Universidad de Buenos Aires
Resumen:
Si bien el rechazo se suele utilizar como el mecanismo privilegiado para pensar distintos fenómenos asociados a la declinación del Nombre del Padre, encontramos que también en la Grecia clásica se podría leer, de manera anacrónica, las marcas de tal declive. A los fines de interrogar qué es lo específico de nuestra época, en el siguiente escrito intentaremos pensar la incidencia de lo perverso como marca del modo de producción capitalista, para reflexionar sobre la presencia de la angustia como el afecto prevalente en las presentaciones del malestar actuales. Encontramos en el enlace masivo entre las tecnociencias y el mercado una objetalización creciente de los sujetos reducidos a mero organismo o número. Analizaremos algunas de estas representaciones del cuerpo-objeto en District 9 (2009), film que aborda una manera novedosa de metaforizar a lo otro.
Palabras Clave: Época | District 9 | Angustia | Cuerpo
District 9, Metaphor of The Perverse
Abstract:
Although rejection is usually used as the privileged mechanism to think about different phenomena associated with the decline of the Name of the Father, we found that also in classical Greece, the marks of such decline could be read anachronistically. In order to question what is specific to our time, in the following writing we will try to think about the incidence of the perverse as a mark of the capitalist mode of production, in order to reflect on the presence of anguish as the prevailing affect in current presentations of suffering. We find in the massive link between technosciences and the market a growing objectification of subjects reduced to a mere organism or number. We will analyze some of these representations of the body-object in District 9 (2009), a film that addresses a new way of metaphorizing the other.
Keywords: Time | District 9 | Anguish | Body
Introducción
El enlace cada vez más intrincado entre las tecnociencias y el mercado produjo una objetalización de lo vivo en un nivel de masividad nunca antes conocido, depredando al planeta y arrasando con las subjetividades. Esto ha derivado en catalogar a nuestra contemporaneidad como esquizofrénica, paranoica, en fin, psicótica, y llevado a que la forclusión se generalice como mecanismo. Nos preguntamos si este proceder no será otro modo de “mal-decir” las psicosis (Leibson y Lutzky, 2013), quedando el resabio de los cortes que la psiquiatría clásica impuso.
Desde esta orientación nos interrogamos por la especificidad en pensar nuestra época con el mecanismo de rechazo asociado a la declinación del Nombre del Padre, siendo que también en otros períodos es posible leer instancias de cuestionamiento al discurso del Amo y los efectos de su retorno. La “perversión” del discurso del amo (Alemán y Larriera, 1996) operado por el pseudo-discurso capitalista que Lacan formaliza nos indica otra vía. Contamos además con un dato de la experiencia, la inmensa cantidad de consultas en donde la angustia se presenta como el afecto prevalente, ya sea en una presentación masiva u obturada por una relación muy fija y directa al objeto.
A partir de estos elementos, tomaremos la película “District 9” (2009) como esbozo a otra manera de abordar el asunto. Examinaremos en particular la reducción de los cuerpos a mero cadáver o número, que aparece representado en diversos momentos de la película, para considerar la incidencia de lo perverso como marca de época, quedando del lado del sujeto la angustia al ser gozado/objetalizado por el sistema.
Curiosamente es desde la sociología que se barajó la posibilidad de la desmentida como mecanismo prevalente, en tanto implica también un tratamiento de la castración, el de su renegación. Por el momento no abordaremos lo perverso en el sentido de una estructura subjetiva como formalizó Lacan, o a nivel de la sexualidad como en la obra de Freud. En sí pensamos que los distintos mecanismos de defensa extraíbles de la obra de Freud son generalizables, en mayor o menor medida, para pensar tanto mecanismos sociales como del psiquismo, no obstante, nos referiremos en un principio a lo perverso en su sentido más llano, como lo cruel, lo vil por fuera de toda comparación.
Un poco de historia
El rechazo, comúnmente homologado al mecanismo de la forclusión, aparece como el término privilegiado para dar cuenta de distintos fenómenos. Nos encontramos diciendo que hay rechazo del inconsciente, de la castración, de las cosas del amor. Curiosamente, son todos términos relacionados a lo que el psicoanálisis tendría para ofrecer al nivel del dispositivo… La asociación aparece por vía de una tendencia que puede ser vislumbrada desde sus inicios como terapéutica, la declinación del Nombre del Padre como ordenador. Sin embargo, consideramos que este mecanismo resulta inespecífico o reduccionista a las características de nuestra época.
Si la angustia queda del lado de los sujetos, tal vez podamos pensar en la acción de un mecanismo más bien perverso. A nivel de la estructura, las condiciones parecen dadas. El sujeto se constituye desde el vamos en el campo del Otro. En el mejor de los casos, advenimos al mundo portando la significación fálica, lo cual nos ubica en una posición de objeto que debemos ceder. La función del padre opera en relación a ese pasaje, por tanto, su degeneración es ciertamente un factor. Esto sumado a la caída de los ideales y de los grandes relatos que portaban sentido a nuestras vidas, funciona de manera coherente como explicación al estado actual de las cosas.
Ahora bien, que el Padre como amo sea cuestionado es algo que puede encontrarse a lo largo de la historia de Occidente. La formalización de los discursos de Lacan nos permite leer instancias en donde prevalecen profundos cuestionamientos al discurso del Amo, así como su retorno en la forma de totalitarismos y religiones mistéricas que intentan saturar los vacíos de sentido. En nuestra contemporaneidad misma, así como pareciera que nunca hubo tantas crisis de identidades, de filiación, de caída de los ideales y pérdida del sentido, a la vez se dan consistencia a las más diversas religiones, ideologías y fanatismos varios.
Tomemos como ejemplo lo que Eric Dodds desarrolla en su libro, “Los griegos y lo irracional” (1951). Según el autor existe una diferencia marcada respecto de la posición del padre entre la época de Homero, los inicios de la Grecia arcaica, y los siglos subsecuentes. En la época arcaica la familia era una piedra angular de la estructura social, el primer ámbito de la ley. El cabeza de una casa era su rey y su autoridad sobre los hijos era ilimitada. Respecto del padre el hijo tenía deberes pero no derechos, siendo un perpetuo menor (p. 55). Llamativamente, fue en esa época que se refundieron los relatos de Edipo y de Orestes convirtiéndolos en historias terroríficas de asesinato (p. 54).
Dodds destaca el abismo que separa la versión de la época de Homero de la saga de Edipo con la versión de Sófocles. En esta última, Edipo se convierte en un paria aplastado bajo el peso de la culpa, mientras que en la historia que Homero conocía, Edipo siguió reinando en Tebas después de descubierta su culpa, muriendo finalmente en una batalla y enterrado con honores de rey (p. 46-47).
¿Qué podría haber llevado a tal diferencia entre las versiones? Es evidente que en el período en que Sófocles escribe, permanece la idea de que la culpa se hereda y el castigo puede darse en diferido, empero, nos interesa en particular las condiciones sociales de la Grecia arcaica. Estas eran de una extrema inseguridad e incertidumbre, en medio de crisis económicas y conflictos políticos. A su vez, la rígida estructura familiar comenzaba a mostrar sus grietas. Los hijos exigían cada vez más derechos y responsabilidades personales. Si bien se podría pensar que el tono de tales relatos daba cuenta del respeto hacia el padre, más bien se trataba de una exigencia: la proliferación de historias en que la maldición de un padre acarrea terribles consecuencias a sus descendientes parecían ser el “producto de un período (…) en que la posición del padre ya no era del todo segura” (p. 56).
Es evidente que las características que nos diferencian de la Grecia clásica superan con creces la relación que intentamos proponer. No obstante, resulta llamativo que este sea solo un ejemplo de varios en el que la palabra del amo cuestionada retorna brindando respuestas a veces más problemáticas que las crisis que intenta solucionar. Lo vemos cuando surgieron las filosofías helenísticas, con el reinado del cristianismo, en el período entreguerras en Europa, incluso cuando se juzgó a Sócrates por corromper a la juventud…
Es frente a este escenario que nos preguntamos ¿qué es lo diferencial en nuestra época respecto de otros momentos en donde se cuestionó al discurso del amo? La respuesta es esbozada por Lacan (1972) con su pseudo-discurso capitalista, considerado por algunos como una “perversión” del discurso del amo (Alemán, J. & Larriera, 1996, p. 156). Tomamos de ello la característica que más nos interesa, la reabsorción del objeto y su reciclado permanente opera una circularidad que no admite pérdida alguna. De ahí que se piense el rechazo de la castración. Ahora bien, ¿opera el rechazo solo sobre significantes?
Por otra parte, mucho se ha escrito sobre los efectos en el lazo social y en las subjetividades endosados al avance, cada vez más acelerado, de las tecnociencias y su enlace con el mercado. Este entrecruzamiento adquirió tal masividad, tal globalidad, que su maquinaria acéfala hace tiempo que funciona sola, echando raíces sobre un masoquismo fundante en el psiquismo (Freud, 1924). Es evidente que la reducción de lo humano a mero objeto no es una novedad del capitalismo, si tenemos en cuenta que históricamente se utilizó a hombres y mujeres como esclavos. Sin embargo, el hecho de la enormidad de su escala, de que sea incluso más fácil imaginarse el fin del mundo, que el fin del capitalismo (Fisher, 2009), produce un precario estado de las cosas. Resulta paradójico que el neoliberalismo sea una política económica que muestre el declive de las instancias normativas.
¿Qué termina produciendo? Una angustia masiva como el afecto prevalente de las presentaciones del malestar contemporáneo, ya sea en la rigidez de una satisfacción muy directa con el objeto o sujetos en posición de objetos. Las neurosis de angustia, algo que en la época de Freud ya eran de suceso frecuente, con su deriva en los síntomas llamados actuales, desbordan los hospitales con su fenomenología sin relatos o sentidos que anuden lo vital. Lo perverso arrasa con el sujeto que queda reducido a mero cuerpo-objeto.
Llama la atención un período en que se pusieron de moda las películas en donde la sobrepoblación funcionaba como el chivo expiatorio de lo que no andaba con el sistema, lo cual parece contrastar con el hecho de que en los países desarrollados la tasa de natalidad es cada vez menor. Muchos ponen el acento en que el problema no es la cantidad de recursos sino su distribución, pero lo que nos interesa destacar es que la tasa de natalidad es un tipo de información que incluimos en el ámbito de lo que Foucault entendía por biopolítica, en el que las poblaciones y sus cuerpos empiezan a contabilizarse a gran escala.
Esta reducción al número podría no acarrear grandes consecuencias si se pensara que el problema no es con los conceptos sino el uso que se hace de estos. Sin embargo, actualmente consideramos a los mecanismos discursivos mismos como productores de subjetividad. Pensar en la objetividad de una epistemología equivale a considerar a los científicos como neutrales.
Es en torno a estos desarrollos, que elegimos la película District 9 (2009), film que a nuestro juicio, representó de manera novedosa, en el momento de su estreno, aspectos de la relación entre el cuerpo y las consecuencias de su reducción a mero organismo o número, funcionado como una metáfora de lo perverso.
Del invasor a la víctima
Alien es un radical proveniente del latín, para formar palabras compuestas, que significa “otro”. Y, en cierto sentido, el tratamiento de la alteridad parece ser un tema común en las películas sobre alienígenas. Estos a veces son representados como invasores amenazantes, con una tecnología más avanzada y que buscan someter a la humanidad. En fin, lo que nos imaginamos que sucedería si de repente llega una madre nodriza y se instala sobre el cielo de Johannesburgo. Sin embargo, en “District 9”, una película sudafricana-neozelandesa de ciencia ficción, dirigida por Neill Blomkamp y escrita por él y Terri Tatchell, se nos presenta otra perspectiva.
20 años después del suceso, en donde por lo menos un millón de estos “prawns” (langostas), apodo despectivo con el que son nombrados por los humanos, han quedado varados en la Tierra, se encuentran instalados en una suerte de villas de emergencia, viviendo de manera sumamente precarizada. Actualmente su cantidad se triplicó, generando altas tensiones con la población nativa, por lo cual, el gobierno de turno busca relocalizarlos.
Así comienza un escenario de violencia que encuentra a Wikus Van de Merwe como el líder del proceso de relocalización llevado a cabo por la MNU (Multi National United). Esta empresa privada cuenta además con otros intereses; hace tiempo que vienen recolectando armamento alienígena intentando darles un uso, con el pequeño detalle de que las armas son solo operables con “ADN” alien. Podemos ver cómo los “prawns” son tratados como bestias, incluso ejecutados a sangre fría, por los trabajadores de la MNU. Wikus mismo procede a realizar, mostrándole a un compañero de trabajo, un aborto “en tiempo real” de los fetos de alien que encuentran en una de las viviendas. Empero, en el proceso de entregar las notificaciones de desalojo, el protagonista será accidentalmente contaminado por un fluido alien que irá transformando su cuerpo, poco a poco, en el de un “prawn”.
Encontramos una interesante metáfora en relación al lugar degradado de lo extraño o extranjero. Pensemos en lo que los franceses opinan sobre la inmigración, las favelas en Brasil, nuestras propias villas o los refugiados de los acontecimientos bélicos, cada territorio cuenta con sus incluidos-excluidos.
La reducción del cuerpo a mero organismo se presenta en toda la película de manera cruda. Los datos sobre su población, la decisión de relocalizarlos a un “distrito 10”, con condiciones todavía más vulnerantes que su predecesor, son parte de decisiones demográficas en las que los alienígenas no tienen poder de decisión. Recordemos que otro sentido del advenir a la estructura como objeto, seguramente más imaginario, implica que cualquier recién nacido llega a un mundo ya recortado y parcelado por lo simbólico. No hay nada natural en ello. No hay lo propio en una estructura del estilo, el yo es otro desde su constitución imaginaria. Ese tipo de alienación se encuentra redoblada en los fenómenos de violencia hacia el semejante, no constituido en verdad como tal (Levinas, 1967).
Los aliens son representados de manera intencional como bichos especialmente grotescos, lo cual no hace sino generar mayor impacto, cuando hacia el final de la película, empatizamos profundamente con su precaria situación. El camino de “redención” que emprende Wikus para ayudar a una familia de padre e hijo aliens a abandonar la Tierra, nos lleva a ello.
Nos interesa analizar algunas situaciones en donde el cuerpo tanto de Wikus como de los aliens son sometidos a una objetalización motivada por intereses económicos, para pensar, a futuro, una analogía respecto de los tratamientos terapéuticos actuales del cuerpo. En un principio, cuando la MNU se entera del estado degenerativo de Wikus, le realizan todo tipo de experimentos para averiguar cómo pueden operacionalizar la situación para utilizar las armas alienígenas. No por casualidad, a los propósitos del film, el primer lugar de la metamorfosis se da en el brazo derecho de Wikus, útil tanto para operar armas como naves. Así los científicos de la MNU proceden a la prueba de armas, en donde Wikus es obligado a disparar incluso a otros “prawns”.
El telón de fondo es un laboratorio en el que se ve cómo experimentan con los alienígenas, aparecen sobre camillas cuerpos despedazados y en descomposición, símil al corte de la anatomía sobre el cadáver que fragmenta según nombres y localizaciones determinadas. Los científicos concluyen que el momento más fecundo para abrir el cuerpo es mientras la metamorfosis no sea completa y todavía exista un equilibrio entre lo humano y lo alien. El suegro de Wikus, un ejecutivo de la MNU, pregunta sorprendido si Wikus se va a convertir en uno de los bichos. La respuesta del científico es que lo que vaya a pasar con él no es importante, sino que cosechen de su cuerpo lo que puedan, en tanto representa millones de dólares para el desarrollo de la biotecnología. La supervivencia de Wikus a tal intervención es nula, ya que necesitan extraer de todo, tejido, médula ósea, sangre…
Si bien escapa a tal intervención fatal, Wikus se encuentra prontamente intentando volver a ese mismo laboratorio ya que el fluido que le confiscaron, aquel que lo ha “contaminado”, resulta esencial para poder navegar la madre nodriza. Decide volver a ese lugar tan inhóspito porque a lo largo de su transformación en alien, Wikus va conectando poco a poco con eso que empieza a formar parte de sí, ese costado que se había instalado en principio como un huésped extraño.
En pos de ayudar al científico alienígena y su hijo a volver al planeta del que partieron, Wikus intenta comprarle armas a Obesandjo, el cabecilla de una mafia nigeriana en las inmediaciones del distrito. Éste cree que consumiendo los cuerpos de los aliens puede adquirir su poder. Al ver que Wikus puede utilizar las armas de los alienígenas, decide capturarlo para ingerirlo…
Vemos entonces en estas pequeñas viñetas la convivencia de distintas creencias de lo que es un cuerpo: el cuerpo reducido a objeto de la biopolítica, un número a ser relocalizado, y a una dimensión orgánica sin ambages. La producción masiva de objetos que impone la maquinaria capitalista decanta las más de las veces en la forma de los sujetos mismos.
Conclusión
A lo largo del escrito intentamos proponer una manera de pensar la prevalencia de la angustia en las presentaciones del padecimiento actuales relacionados a lo que de perverso incurre en el modo de producción capitalista. A tal fin nos abocamos a analizar algunas de las representaciones de un cuerpo reducido a objeto en el film “District 9”, para pensar el enlace entre angustia y cuerpo.
Es evidente que el funcionamiento de tal maquinaria no se reduce a la lectura de uno u otro modelo teórico, con lo cuál sea el rechazo, la desmentida u otros, serán parte de distintas maneras de leer los efectos según el corte sobre el que pongamos el foco. No obstante, consideramos pertinente la perspectiva de considerar aquello cíclico que se repite en las vueltas, bucles y espirales de lo histórico.
Frente a este panorama, nos preguntamos por los tratamientos del cuerpo en las prácticas psicoterapéuticas de nuestra época, las cuales también sufren los efectos del enlace entre tecnociencias y mercado, en tanto la producción y reabsorción de diversos objetos-calmantes que intentan saturar la falta se encuentran facilitados.
El problema no recae en los fármacos en sí, sino cuando estos se recetan para eliminar lo que del paciente se vuelve insoportable para el clínico, las transferencias de afecto o de angustia. Lo que el sistema regurgita por el exceso, es insertado de vuelta a producir, pero ahora bajo un goce regulado. A la vez los problemas transferenciales son fácilmente evitados en las breves sesiones que ofrecen las prepagas.
Tampoco encontramos en las psicoterapias una formalización y/o tratamiento de la dimensión erógena del cuerpo o una teorización que resulte de su encuentro con la dimensión de la palabra. En ese sentido nos preguntamos, ¿por qué son las disciplinas científicas las que dejan caer al cuerpo en un ámbito puramente biológico? En las artes, incluso en las religiones, lo corporal tiene más de un sentido. ¿Será porque ese fue el ámbito en que pudieron fundarse y legitimarse como disciplinas?
Finalmente, nos interesa pensar cómo podría ser un rol o tarea social posible para el psicoanalista en relación a aquello que formaliza sobre su práctica y a lo que elabora como teoría, es decir, aquello de lo que sí sabría, siempre en constante movimiento. Sin ese lazo con lo social, no haríamos sino dejar al síntoma, lo que se pone en cruz en nuestra contemporaneidad, como una voluntad de goce perversa, que produce cada vez más sujetos reducidos a una posición de objeto y a la prevalencia, en las presentaciones actuales del malestar, de una angustia masiva que arrasa subjetividades.
Freud es muy tajante en este sentido: “una cultura que deja insatisfechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja a la revuelta no tiene perspectivas de conservarse de manera duradera ni lo merece” (1927, p.12). Tal vez, y a eso apostamos, el decir del analista pueda contribuir a tocar algo de ese cuerpo social que se presenta a veces como sin borde.
Referencias:
Alemán, J. & Larriera, D. (1996). Lacan: Heidegger. Ediciones del Cifrado.
Dodds, E. (1951). Los griegos y lo irracional. Alianza Universidad.
Fisher, M. (2009). Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? Caja Negra editora.
Freud, S. (1924). El problema económico del masoquismo. En Obras Completas, XIX. Amorrortu.
Freud, S. (1927). El porvenir de una ilusión. En Obras Completas, XXI. Amorrortu.
Lacan, J. (1972). Conferencia “Del discurso psicoanalítico”, dictada en la Universidad de Milán el 12 de mayo de 1972. Inédita.
Leibson, L. y Lutzky, J. (2013). Maldecir las psicosis. Letra Viva.
Levinas, E. (1967). La huella del otro. Siglo XX.
NOTAS
FORUM
Gracias por el comentario Manuel.
El propósito del texto no es definir un uso de la perversión sino más bien, señalar que sea el rechazo o la perversión, la época y sus efectos pueden ser leídos de diversas maneras, según dónde se ponga el foco. Mi pregunta, y el espíritu del texto, va hacia interrogar por qué se toma al rechazo como mecanismo “canónico”, más que pensar a la perversión como un reemplazo de éste (es lo que destaco en la conclusión).
Por otra parte, pienso que es interesante señalar que los términos son equívocos. La perversión como término puede dar lugar a sentidos tan distintos como estructura subjetiva, una de las versiones freudianas en relación al acto perverso e incluso el que señalo en el texto, el uso del sentido común. Entiendo el espíritu de corrección de la época sobre los sentidos que tienen usos históricos negativos, pero no creo que la omisión o la represión sea la salida, sino tomar la ambigüedad de los términos y ponerlos a jugar, entendiendo lo que ello implica.
Por otra parte, sobre qué es lo que agrega de distinto el capitalismo, no creo que se trate de una cuestión meramente cuantitativa, si bien ésta en juego —tampoco se trata de desmerecer o eliminar el factor de lo cuantitativo—. En ese sentido tomo los desarrollos de Wallerstein respecto al capitalismo respecto de mi postura de qué es ese plus que agrega (si te interesa el libro se llama “Capitalismo y geopolítica del conocimiento”).
El enlace que intento exponer, el de la producción de una angustia en más, como uno de los afectos prevalentes que se presentan en la práctica, con la idea de la perversión como mecanismo en torno a los modos de producción capitalista, es, no solo para presentar una alternativa a la noción de rechazo de la castración, sino sobretodo para pensar los problemas clínicos no reducido a una causalidad puramente psíquica o incluso individualista. Desde mi posición no solo el significante es causa del goce. Tampoco pienso que se trate meramente de un malestar de la cultura perenne que siempre va a existir, eso desde ya que está, lo entiendo con la reformulación de la noción de castración de Lacan. Sin embargo, realmente ocurren situaciones que generan un malestar en exceso para una gran cantidad de la población, que no son ni necesarias ni estructurales, y muchas veces nos las vemos con eso en la clínica, sin poder dar respuestas clínicas. ¿Por qué no tomar una posición al respecto? El psicoanálisis sabemos que no tiene todas las respuestas.
Por último, que la angustia quede del lado del sujeto es, como señalé en el texto, una cuestión que viene dada de estructura, el sujeto se constituye desde el vamos en el campo del Otro, de eso se trata la noción de masoquismo erógeno primario, que vos trabajás en tu tesis. No sabría por qué lees en el texto que hablaría de un sistema con voluntad, que es de donde parte toda la segunda parte de tu comentario.
Espero tu respuesta para seguir conversando, saludos!
Si bien la equiparación entre la "perversión" y la "razón instrumental" (Horkheimer) o la "banalidad del mal" (Arendt) seguramente tiene su pertinencia, me pregunto por la ganancia de usar el término "perversión" en su sentido más "llano" como forma de mentar una diferencia de orden cuantitativa, no solo lo "vil" sino lo extremadamente vil, o al menos me pregunto qué sería "lo vil por fuera de toda comparación".
La autora parece tomar dos aspectos para caracterizar esta extremada vileza: que el afecto (la angustia) queda del lado del sujeto y esto en directa relación con su reducción a un cuerpo y a un número. Para el sistema quedaría esa posición no afectada, no empática se diría desde ciertos marcos, en fin, psicopática o antisocial desde la psiquiatría. Por lo que la crítica que se hacía hacia el tomar la forclusión como mecanismo descriptivo de lo social le sería igualmente aplicable a esta posición que toma a la perversión en el sentido psiquiátrico más habitual.
Pero, ¿de qué manera pensar un sistema angustiado? ¿Cómo podría quedar la angustia de otro lado que no sea el del sujeto? ¿Le supondremos, al sistema, un sujeto, una voluntad? Soy partidario de separar y decir con Lacan: "eso funciona así", sin Deus ex machina.
De hecho pienso que lo que más se acerca a esa coalescencia con el Otro que Lacan tan bien describe en su seminario número 16, en la aletosfera, es la posición de ciertos padres para con sus hijos diagnosticados autistas que saturan todo el tiempo y el espacio de "tratamiento" convirtiendo todo en una relación entre un ser coagulado que hace cualquier cosa como "autista" y una maquinaria terapéutica que trabaja incesantemente para producir normalidad. No se si puede llamarse perversa a esta dinámica, prefiero llamarla burocrática (o Universitaria con Lacan: unum versum, que se dirige hacia lo Uno).
Con la figura de Hitler puede jugarse con su "caida" y con el peligro de saber que "ha vuelto". Pero Eichmann nunca se fue.
Película:Sector 9
Título Original:District 9
Director: Neill Blomkamp
Año: 2009
País: Sudáfrica
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