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Analízame

por Delgado, Osvaldo

La recientemente estrenada en nuestro país “Analízame” [1], protagonizada por el excelente Robert De Niro, ha despertado todo tipo de polémicas fundamentalmente en el ámbito “psi”. Algunos, desde una posición de supuesta pureza, la han arrojado al estiercolero cinematográfico. Otro, los “abiertos y heterodoxos” la ensalzan hasta el firmamento. El gran público (fundamentalmente de clase media) la consume ávidamente. Las distribuidoras hacen pingües negocios.

Para los cinéfilos es una más que pobre realización. La gente de teatro se rasga las vestiduras al ver a un De Niro como la caricatura de sí mismo. Los intelectuales en su conjunto la deploran. Los sectores más carenciados de la población (aquellos pocos que aún pueden pagar una entrada al cine) van a ver a un De Niro nuevamente mafioso, aunque con toques de humor.

He ido a ver la película para escribir este artículo y estimulado por un colega a quien respeto. He visto una comedia lavada, “cuadrada”, plagada de lugares comunes, una pobre ridiculización de la saga de El Padrino. Los partenaires son un mafioso no canalla, sino neurótico, y un psiquiatra con aires de redentor.

El núcleo de la trama se articula entre el mafioso (De Niro) atormentado y proclive a padecer del nuevo síntoma –psiquiátricamente confuso-, llamado ataque de pánico; y el psiquiatra que lo trata. Como debe suponerse, el final es feliz. El mafioso concluye en la cárcel, pero por un período reducido; y el psiquiatra y su novia “comen perdices”.

Bien, pero aquellos que nos reconocemos como practicantes del psicoanálisis, y que desde su ética rechazamos las clasificaciones del tipo del D.S.M. IV, denunciamos el modo actual de acumulación capitalista de los grandes laboratorios, defendemos el ordenamiento de los “trastornos psíquicos” como paulatinamente los situó Freud y los conceptualizó Lacan, apostamos por el bien decir y la dignidad del sujeto en relación con su deseo y su particularidad de goce, no consumimos la ideología de los nuevos trastornos y nos negamos a reducir al sujeto a un ordenamiento químico y a tomarlo como una máquina; para todos los citados anteriormente, decimos, esta película contiene un núcleo de verdad fundamental.

Así como tan tempranamente Lacan decía que en la cura la única resistencia es la del analista y, más posteriormente, que la gente se analiza a pesar de nosotros, el mafioso desea analizarse a pesar de todas las fórmulas contrarias que le oferta el joven psiquiatra. El personaje de Robert De Niro rechaza las clasificaciones obturantes (ataque de pánico), las medicaciones antidepresivas (Prozac) y los estimulantes tipo Viagra. Él quiere hablar y contar su historia al igual que el cuento “El enamorado” de Eleona Carrington. Es tan potente su deseo que hasta rechaza el “cuentito edípico” que le propone el psiquiatra y que lo lleva a demandar la continuación del tratamiento aun estando en la cárcel.

Es tan potente su deseo, que es mediante la transferencia positiva y negativa que alcanza un núcleo de verdad histórica. Al mejor estilo freudiano, sus síntomas tienen un desencadenamiento (una gran reunión de mafiosos) que hace “emerger” y “activar” un sentimiento inconsciente de culpa ligado a un deseo de muerte del padre. Esto último referido a una escena infantil con carácter traumático. Es el mismo mafioso el que, ubicando lo que de la transferencia excede a la repetición, demanda la continuación del análisis. Es la posición del psiquiatra en tanto hijo, denunciada por el propio paciente, lo que hace que el médico permanentemente retroceda ante la exigencia ética del acto, con todo tipo de rodeos obsesivos. El confortable profesional burgués es así requerido a ocupar su lugar.

No es sólo el estatuto de comedia lo que diferencia a “Analízame” de la serie de “El Padrino”; aquí la apuesta por la palabra no se juega como confesión ante el “bueno” representado por el Papa Juan Pablo I. Entonces, ni la religión, ni la nomenclatura psiquiátrica, ni la obturación medicamentosa, ni la degradación de “la contratransferencia” del consejero laico de almas; el bien decir en un psicoanálisis sostenido en el deseo decidido del “mafioso”, en una ética analizante que puede más que las inconsecuencias del que debe ocupar el lugar de analista que oferta.



NOTAS

[1Este artículo fue publicado originalmente en Psicología. Publicación Mensual Informativa. Año 9, Número 77, Julio 1999, p. 7. Facultad de Psicología, UBA.

Película:Analízame

Titulo Original:Analyze this

Director: Harold Ramis

Año: 1999

Pais: Estados Unidos

PDF: Analízame

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