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Muerte y sexo: Entre el tabú, el deseo y el duelo

por Stagno, Valentina

Universidad de Buenos Aires

Resumen:

En “Frío consuelo” (Foerster, 2009), capítulo de la serie Criminal Minds (Davis, 2005), se representan dos tabúes que al combinarse generan un silencio social ensordecedor. Muerte y sexo se conjugan en la necrofilia, precisada como el deseo y/o actividad sexual con tejidos o personas muertas (Rathus et. Al., 2005). Se presenta a Iván, un tanatopractor que llevaba a cabo violencia sexual contra cuerpos de mujeres jóvenes gracias a su trabajo en una morgue. Este es maltratado y prejuzgado por un grupo de policías que buscan a un asesino, y que afirman que Iván es el peor de los delincuentes, mientras que él está seguro de que no lastima a nadie con sus actos. El presente escrito, entonces, reflexiona acerca de la necrofilia, del estigma que conlleva, del tratamiento posible, y del duelo complicado de los deudos ante un cuerpo muerto y violentado/desaparecido.

Palabras Clave: Necrofilia | Deseo | Duelo | Estigma

Death and Sex: Between Taboo, Desire and Mourning

Abstract:

In “Cold Consolation” (Foerster, 2009), an episode of the Criminal Minds series (Davis, 2005), two taboos are represented that, when combined, generate a deafening social silence. Death and sex are combined in necrophilia, defined as sexual desire and/or activity with dead tissues or people (Rathus et. Al., 2005). The protagonist is Iván, a tanatopractor who was carrying out sexual violence against the bodies of young women thanks to his work in a morgue. He is mistreated and prejudged by a group of police officers who are looking for a murderer, and who claim that Iván is the worst of criminals, while he is sure that he does not hurt anyone with his actions. The present writing, then, reflects on necrophilia, the stigma it entails, the possible treatment, and the complicated mourning of family and friends in the face of a dead and violated/missing body.

Keywords: Necrophilia | Desire | Grief | Stigma

¿Qué sucede cuando dos tabúes se fusionan?

Según Cestero Mancera (2015), la palabra tabú ha sido comprendida y transmitida a lo largo del tiempo como representante de una prohibición comunicativa. Esto conlleva, afirma la autora, a que esta prohibición se refleje a su vez en los comportamientos sociales y en cómo la cultura acepta, trata, difunde o evita ciertas temáticas. Dos ejemplos claros de esto en la cultura occidental son el sexo y la muerte. Esto no significa que las personas actúen dejando de lado dichos temas, pero sí implica que ello sea tratado con un velo de secreto en lo social o que no pueda ser mencionado con libertad.

Asimismo, dicha libertad tiene que ver, por un lado, con que, al advertir un deseo o una conducta que difiere de lo normativo, esta pueda ser tratada con las personas del contexto cercano y, de ser necesario, trabajada con profesionales de la salud. Por el otro lado, alude a la reprimenda social que puede advenir desde los otros ante una situación considerada como errática, problemática, o inmoral.

Una serie estadounidense que en varias oportunidades se ha ocupado de tratar temáticas polémicas es Criminal Minds, creada por Jeff Davis es 2005 y transmitida por el canal de aire CBS y demás programas de streaming como Prime Video. Esta es una serie de suspenso en donde un equipo elite de analistas psicológicos del FBI realizan “perfiles” de asesinos y otros delincuentes en serie con la finalidad de facilitar su captura. En esta oportunidad, y considerando lo mencionado anteriormente sobre el sexo y la muerte entendidos como tabúes, cabe trabajar el episodio número 14 de la cuarta temporada, llamado “Frío consuelo”, dirigido por Foerster y lanzado al aire en el año 2009.

En el episodio que convoca, el equipo se dirige a Olympia, Washington, a ayudar a los policías locales en un caso en el que desaparecieron 4 mujeres jóvenes, de tes blanca, ojos azules y cabello rubio, de edades similares. 3 de ellas fueron halladas sin vida, embalsamadas, y con signos de haber sufrido ataque sexual post mortem. Conforme el caso avanza, el equipo advierte que se trata de un “necrófilo homicida” y se emprende una carrera contra el tiempo para encontrarlo, intentando evitar que asesine a la 4° mujer desaparecida.

Durante su búsqueda, deciden recorrer cementerios, visitar a médicos forenses, tanatopractores, y personas denunciadas por disturbios en cementerios o tumbas, con la intención de dar con el asesino. Es aquí donde inicia a pesquisarse la dificultad que de por sí trae aparejado el hablar de la muerte, y cómo las barreras se multiplican cuando, a la vez, hay que hablar de sexo. Esto se evidencia en tanto muchas de las personas entrevistadas evitan cooperar, e incluso afirman haber vivenciado hechos “extraños” con ex empleados, pero se habría decidido “no airear ese tipo de cosas”. Es así como, luego de una ardua búsqueda e insistencias a un forense para que compartiera información, dan con un hombre llamado Iván, un joven que trabajaba en un cementerio arreglando cadáveres para funerales y que había sido despedido de su trabajo debido a que, previo a dichos rituales, vestía de una manera específica a estos cuerpos y los violentaba, teniendo interacciones sexuales con los mismos. Iván resulta no ser el culpable de los asesinatos previamente mencionados, pero, al ser una persona que siente atracción hacia los muertos, algunos policías no demoran en culparlo y asegurar que por el solo hecho de tener deseo sexual hacia cadáveres este es un monstruo.

Es así como, en esta ocasión, interesa particularmente la escena en la cual Iván es tomado bajo custodia, sin haber sido acusado de ningún crimen, y mientras que los policías ya contaban con la información de que su ADN no coincidía con el encontrado en los cuerpos embalsamados. Es decir, no era él el asesino buscado por la policía. En la sala de interrogatorios, el detective Fullwood –policía local– y la agente especial Prentiss –FBI– hablan con él, y el detective dice “He trabajado con violadores, pederastas…” hasta ser interrumpido por Iván, quien dice “espero que no me compare con esa gente”; el detective replica “tal vez seas el peor de todos”, e Iván contesta “el peor o no, creo que este es un crimen sin víctimas”.

Como consecuencia de lo expresado, aparecen diferentes interrogantes. Por ejemplo, ¿qué lugar hay en la sociedad para aquellos deseos, fantasías, y comportamientos que difieren de lo establecido como correcto? ¿Todo alejamiento de lo considerado como “bueno” es un acto inmoral? ¿Qué pesa más, la atracción a objetos o situaciones inusuales, o el estigma culturalmente infundido a dicha atracción? ¿Qué lugar cabe para profesionales de la salud cuando se trata de pensar y/o abordar actitudes desacostumbradas, escondidas, juzgadas? ¿Es el sexo con cadáveres realmente un “crimen sin víctimas”? ¿Esa víctima solo se piensa como el cuerpo en cuestión, o también se considera a los deudos del mismo? Estos son los disparadores de la presente investigación, que, lejos de intentar dar una respuesta concreta a los mismos, busca basarse en ellos para reflexionar sobre algunos términos que han sido poco y difícilmente abordados.

¿Enfermedad, parafilia, perversión?

La mencionada dificultad para pensar ciertos deseos ha conllevado a que se etiqueten y estigmaticen diferentes actitudes en cuanto a la sexualidad. Aquellas atracciones, fantasías y comportamientos que no se adecuan a los parámetros identificados como “normales” por la cultura son rápidamente calificados como negativos, llamando a estos sujetos “enfermos”, “raros”, entre otras.

Cabe entonces preguntarse cómo son entendidos los deseos fuera de la norma que convocan en esta oportunidad por parte de la sexología y el psicoanálisis.

La parafilia es definida por Farré Martí y Lasheras Pérez (2000) como la activación sexual provocada en las personas mediante objetos, situaciones o sujetos que se alejan o no forman parte de las pautas normativas de la excitación sexual. Estas pueden ser el foco principal del comportamiento erótico, o, en oportunidades, el foco exclusivo del mismo. Los autores aseguran también que el sujeto parafílico actúa según impulsos, y siente, a causa de estos, un marcado malestar. Otros autores (Cabello, 2010; Estupinyá, 2013, etc.), en cambio, aseguran que esto no es así obligatoriamente, ya que los parafílicos no siempre interpretan como erróneos sus deseos, ni sienten malestar clínico ni deterioro social.

Por su parte, el psicoanálisis, dentro de sus estructuras clínicas, cuenta con la neurosis, la psicosis y la perversión. Esta última es la que interesa aquí, ya que Bernal (2009) declara que el perverso es aquel con un objeto específico como fetiche, por ejemplo, unos zapatos. Este sujeto cuenta con una certeza sobre su goce, en tanto sabe especialmente bien cómo y con quién se alcanza el máximo de la satisfacción sexual. Asevera que la perversión abarca las “desviaciones de la conducta sexual” (Bernal, 2009), y uno de los ejemplos que utiliza para esta estructura es la necrofilia. Agrega que el perverso es aquel en donde están alterados el supuesto objeto normal y la meta normal de la sexualidad.

Acercamiento a la Necrofilia

Lo que puede observarse en el capítulo seleccionado, es que Iván es un necrófilo. Esta práctica, conocida como necrofilia, es una parafilia poco frecuente, mediante la cual un sujeto tiene deseo y/o actividad sexual con tejidos o personas muertas (Rathus et. Al., 2005). Estos autores citan a Rosman y Resnick (1989, citado en Rathus et. Al. 2005), y sostienen que existen 3 tipos de necrofilia: la necrofilia regular, en la cual una persona tiene actividad con una persona fallecida; la necrofilia homicida, donde el sujeto comete asesinatos para conseguir a los cuerpos sin vida para satisfacer sus propósitos sexuales; y la fantasía necrófila, en la cual hay fantasía hacia personas muertas, pero no hay actos efectivamente llevados a cabo. Estos autores, además, afirman que las personas con dicho deseo suelen conseguir trabajos donde tienen una proximidad necesaria con cadáveres, como labores en cementerios, funerarias, depósitos de cadáveres, entre otras. Una explicación que estos autores dan para el deseo de un sujeto necrófilo es el de poseer sexualmente a otro que carece de resistencia alguna, y por ende no demostraría ningún rechazo.

En cuanto a Iván, podría afirmarse que se trata de una necrofilia en la que hay fantasías y actos sexuales, ya que el mismo implica que hay cometido actos sexuales con muertos, cuando afirma que estos no tuvieron víctimas. De igual modo, coincide lo expuesto sobre la búsqueda laboral en ámbitos próximos a la muerte, en tanto el único trabajo declarado de Iván en la serie es ese trabajo en una morgue del cual fue despedido.

Sobre el deseo de poseer sexualmente a alguien sin que este realice ninguna demostración de rechazo o resistencia, cabe plantearse otras posibilidades a partir del caso de Iván. Conforme el interrogatorio mencionado continua, el afirma que en su juventud había sido fanático de una periodista del clima local. Esta murió en un accidente de tránsito, y un amigo de Iván robo los zapatos que llevaba puestos para regalárselos. Fue así que iniciaron los actos efectivamente realizados con cuerpos sin vida, en los cuales Iván caracterizaba a los mismos como la periodista, con ropa y peluca, y especialmente con los zapatos, objeto especial que representaba a la persona muerta – ejemplo dado por Bernal (2009) –, objeto de su deseo desde su adolescencia.

En concordancia, Pere Estupinyá (2013) menciona que es difícil dar por sentada la causa de la desviación – si cabe llamarla así– de la norma cuando se trata del objeto de deseo sexual. Sin embargo, la teoría más aceptada, afirma el autor, establece que podría deberse a la asociación de un estímulo concreto a un consecuente placer sexual vivenciado en etapas tempranas del desarrollo, como lo es la adolescencia.

De la “desviación” al estigma

Se sabe históricamente de las diferentes variaciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (American Psychiatric Association, 2014) y de cómo este se ha ocupado de diferenciar y caracterizar diversas representaciones de la clínica. Cabe problematizar esta caracterización con un ejemplo, ya que, hace algunos años, la homosexualidad era considerada un trastorno, lo cual llevó a una larga y dificultosa discusión, la cual intentó y logró romper con estereotipos impuestos en el pasado debido a diversas corrientes religiosas y culturales, provocando la exclusión de dicha orientación del manual (Estupinyá, 2013).

De la misma forma, merece la pena analizar lo que acontece socialmente ante la necrofilia. En la escena recortada, el policía Fullwood compara a Iván con violadores y pedófilos, e incluso le dice que él es peor que quienes tienen tales deseos. Iván se defiende asegurando que en su cometido no hay víctimas.

Este es un ejemplo acorde para pensar la mirada que proviene desde el otro ante la sexualidad de un sujeto. Más allá de los motivos de las preferencias sexuales, Pere Estupinyá (2013) se pregunta por el acompañamiento y los tratamientos posibles de darse para estas personas. El sostiene que el deseo en sí mismo será imposible de modificar, pero, en pos de evitar daños para sí mismos y para otras personas, es esencial el tratamiento que se lleve a cabo con personas parafílicas, ya que del mismo podría depender que las fantasías se lleven a cabo o que se mantengan como pensamientos y deseos. Es importante señalar que para que haya un tratamiento, antes de esto debe existir una demanda, un pedido, por parte del sujeto. Entonces, podría hipotetizarse, que si socialmente se condenan ciertas orientaciones, se prejuzgan y causan vergüenza en los sujetos, la búsqueda de ayuda estará inmensamente complejizada.

Coincidentemente, Fernández Ramírez et. al. (2022) remarcan que los necrófilos no suelen pedir ayuda alguna, ni psicológica ni médica, concluyendo en que se evidencie el comportamiento anómalo recién luego de que se cometa un delito y el sujeto sea detenido. En el caso de Iván, este no solo no pidió jamás ayuda profesional ni tratamiento motivado por su orientación, sino que además tampoco había sido detenido hasta el momento, ya que su jefe decidió no realizar ninguna denuncia para “no ventilar esos temas”. En consecuencia, Iván ha convivido con sus deseos, que evidentemente por momentos lo avergüenzan, específicamente cuando el policía lo señala; y, fundamentalmente, ha corrompido cuerpos para llegar a su satisfacción sexual.

¿Crimen sin víctimas?

Cordeu et. al (1994, citado en Hidalgo, 2010) definen al duelo como un conjunto de prácticas mentales, simbólicas y materiales que refieren a la persona fallecida, y que conllevaría en sí los procesos del luto, que tiene que ver con la reintegración de los deudos al mundo social, a través de rituales colectivos, como el velatorio y el entierro. La autora asegura que es mediante los rituales que la muerte puede ser habitada y, por ende, simbolizada, para ubicar al muerto en tal grupo y a los deudos en la estructura social de la cual aún forman parte.

En dichos rituales, el cuerpo de la persona fallecida cumple un rol esencial, ya que, por una parte, el cuerpo expresa y representa la muerte en sí, evidenciando la muerte física, generando así los sentimientos asociados a ello en los allegados y familiares; por otra parte, diferencia bien el estatuto de sujeto muerto en tanto sujeto del ritual, del sujeto deudo, que queda en una situación especial ante la pérdida y que requiere de apoyo y contención del contexto. Esto se relaciona también con el hecho de que la falta rompe la estructura social previa, los roles se modifican, y esa ruptura de la estructura está representada por el cuerpo ya sin vida (Hidalgo, 2010).

Sumado a ello, para aquellas familias que se identifican con alguna religión, son los rituales los que posibilitan el supuesto y ansiado pasaje a una nueva etapa, o al descanso eterno, o el destino en el que cada ser prefiera creer. Es entonces, para tales familias, esencial contar con un cuerpo que permita dicho pasaje y otorgue algo de tranquilidad (Oviedo Soto et. Al., 2009).

A raíz de lo explicitado, y considerando la convicción de Iván, que está convencido de que sus delitos (mencionado como delitos debido a las leyes estadounidenses, que no son las mismas que las argentinas) no tienen víctimas, podría inferirse que este concibe este pensamiento debido a la creencia de que al tratarse de cuerpos sin vida ya no hay daño. Pero teniendo en cuenta lo necesario y simbólico del cuerpo en los rituales, cabe preguntarse sobre las consecuencias psíquicas que podrían acontecer en los deudos en caso de que el cuerpo del fallecido fuera violentado a través de una caracterización a través de disfraces, pelucas y vestimentas particulares, más aun si se trata de una violencia sexual, y lo que esto puede llegar a representar en cada configuración familiar.

En el caso de Iván, cuyos objetos de atracción eran mujeres jóvenes muertas, aquellas similares a la periodista de la cual era admirador, y a las que tuvo acceso gracias a su trabajo, vale decir que la muerte podría haber advenido “antes de tiempo”, en condiciones que uno desconoce, y a las que se le suman violencias sexuales post mortem. ¿Qué consuelo habría para esos deudos? Y si se consideran otros tipos de necrofilia, como la homicida, en donde la muerte misma se da por obtener esa satisfacción a través del tejido muerto, o casos en los que se profanan tumbas, borrando el rastro de esos rituales ya acontecidos, uno puede preguntarse, ¿habrá lugar para un duelo?

Conclusiones

Se vuelve interesante destacar, primeramente, que como limitación de la investigación se halló que hay pocos desarrollos teóricos desde el ámbito de la psicología, aún más desde el psicoanálisis, donde esté abordado el tema de la necrofilia. Además, no se hallaron investigaciones donde se evidenciaran ni se pensaran las consecuencias específicas que acontecen en los deudos cuando una tumba es saqueada y se pierde el cuerpo, ni tampoco cuando un cuerpo es violentado en una morgue.

El caso de Iván, que ni siquiera es el protagonista ni el asesino buscado en el episodio utilizado (Foerster, 2009), sirve para ejemplificar una orientación que debido a sus componentes no solo ha sido poco estudiada sino que además es evitada en la conversación coloquial.

Es esencial que desde la psicología se piensen estos tipos de orientaciones no solo para derribar barreras estigmatizantes, sino para facilitar que dichos sujetos puedan solicitar tratamientos y así evitar sufrimiento en aquellas personas que ya de por sí atraviesan un duelo, con todas las complicaciones que esto suele conllevar.

Se propone como futura línea de investigación indagar sobre las consecuencias específicas no halladas en la búsqueda realizada, y preguntarse sobre el estatuto legal en la Argentina ante la necrofilia, y plantear, así, un acompañamiento adecuado a víctimas deudos que pudieran atravesar dicha situación.

Referencias:

American Psychiatric Association (2014). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.

Bernal, H. (2009). Las estructuras clínicas en el psicoanálisis Lacaniano. Revista Electrónica de Psicología Social «Poiésis, 18, 1-6.

Cabello, F. (2010). Manual de sexología y terapia sexual. Editorial Síntesis. Madrid.

Cestero Mancera, A. M. (2015). La expresión del tabú: estudio sociolingüístico. Boletín de filología, 50(1), 71-105.

Estupinyá, P. (2013). S=E?². La ciencia del sexo. Editorial Debate.

Farré Martí, J., & Lasheras Pérez, M. (2000). Trastornos de la inclinación sexual. Del estigma a la clínica: las parafilias. Tratado de psiquiatría. Recuperado de https://psiquiatria.com/servicios/tratado/cap_30.pdf

Fernández Ramírez et. Al. (2022). La sexualidad después y durante la muerte. “Cartilla interactiva”. Universidad Católica de Colombia.

Gimenez, et. Al. (2023). Necrofilia: comprensión y entendimiento. Gaceta internacional de ciencias forenses, (46), 34-42.

Hidalgo, C. (2010). Etnografías de la muerte: rituales, desapariciones, VIH/sida y resignificación de la vida. CLACSO.

Mera Díaz, R. G. (2020). El impacto de la necrofilia en los derechos de las personas y la posible tipificación como delito en el Ecuador, estudio de caso (Doctoral dissertation, Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Ibarra).

Oviedo Soto et. Al. (2009). La muerte y el duelo. Enfermería global.

Rathus et. Al. (2005). Sexualidad Humana. Pearson Educación S. A. ISBN: 84-205-4524-4. Madrid.



NOTAS




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Película:Mentes Criminales

Título Original:Criminal Minds

Director: Jeff Davis

Año: 2005

País: Estados Unidos

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