, doctrina oficial y escolasticismo. Por eso Guillermo dice amar a Aristóteles, pero teme a los aristotélicos y debe esconder los instrumentos de observación.
El nominalismo y la cuestión de los universales. La filosofía anterior concebía los conceptos universales teniendo una existencia independiente del mundo físico (Agustín de Hipona) o con cierta base en el mundo material (Tomás de Aquino). Sin embargo, Ockham sostenía que no hay fundamento extramental para los conceptos universales, es decir, que su base es únicamente la semejanza entre los individuos. Así, el concepto “hombre” no es verdadero porque todos los hombres posean la misma esencia, sino porque los hombres se parecen entre sí, y damos el mismo nombre a lo que es similar. Los conceptos universales son, pues, realidades de carácter lingüístico, signos, nombres (de ahí el nominalismo). A lo largo de toda la película hay interpretación de signos, lectura de signos: la tarea del sabio es buscar la verdad que los signos indican. El propio título de la obra es un signo: no conocemos la rosa, lo que sea esencialmente la rosa, sino tan solo su nombre. Tampoco Adso conoció nunca el nombre de su campesina.
El principio de economía. Probablemente es el elemento más conocido y característico de la filosofía ockhamista. Es también llamado “la navaja de Ockham”, y sostiene que no hay que multiplicar los entes sin necesidad, esto es, que no hay que suponer más que lo estrictamente necesario para la explicación de cualquier realidad. Este principio será un eje desde el que toda ciencia trabaje en adelante, y servirá para eliminar toda adherencia metafísica, digresión inútil o palabrería hueca para quedarnos con lo estrictamente necesario. La ciencia caminará hacia el conocimiento por el camino más corto en busca de un saber riguroso.
En conclusión, Ockham no fue en rigor ningún científico, no inventó ni hizo descubrimientos, pero sus ideas están en la base de la modernidad y la ciencia de los siglos siguientes, que no ignoran principios tan elementales como el principio de economía o la teoría de la doble verdad.
En la película hay alguna alusión al apocalipsis milenarista. Señala alguna y busca información acerca del milenarismo.
La presencia de Aristóteles es constante. Explica su papel en la trama. ¿Quién era Aristóteles y por qué aparece precisamente en una abadía en el siglo XIV? ¿Cuál es el libro que tiene un papel tan importante en la trama?, ¿es cierto que se ha perdido en parte?
En una discusión de Guillermo con Jorge de Burgos, el primero dice: “Eso es discutible, yo pienso…”, a lo que Jorge responde: “¡Ya basta!”. ¿Por qué se produce la discusión? ¿Cuáles son los principios argumentativos de ambos?. Tras la escena erótica que tiene lugar en la cocina (se remite al respecto a las palabras bíblicas que Adso le dice a la campesina, que sí aparecen en la novela), Guillermo y su discípulo tienen una discusión sobre el amor. ¿Qué tipos de amor salen a relucir en esa discusión? ¿Cuál es la actitud de Guillermo ante el pecado cometido por Adso? ¿Cómo concluye la relación al final de la película (que no en el libro)?
A lo largo de la película hay muchas apelaciones al principio de autoridad (de Aristóteles, de Santo Tomás...). ¿En qué consiste tal principio? ¿En qué tipo de disciplinas sería aceptable y en cuáles no? ¿Por qué?
Resulta demasiado evidente que “El nombre de la rosa” está escrito en clave de novela negra, y que las alusiones a Sherlock Holmes son palpables, desde el apellido de Guillermo, tomado de una de las novelas de A. Conan Doyle (“El perro de los Baskerville”), hasta el personaje de Adso, torpe y voluntarioso con las deducciones lógicas como el doctor Watson, aunque bastante más joven que él; incluso hay alguna frase nada críptica de Guillermo (“Elemental, mi querido Adso”) que lo señalan claramente. Se ha dicho que la investigación detectivesca se parece a la filosofía y también a la ciencia Al comienzo del libro, dice Guillermo de Baskerville: “…durante todo el viaje he estado enseñándote a reconocer las huellas por las que el mundo nos habla como por medio de un gran libro” (“Primer día. Prima”, p. 32):
– El doctor de Aquino –sugirió el Abad– no ha temido de mostrar mediante la fuerza de su sola razón la existencia del Altísimo, remontándose de causa en causa hasta la causa primera, no causada.
– ¿Quién soy yo –dijo Guillermo con humildad– para oponerme al doctor de Aquino? Además, su prueba de la existencia de Dios cuenta con el apoyo de muchos otros testimonios que refuerzan la validez de sus vías. Dios habla en el interior de nuestra alma, como ya sabía Agustín…”.
“- Digo que muchas de esas herejías, independientemente de las doctrinas que defienden, tienen éxito entre los simples porque les sugieren la posibilidad de una vida distinta. Digo que a menudo ha sucedido que las masas de simples confunden la predicación cátara con la de los patarinos, y ésta en general con la de los espirituales. La vida de los simples, Abbone, no está iluminada por el saber y el sentido agudo de las distinciones, propios de los hombres sabios como nosotros. Además es una vida obsesionada por la enfermedad y la pobreza, y por la ignorancia, que les impide expresarlas en forma inteligible. A menudo, para muchos de ellos, la adhesión a un grupo herético es sólo una manera como cualquier otra de gritar su desesperación. La casa de un cardenal puede quemarse porque se desea perfeccionar la vida del clero, o bien porque se considera inexistente el infierno que éste predica”.
“…sobre la mujer como fuente de tentación ya han hablado bastante las escrituras. De la mujer dice el Eclesiastés que su conversación es como fuego ardiente, y los Proverbios dicen que se apodera de la preciosa alma del hombre, y que ha arruinado a los más fuertes. Y también dice el Eclesiastés: Hallé que es la mujer más amarga que la muerte y lazo para el corazón, y sus manos, ataduras. Y otros han dicho que es vehículo del demonio. Aclarado esto, querido Adso, no logro convencerme de que Dios haya querido introducir en la creación un ser tan inmundo sin dotarlo al mismo tiempo de alguna virtud. Y me resulta inevitable reflexionar sobre el hecho de que Él les haya concedido muchos privilegios y motivos de consideración (…). El Señor, que todo lo puede, habría podido encarnarse directamente en un hombre, de alguna manera milagrosa, pero, en cambio, prefirió vivir en el vientre de una mujer, signo de que ésta no era tan inmunda. Y cuando apareció después de la resurrección, se le apareció a una mujer. Por último, en la gloria celeste ningún hombre será rey de aquella patria, pero sí habrá una reina, una mujer que jamás ha pecado”.
“A veces los simples comprenden mejor las cosas que los doctos”, dice un personaje (“Cuarto día. Prima”, p. 333). ¿Crees que esa frase puede ser pronunciada por un escolástico o por un nominalista?
En la escena final de la película, hay una analogía con el nominalismo ockhamista: Adso está a punto de quedarse o de llevar con él a la campesina (una mujer concreta y particular), pero acaba por seguir los pasos de su maestro, buscando conocimientos futuros. Sin embargo, confiesa Adso que, al final de sus días, lo que recuerda con más claridad es el rostro de aquella muchacha… de la que nunca supo ni siquiera su nombre. Película: “Jamás me arrepentí de mi decisión, pues aprendí de mi maestro muchas cosas sabias, buenas y verdaderas. (…) Sin embargo, ahora que soy un hombre muy viejo, debo confesar que de todos los rostros del pasado que se me aparecen, aquel que veo con más claridad es el de la muchacha con la que nunca he dejado de soñar a lo largo de todos estos años. Ella fue el único amor terrenal de mi vida, aunque jamás supe, ni sabré, su nombre”.
Un místico de tu tierra. Lo escribió en alguna parte, ya no recuerdo dónde. Y tampoco es necesario que alguien encuentre alguna vez su manuscrito. Las únicas verdades que sirven son instrumentos que luego hay que tirar”.
Película:El nombre de la rosa
Título Original:Der Name der Rose (Le nom de la rose)
Director: Jean-Jacques Annaud
Año: 1986
País: Alemania
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