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Corrección política y la creación de una nueva narrativa

por Genovecio Lucía, Nicolás

Universidad de Morón

Resumen:

En el dinámico escenario cultural contemporáneo, la intersección entre la libertad de expresión y la corrección política plantea nuevos dilemas. Este artículo toma la serie “Bellas Artes” como un prisma a través del cual reflexionar sobre las tensiones que surgen en la instalación de un discurso aceptado acríticamente e impuesto como verdadero. Se planteará la importancia de concebir el acceso a la información y la pluralidad de voces como puntos positivos para la convivencia social y se señalarán algunas contradicciones propias de las posiciones que apremian un accionar único en la construcción de un futuro mejor en el cual habitar.

Palabras Clave: corrección | censura | cultura | cancelación

Political Correctness, Censorship and The Creation of a New Narrative

Abstract:

In the dynamic contemporary cultural landscape, the intersection of freedom of expression and political correctness presents new dilemmas. This article uses the series "Bellas Artes" as a prism to reflect on the tensions arising in the establishment of an uncritically accepted discourse imposed as truth. It will discuss the importance of conceiving access to information and a plurality of voices as positive elements for social coexistence, while also highlighting some contradictions in positions that advocate for a singular course of action in building a better future to inhabit.

Keywords: correctness | censorship | cancel | culture

En el presente artículo se plantearán diversos señalamientos relativos a la libertad de expresión y la corrección política a partir de la serie Bellas Artes creada por Mariano Cohn, Gastón Duprat y Andrés Duprat, protagonizada por Oscar Martínez.

La serie comienza con un concurso para cubrir el puesto de director en el ficticio Museo Iberoamericano de Arte Moderno, ubicado en Madrid. Tras una selección previa, quedan tres finalistas, dos mujeres y un hombre, Antonio Dumas. El protagonista es un reconocido historiador de arte y gestor cultural, con nombre y peso en la academia, pero con un estilo anticuado y reticencia a aggiornarse.

Para la elección del nuevo director, se llevan a cabo diversas pruebas que incomodan a Antonio, despertando su descontento con el estado actual de la gestión del arte. En estas escenas se puede apreciar una aguda crítica política a ciertos movimientos que, por su masificación y normalización, se han visto vaciados de sentidos. En una de estas consignas, se les muestra a los aspirantes fichas con dibujos sencillos preguntándoles qué ven en esas imágenes. Lejos de las técnicas proyectivas clásicas, como el Test de Rorschach, donde los estímulos son ambiguos y se reorganizan mediante la apercepción, en este ejercicio los dibujos son fieles alusiones a elementos reales, cotidianos. A una de las participantes le muestran la imagen de un corte de carne y responde “asesinato”, la otra ve la imagen de una hamburguesa y exclama “imperialismo”. A Antonio le muestran el dibujo de un avión y responde eso mismo. Un cigarro a veces es solo un cigarro es la frase utilizada para implicar que a veces las cosas son lo que son sin grandes interpretaciones, lo cual incomoda a la administradora del test, quien responde que esas respuestas no sirven.

Si bien la actitud de Antonio es criticable en, al menos, dos aspectos, la incapacidad de ser pragmático y jugar según las reglas del proceso al que se inscribió y la poca capacidad de abstracción, la importancia de esta escena recae en la hegemonía de las verdades apriorísticas. “Asesinato” e “imperialismo” son dos productos de un guion, un guion que delimita aquello que es correcto, aceptado y moralmente loable y aquello que debe evitarse por no existir en el universo de las etiquetas que representan la zeitgeist actual, universo dentro del cual está permitido todo pensamiento y acción. Antonio llama corrección política a ese guion. Culmina su presentación con el siguiente manifiesto: Yo me presenté a este concurso como una última oportunidad, casi como una bala de plata, podríamos decir. Pensando que tal vez existía la posibilidad, lejos de la frivolidad y del esnobismo, de legar mi experiencia de medio siglo en el mundo del arte. Pero ahora, pienso que quizás mis competidoras tengan razón y que no debí haberme presentado. De hecho, cualquiera de ellas es mejor candidata porque encarnan todos los lugares comunes de la corrección política. Yo, en cambio, sin duda soy el peor, porque soy viejo, soy hombre, soy blanco, de ascendencia europea y heterosexual. Conclusión, cualquiera de ellas sería una elección menos arriesgada y más conservadora. Quizás el discurso fue suficientemente elocuente o quizás la última oración corrió por izquierda a los jueces, apelando al ya mencionado guion, pero, contra todos los pronósticos, Antonio Dumas fue electo director del Museo Iberoamericano de Arte Moderno.

Zurdos, derechos y ambidiestros

La descripción anterior del protagonista de la serie forja la imagen de un reaccionario, de un defensor de los ideales de antaño, contrario a todo vestigio de progreso. Sin embargo, hay varios momentos/escenas que sacan a Antonio de ese molde. Uno de ellos es cuando, ya en funciones, exige que remuevan de su oficina una cruz que estaba colgada en la pared, indignado por su presencia en un museo laico. Pueden ensayarse diversas explicaciones, como el hecho de que sería ingenuo afirmar que los individuos poseen un posicionamiento político coherente en su totalidad con una postura externa determinada. De esta manera, el director del museo se mostraría auténtico, genuino, con contradicciones que lo hacen humano, a diferencia de sus competidoras, las cuales habrían relegado su subjetividad al cumplimiento irrestricto de un guion de corrección política.

A lo largo de la historia, se han usado descriptores binómicos para encasillar al pensamiento en estructuras preconcebidas con las cuales identificarse. Izquierda y derecha; modernismo y posmodernismo; pro/anti una ley o movimiento determinado. Pareciera que en ciencias sociales es imposible definir la mismidad si no se hace en base a la otredad. La serie es consciente de esto, generando sorpresa al ver como Antonio se muestra disgustado frente a un elemento religioso después de mostrarse abiertamente como un conservador. Se apela a una simplificación, a un cuadro de doble entrada en el imaginario de los espectadores, donde los conservadores son religiosos y los progresistas ateos.

La explosión de los medios de comunicación, el achicamiento de las distancias, la infinidad de estímulos y la complejidad social de la convivencia a finales del siglo XX, y lo que va del siglo actual, han implicado la visibilización de las grietas de todo sistema de clasificación binario del pensamiento. Cualquiera puede emitir una opinión y ser leído/escuchado por audiencias multitudinarias. Existe, a su vez, una exigencia social de tener posiciones tomadas en todo conflicto, sea local, nacional o internacional. Frente a la educación pública, la guerra de Ucrania y Rusia, el conflicto palestino-israelí, la aprobación, distribución y aplicación de vacunas. Datos y acciones que se recibían y realizaban acríticamente parecieran haber desarrollado un nuevo imperativo, uno de exhaustivo análisis, reflexión y toma de posición.

Hay una fuerte demanda de opiniones, especialmente en redes sociales, incluso de temas ultra-especializados, requiriendo un manejo de las más diversas áreas del conocimiento. Las respuestas a estas demandas, y la capacidad de comparación de grandes cantidades de información, han demostrado que cualquier listado de posiciones que permita catalogar el pensamiento de una persona es ineficaz. Las posiciones se yuxtaponen como un Diagrama de Venn con un número absurdo de círculos. En este diagrama es posible apreciar sujetos con innumerables diferencias que comparten una categoría que constituye su identidad y sujetos con una gran cantidad de similitudes que habitan categorías opuestas. Es decir, dos individuos podrían presentarse como simpatizantes del Partido A y no coincidir en aspectos religiosos, económicos, sociales, filosóficos, mientras que uno de ellos compartiera gran cantidad de estas posiciones con un acérrimo militante del Partido B, quien a su vez se define como diametralmente opuesto a los militantes del Partido A.

A modo de ilustración, pueden tomarse los casos de Steven Pinker, psicólogo experimental canadiense, y Stephen Fry, comediante y escritor británico. Durante gran parte de sus carreras, ambos fueron considerados paladines del progresismo, abogando por una sociedad más laica, por avances en los derechos de las minorías y por políticas redistributivas inspiradas por la justicia social. Ambos son simpatizantes de partidos tradicionales de centro-izquierda, Pinker del Partido Demócrata (E.E.U.U.) y Fry del Partido Laborista (R.U.). Sin embargo, en los últimos años han sido llamados reaccionarios y se han hecho campañas en su contra. Esto se debe a que ambos pensadores comenzaron a realizar críticas hacia dentro de los movimientos en los que se incluían, algo inaceptable para quienes abogan por un guion armado a respetar. En el pensamiento dicotómico no es admisible la crítica feroz de A hacia A, solo hacia B. Las respuestas están servidas y los ismos establecidos, aquello que esté por fuera de los mismos es moralmente incompatible con la visión del mundo que habito. Es ahí donde las formas perjudican al contenido, donde las posiciones con fundamentos y buenas intenciones terminan como una caricatura que lejos de ganar adeptos se visualizan como nuevas formas de dogmatismo.

Ojos que no ven, corazón que no siente

Noam Chomsky tuvo una polémica participación en lo que se conoció como el Escándalo Faurisson. Robert Faurisson fue un profesor de la Universidad de Lyon y de la Universidad Sorbona Nueva, quien publicó dos cartas en Le Monde donde afirmaba que los nazis no utilizaron cámaras de gas para exterminar a los judíos. Tras repetidas declaraciones de índole similar, fue declarado culpable de difamación e incitación al odio racial. En 1979, Chomsky, junto a 600 personas, entre ellas intelectuales destacados, firmó una petición en contra de los intentos de privar a Faurisson de su libertad de expresión y de limitar su acceso a bibliotecas y archivos públicos para que no pueda seguir investigando. Una facción importante de los círculos intelectuales franceses, legisladores y la sociedad civil repudió a Chomsky, tildándolo de antisemita. Este repudio se profundizó por el hecho de que los organizadores de la petición le pidieron que escribiera una declaración sobre la libertad de expresión, la cual fue incluida, sin su consentimiento, como prólogo en el libro Mémoire en défense de Robert Faurisson.

La declaración de Chomsky es una defensa a la libre expresión de ideas, conclusiones y creencias (1980), en la cual no se hace referencia al contenido de los trabajos de Faurisson. Expresa que la petición que firmó no decía absolutamente nada sobre la investigación del autor en cuestión, sino que defendía los derechos básicos que se creen garantizados en las sociedades democráticas y se vieron obstruidos por las universidades y el gobierno francés. Las críticas postulan que la existencia de la petición es una defensa del trabajo de Faurisson, confundiendo la defensa de un derecho con la defensa de una posición. Chomsky considera que esta actitud es propia de los regímenes totalitarios, aquellos que frente a un contenido que desprecian claman la censura del autor. Cita a Voltaire como un prócer en la defensa de la libertad de expresión de ideas contrarias a las propias, las cuales incluso detestaba [1]. A continuación, nombra diversos ejemplos en los cuales apoyó la libertad de expresión de individuos y organizaciones radicalmente opuestos a sus propias creencias. Uno de esos apoyos fue brindado a disidentes rusos cuyas posiciones hallaba horrorosas, sin embargo, los mismos intelectuales y legisladores que lo crucificaron por su defensa de Faurisson guardaron silencio frente a esta petición, no por una preocupación por los derechos humanos, sino por un alineamiento con su propia agenda política. Chomsky provee ejemplos de otros países, Estados Unidos, Inglaterra y Australia, en los cuales frente a la insurrección de sus Faurissons locales, surgieron críticas y condenas sociales, pero no se avanzó sobre sus derechos civiles.

Finalmente, presenta dos ideas que son pertinentes para el presente artículo. En primer lugar, pone en tela de juicio la apreciación de Faurisson como un antisemita simpatizante del nazismo. Plantea que la información a la que tuvo acceso no permite llegar a tales conclusiones si se las somete a un análisis intelectualmente honesto. Considera que existe una doctrina central respecto a lo sucedido durante el holocausto, siendo loable el repudio a cualquier artículo, opinión o investigación que se haga preguntas por fuera de esa doctrina. De esa manera, pensar el mundo por fuera de los marcos históricos establecidos es visto como un acto moralmente reprochable y castigable. No se permite investigar, escribir, estudiar fenómenos que podrían poner en jaque las normas, ideas y valores que se sostienen como verdaderas. En segundo lugar, se reitera la importancia de defender todo derecho a la libertad de expresión, especialmente el de aquellos que plantean puntos de vista opuestos a los propios. Así, se garantiza el pensamiento, el debate y el intercambio, en lugar de la defensa y preservación de dogmas. Una aclaración aparentemente innecesaria, y claramente repetitiva, anoticiarse de una idea y dejar que exista, no implica compartirla, ayudar a su difusión ni obstruir su rechazo, pero no es lo mismo rechazar una idea a prohibir su existencia, lo cual, por demás, es imposible.

En Bellas Artes, se muestra a un grupo disidente llamado DestapArte, el cual lleva a cabo un atentado, una intervención, sobre la escultura de Celso Santoro, un artista que solo existe en la serie, que se encuentra afuera de la entrada al museo. Sobre la escultura escriben Misógino. Abusador. Machista, y se atribuyen el ataque alegando activismo en pos de la “justicia histórica”. Ellos consideran que el artista fue una persona moralmente reprochable, indultada en su época y celebrado hasta la actualidad por su obra. Se plantea una corrección en el presente de los errores del pasado. Frente a esto, las autoridades plantean remover la estatua para no ensuciar su imagen y sus pretensiones políticas, pero Antonio se muestra en desacuerdo, planteando la posibilidad de separar obra y artista. El violento fue el hombre, no la escultura. Se puede juzgar al primero y mantener la segunda. Él considera que de sumirse a sus reclamos estaría negando, borrando, parte de la historia del arte.

Días después de borrar las inscripciones, se da un nuevo ataque, en el cual escriben Monstruo violador y pegan consoladores de goma alrededor de la estatua. Nuevamente, Antonio marca su posición, diciéndole a su nieto que los atacantes son intolerantes que quieren cambiar la historia y castigan al objeto, no al artista. Lo realmente grave es que no es un hecho aislado, es una tendencia mundial que pretende regular no solo el presente con un pensamiento único y una moral puritana, sino también el pasado. Por su parte, los activistas emiten un comunicado en el que afirman: Queremos despertar consciencias para salir del letargo burgués que acepta acríticamente el legado de la historia, sino estamos condenados a repetir los errores del pasado.

¿Y la moraleja del cuento?

Lejos de circunscribirse a la serie analizada, una obra de ficción, hemos sido testigos de manifestaciones guiadas por esta misma motivación, la de modificar la historia. No el presente o el futuro, sino el pasado, maquillándolo, acercándolo a los ideales imperantes para la sociedad idealizada. Si la historia se repite a sí misma, quizás sea una misión noble borrar el pasado que no se alinea con los ideales del presente. Esto ha suscitado críticas de intelectuales progresistas, socialistas, demócratas clásicos, tales como Steven Pinker y Stephen Fry, los cuales quedaron por fuera de su lugar histórico en las mencionadas divisiones binarias, convirtiéndose en conservadores, reaccionarios.

Un ejemplo de estos intentos es la censura y reescritura de libros, específicamente de obras de ficción. De esta manera, diversas editoriales han aprobado reversiones de clásicos de Agatha Christie, Mark Twain, Roald Dahl, entre otros. En estas nuevas versiones se descartan términos considerados racistas, misóginos, heteronormativos. Se pierde la capacidad crítica de leer un texto en su contexto, una obra que es testimonio de una época, una máquina del tiempo portátil que permite su análisis comparativo con libros anteriores y posteriores.

La Organización Española para el Libro Infantil y Juvenil manifestó su preocupación ante la creciente tendencia a la corrección política en la literatura infantil y juvenil e invitó a firmar una solicitada, Por una literatura libre de censura y corrección política […] Estas prácticas de censura ideológica y la autocorrección, que en ocasiones inducen a eliminar o no mostrar y en otros casos a integrar temas tendencia, instrumentalizan la literatura, empobrecen la oferta editorial y van en detrimento del riesgo, la diversidad, la libertad artística y el espíritu crítico.

La Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (Alija) rechazó el avance de esta corriente que, en nombre de una cacareada corrección política y el intento de pedagogizar el arte, no esconde otra cosa que groseros intereses económicos muy mal disimulados.

La escritora María Teresa Andruetto (2008) ha discutido y combatido la idea de la literatura infantil como sierva de la pedagogía y de la didáctica. Recuerda una lucha repetida durante distintas décadas intentando que la literatura infantil sea justamente eso, literatura. Hay dos intereses contrarios a esta lucha, uno político y otro económico. El primero plantea que la modificación de los clásicos permitirá enseñar valores más inclusivos y que deberían escribirse nuevos libros en esta línea. No como literatura, sino con un propósito específico que antecede a la historia a idear. Respecto al interés económico, la mayor compradora de libros infantiles es la escuela. […] el cliente que hace compras más voluminosas –la escuela– incluye en su curricula la educación en valores. Si no hay libros adecuados, habrá que editarlos. Si no se han escrito, habrá que pedir a los escritores que los escriban […] El valor es entendido aquí como una abstracción, algo absoluto y unívoco susceptible de ser aislado, una cualidad que no puede ser inteligida más que con un significado, el mismo para todos los lectores […] Eso solo ya es algo que está en las antípodas de lo artístico, donde la ambigüedad y la plurisignificación mandan. Se convierte un dispositivo literario en uno ideológico, achatando los recursos más propios de la literatura, simplificando los sentidos. Entiéndase que nada digo aquí sobre el contenido en cuestión, indiferente a este artículo, sino que se critica la banalización de la literatura y su pauperización, disminuyéndola a un medio para un fin específico, una relación de causa-efecto.

La autora propone que la literatura infantil suele entrar en una zona vigilada, en el deseo social de "proteger" a los niños. Sin embargo, la ficción funciona como un espacio de libertad y el sentido del arte suele implicar desobediencia, no un sistema higiénico de mandamientos a cumplir. Los valores que intentan inculcar los movimientos encargados de censurar libros infantiles son loables, no así la metodología empleada.

La búsqueda de instrumentalizar al arte como un medio de trasmisión de valores no abarca solamente al público infantil. Emmie Harrison West (2023) relata su experiencia leyendo una novela de moda que le había sido sugerida en varias oportunidades. La novela incluye una escena de violación, la cual la incomodó al punto de decidir no leer más libros que no sean completamente trasparentes sobre su contenido. Poder juzgar un libro por su portada deja de ser algo negativo, convirtiéndose en una medida de seguridad. La autora se sintió traicionada, responsabilidad de los editores, al no encontrar mención alguna de la violación en la portada, la contratapa y la introducción del libro. De haber poseído una advertencia, se hubiera preparado mental y emocionalmente para leer la novela. Finaliza su columna con el deseo de que se instaure un etiquetado frontal con advertencias sobre temas como abuso doméstico, suicidio y relaciones tóxicas.

En el Reino Unido, las universidades de Essex y Sussex removieron diferentes textos de sus listas de estudios y los programas de sus carreras por incluir temas “polémicos” y “sensibles”, tales como el suicidio y la esclavitud. Otras universidades del país han sido más moderadas, cambiando el estatuto de esos textos de obligatorios a opcionales. El periódico The Times envío más de 300 solicitudes a 140 universidades pidiendo detalles sobre Trigger Warnings, advertencias de contenido sensible, que hayan colocado en sus textos y sobre la eliminación total de ciertos títulos de sus planes de estudio [2]. Encontraron 1081 ejemplos de advertencias de contenido sensible en programas de grado. Entre los textos etiquetados se encontraban las obras de algunos de los autores nacionales más famosos, patrimonio de la literatura universal, William Shakespeare, Geoffrey Chaucer, Jane Austen, Charlotte Brontë, Charles Dickens y Agatha Christie. También se han etiquetado y eliminado obras modernas, siendo un ejemplo llamativo la novela El ferrocarril subterráneo de Colson Whitehead. La obra mencionada, ganadora de un Pulitzer de ficción, es una reinvención literaria de la famosa red de rutas secretas y casas seguras que ayudaron a esclavos afroamericanos a escapar del sur de Estados Unidos hacia la libertad en el norte durante el siglo XIX. El motivo de la eliminación no fue una diferencia política con su contenido, sino la descripción gráfica de la violencia ejercida en la esclavitud. Los estudiantes de la Universidad de Essex son “protegidos” de estos excesos, los cuales efectivamente sucedieron y son parte de la historia (The Telegraph, 2022).

Antonio le comenta a su nieto que para que algo sea considerado arte, tiene que existir un artista, un emisor, alguien que lo presente, que lo proponga como tal y, en consonancia, tiene que haber otro que lo reciba y lo acepte de esa manera. Esta relación encuentra nuevas modalidades en la actualidad, con audiencias que no están dispuestas a recibir cualquier tipo de expresión artística/cultural, debiendo las mismas cumplir con ciertas características pautadas de antemano en consonancia con su visión política o las temáticas que les resultan especialmente sensibles. Asimismo, surgen intermediarios que se proponen como misión asegurar que las expresiones artísticas no irrumpan en la consciencia de los lectores, en el caso de la literatura, sin antes pasar por un proceso de etiquetado. De esta manera, el arte se vuelve más controlado y previsible y se limita su audiencia. Los libros que leemos confirman nuestra visión del mundo y/o son elementos “seguros” incapaces de conmovernos de maneras que no consentimos.

Si un árbol cae en el bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace ruido?

En otro artículo, Harrison West (2023b) explica el motivo por el cual donó su colección de libros de Harry Potter, decisión de la cual se arrepiente, considerando que hubiera sido mejor tirarlos a la basura, donde pertenecen. La autora postula que como feminista y aliada de las personas trans detesta esos libros, le generan asco y siente que no puede seguir teniéndolos en su poder. Confiesa haber sido fanática de la saga, siendo una de las inspiraciones por las cuales se convirtió en escritora. Esto cambió al descubrir que J. K. Rowling, autora de Harry Potter, se define como TERF (Trans Exclusionary Radical Feminist), es decir, una feminista que no considera que las mujeres transexuales sean mujeres. A partir de este descubrimiento, Harrison West comenzó a abogar por una cancelación masiva no solo de la autora, sino también de la obra. Una obra que consideraba un pilar de amistad, amor e igualdad, ahora debe ser olvidada por las posiciones políticas de su autora, las cuales no están volcadas en sus novelas.

En el capítulo final de Bellas Artes, la escultura de Celso Santoro es destruida en un tercer atentado. Frente a esto, la ministra de cultura plantea reemplazarla por otra, preferentemente de una mujer, adelantando lo que considera que apaciguaría a los activistas, que también son votantes. La frase que personifica su decisión es Esta escultura ya no existe, dando a entender que se logró el cometido de DestapArte, borrar, desaparecer una parte de la historia. Se trasmite la idea de que eliminando la obra del artista inmoral se borra el crimen, se olvida, sin su legado la historia parecería más justa, más bella. Una ficción que reemplaza lo real, lo material. Ecuación simbólica entre obra y artista.

La cultura de la cancelación ha llevado a que, en las universidades a lo largo y ancho del mundo, con epicentros en países como Estados Unidos, España y Reino Unido, se impida que personalidades consideradas reaccionarias puedan dar conferencias en los campus. Largas manifestaciones estudiantiles esperan a los oradores, insultándolos, atacándolos e ingresando a sus conferencias, en las cuales el discurso del invitado no puede desarrollarse frente a los gritos proferidos con la intención de impedir que la audiencia escuche su mensaje.

Si una posición es considerada inmoral, la misma debe ser silenciada, si los referentes son vistos como monstruos y su mensaje no puede trasmitirse, la posición que no coincide con la zeitgeist actual desaparecerá, llevando a una utopía de convivencia social. Considero que este tipo de razonamientos peca de reduccionismo y pone en riesgo los fundamentos de una sociedad libre que se enriquece de la diversidad de opiniones. Negar un pasado con episodios marcados por la injusticia y buscar la eliminación de posiciones en el presente que ponen en peligro una visión particular de sociedad no aseguran un futuro mejor. Libertad de expresión y acceso a la información son valores en sí mismos, a pesar del contenido y las reacciones al mismo.

Referencias:

Andruetto, M. T. (2008) Los valores y el valor se muerden la cola. Revista Babar. Disponible en: https://revistababar.com/wp/los-valores-y-el-valor-se-muerden-la-cola/

Chomsky, N. (1980) Some Elementary Comments on The Rights of Freedom of Expression. The Noam Chomsky Website. Disponible en: https://chomsky.info/19801011/

Chomsky, N. (1981) His Right to Say It. The Nation. Disponible en: https://web.archive.org/web/20141010235944/http://www.chomsky.info/articles/19810228.htm

Gigena, D. (2023) En contra de una literatura vigilada: el caso Roald Dahl y un mundo biempensante que achata todo. La Nación. Disponible en: https://www.lanacion.com.ar/cultura/en-contra-de-una-literatura-vigilada-el-caso-roald-dahl-y-un-mundo-biempensante-que-achata-todo-nid22022023/

Gobierno del Reino Unido (2000) Acta de Libertad de Información. Sitio oficial de la legislación británica. Disponible en: https://www.legislation.gov.uk/ukpga/2000/36/contents

Hall, B. E. (1906) The Friends of Voltaire. New York: G. P. Putnam’s Sons.

Harrison West, E. (2023) Books that discuss sexual assault should come with trigger warnings. Metro News. Disponible en: https://metro.co.uk/2023/02/07/books-that-discuss-sexual-assault-should-come-with-trigger-warnings-18237370/

Harrison West, E. (2023) I threw away my Harry Potter books – as a trans ally, I couldn’t keep them any longer. Metro News. Disponible en: https://metro.co.uk/2023/02/27/i-threw-away-my-harry-potter-books-heres-why-you-should-too-18355368/

Telegraph Reporters (2022) Universities admit purge of ‘challenging’ books to protect students. The Telegraph. Disponible en: https://www.telegraph.co.uk/news/2022/08/09/universities-admit-purge-challenging-books-protect-students/



NOTAS

[1Chomsky le atribuye a Voltaire la frase Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para posibilitar que sigas escribiendo en el artículo His Right to Say It (1981). Sin embargo, no hay evidencia de que Voltaire la haya escrito. La frase en cuestión se le ha atribuido incorrectamente al filósofo francés en numerosos escritos, pero procede del libro Los amigos de Voltaire de Evelyn Beatrice Hall.

[2Estas solicitudes se enmarcan dentro del Acta de Libertad de Información (Freedom of Information Act 2000) del gobierno del Reino Unido, según la cual las autoridades públicas están obligadas a publicar información sobre sus actividades y la sociedad civil tiene derecho a solicitar información a esas mismas autoridades. Esta legislación fue aprobada en el año 2000 y sigue vigente en la actualidad.




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Director: Gastón Duprat, Mariano Cohn, Andrés Duprat, Martin Bustos

Año: 2024

País: España

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