Resumen:
El presente trabajo, se enmarca dentro de la teoría psicoanalítica, para abordar la temática del lazo social y su importancia en la constitución subjetiva. Situamos la prevalencia de la relación madre-hijo por sobre los demás vínculos, en tanto ligazón prehistórica e hiperintensa. Tomaremos como punto de partida la película “37 segundos” (Hikari, 2019), de la cual comentaremos diferentes escenas que nos han interpelado respecto al tema de investigación. Haremos un recorrido desde los vínculos primitivos endogámicos hasta los vínculos exogámicos, atendiendo a los diferentes efectos y consecuencias, que dichos vínculos puedan ir generando.
Palabras claves: Madre | hija | Lazo social | vínculo | sujeto
37 seconds: The maternal bond. In the footsteps of the subjective constitution
Abstract:
The present work is framed within the psychoanalytic theory, to approach the subject of the social bond and its importance in the subjective constitution. We place the prevalence of the mother-child relationship over other bonds, as a prehistoric and hyper-intense link. We will take as a starting point the film "37 seconds" (Hikari, 2019) , from which we will comment on different scenes that have questioned us regarding the research topic. We will make a journey from primitive endogamic bonds to exogamic bonds, paying attention to the different effects and consequences that these bonds can generate.
Keywords: Mother | daughter | Social bond | bond | subject
Introducción
Desde el inicio, “37 segundos” logra trasladarnos a una realidad alternativa. Las imágenes nos van sumergiendo lentamente en la vida de la protagonista. En principio vemos un panorama general, una gran ciudad, un conglomerado de personas que se moviliza rutinariamente hacia su trabajo. Observamos un tren atestado de gente, y la imagen se detiene en nuestra protagonista, una talentosa artista de 23 años, que trabaja como ilustradora y autora de historietas. A causa de una parálisis cerebral, Yuma posee inmovilizados sus miembros inferiores, por lo que se ve constreñida a utilizar una silla de ruedas. En este punto realidad y ficción se entremezclan, porque la protagonista es una actriz aficionada que padece dicha afección. Yuma desciende del tren con la ayuda de un guardia, y al salir de la estación, Kyoko, su madre la está esperando. Aquí ya podemos observar las características de esta madre, expectante a los cuidados de su hija, sumamente solícita para con ella.
Acerca de la constitución subjetiva
La teoría freudiana surge, oponiéndose a la postura biologicista de la época, poniendo el acento en la historia subjetiva y orientándose por la palabra, para la comprensión de los trastornos psicológicos. Es así que si nos remontamos a los inicios de la historia del sujeto, hallamos que la cría humana viene al mundo en estado de total indefensión, y esta indefensión atañe a los estímulos endógenos el organismo, de los que el sujeto no se puede sustraer, por lo que son necesarias condiciones que provengan del exterior. Se requiere de alguien capaz de llevar a cabo lo que Freud (1895) denomina “la acción específica” (p.341), el cuidado necesario para que el recién nacido sobreviva. De esta forma ubicamos al vínculo madre-hijo como relación primordial, prehistoria e hiperintensa; vínculo que ocupará un lugar privilegiado en la teoría psicoanalítica no sólo respecto al infants sino también respecto al adulto, ya que de este vínculo y de las formas de respuesta al mismo, se desprenden consecuencias a lo largo de toda la vida del sujeto.
Respecto a lo biológico, debemos mencionar además que nuestra actualidad se corresponde a una época hipermoderna, un tiempo en el cual el coito ya no es necesario para la fecundación, siendo que sexualidad y procreación ya no constituyen un binomio inseparable y el sexo de los genitores no se corresponden necesariamente con la heterosexualidad anatómica. Habitamos un tiempo en el que la posición sexual nada tiene que ver con las leyes de la naturaleza. El deseo de maternidad se emancipa del concepto de madre biológica. Desde el psicoanálisis, al hablar de “madre" nos referimos a la “función materna” a través de la cual se lleva a cabo el proceso de filiación y humanización de la vida. La vida humana no existe sin la existencia de un Otro. Lazo social, vínculo social o discurso, para nosotros constituyen sinónimos, en el sentido de que no hay lazo social si no se establece fundado en el discurso, en la lengua. Somos sujetos del lenguaje. Los diversos procesos inconscientes, como ser por ejemplo la vivencia de dolor o la vivencia de satisfacción, se deben leer siempre en relación a la “presencia” del Otro, y esto implicará indefectiblemente ausencia, separación o pérdida, procesos por los que todo sujeto transita y responde a ello de forma particular.
Freud ubica al dolor como el primer afecto. Venimos al mundo en estado de indefensión, desamparo, vulnerabilidad, y la madre es el nombre de esa primera figura del Otro, del que se espera el sostén, el cuidado, la atención.
Podemos decir además, que se accede a la maternidad no a través del cuerpo, sino a través de la palabra. Recalcati (2019) expresa que “la espera de la madre es siempre apertura al misterio de una vida que llega y que no se puede contener” (p.29). Una espera que se nutre además de pensamientos y fantasías. La maternidad ante todo, es resultado de un deseo. La madre no responde al niño real, sino que responde principalmente a aquello que de ella misma ve proyectado en su hijo, y esa relación madre-hijo depende de como ella ha podido integrar en sí misma su propia experiencia de maternidad, y en especial el vínculo con su propia madre.
Mannoni (1964) nos dice que “Cualquiera sea la madre, la llegada de un niño no corresponde jamás exactamente a lo que ella espera” (p.14). Puede ocurrir que las fantasías de la madre orienten al niño hacia su destino.
Aun en los casos en que se halla en juego un factor orgánico, ese niño no tiene que afrontar tan solo una dificultad innata, sino también la forma en que su madre utiliza ese defecto en un mundo fantasmático, que termina por ser común a ambos. (Mannoni, 1964, p.14)
Retomando la película, observamos otra escena en la que Yuma y Kyoko ingresan a su hogar y tras cerrarse la puerta, nos introducimos en una segunda dimensión, más íntima, abriéndose de este modo la temática dramática del film. Podemos ver la relación que poseen madre e hija explícitamente, con suma crudeza, tras un real que sorprende por lo inesperado. Un cuerpo con poca autonomía en primer plano; Yuma acatando las indicaciones de su madre al aceptar que es momento de bañarse. La mamá le quita cada una de sus prendas, incluso su ropa interior, no sin esfuerzo físico al manipular el cuerpo adulto de su hija, para luego enjabonarlo y meterlo a la bañadera. La escena se desarrolla como parte de una rutina, en tanto Kyoko le hace preguntas a su hija tratando de incentivar temas de conversación, llenando los silencios con palabras, y por su parte Yuma se limita a responder con monosílabos. Esta secuencia finaliza, con la imagen de ambas en un baño de inmersión, en el que la madre sostiene a su hija abrazada y recostada sobre su propio cuerpo desnudo. Es en el marco de esta intimidad obscena, en el que la madre al acariciar el cabello de su hija le dice “hay que cortarlo”, a lo que Yuma responde “yo quiero dejarlo crecer”, esbozando así la primer respuesta negativa hacia su madre.
En sus primeros escritos Freud establece que es a partir de la relación con otros, que el aparato psíquico se pone en funcionamiento, y así se va constituyendo con el tiempo el yo, los objetos externos (diferenciándose así yo y no yo) y también el propio cuerpo. Se construye así, la realidad psíquica, diferenciándose de “lo real”, en tanto aquello que está detrás de esa realidad. El fantasma, según Lacan, o las fantasías según las llamó Freud recubren, velan ese real. El infants requiere de un trabajo psíquico para la constitución de un cuerpo propio, porque en un principio percibe su cuerpo como una extensión del cuerpo materno, como una indiferenciación respecto a su cuerpo y al cuerpo de la madre. Lograr dicha diferenciación solamente será posible si logra oponerse a la demanda materna. Un hijo es objeto del deseo materno, respondiendo a expectativas fantasmáticas, como hemos mencionado, y además siendo pasible a los cuidados de este Otro ubicado en una posición de omnipotencia. Podemos decir también, que el traumatismo se ubica en el hecho de que el hijo está involucrado en el deseo del otro, aun antes de nacer.
Lo mas angustiante que hay para el niño se produce, precisamente, cuando la relación sobre la cual él se instituye, la de la falta que produce deseo, es perturbada, y ésta es perturbada al máximo cuando no hay posibilidad de falta, cuando tiene a la madre siempre encima, en especial limpiándole el culo, modelo de la demanda, de la demanda que no puede desfallecer. (Lacan, 1962-1963, p.64)
Lacan (1960-1961) dirá que “el amor es dar lo que no se tiene” (p.45). La madre omnipotente, a través de sus cuidados ofrece aquello que tiene, por ejemplo la comida. Pero la madre que está atravesada por la falta, por la vulnerabilidad, ofrece su falta a su hijo, y es a través de ese don que reconoce al hijo como sujeto y no como objeto de su propiedad. Se trata del deseo de reconocimiento del niño a través del propio deseo. Hablamos de un lugar simbólico y un reconocimiento de hijo como alteridad. Si bien estamos analizando la perspectiva materna, en el binomio madre-hijo, hablamos de dos sujetos, por lo que sabemos que el hijo también responde ante su madre, no puede sustraerse de su respuesta.
Pommier (2012) señala el hecho de que para el sujeto, la negación es reconocerse en su derecho de decir no, luchar contra la muerte psíquica. “Esta subjetividad negativista se pacifica cuando otra subjetividad la reconoce, por ejemplo cuando la madre le habla al bebe, la pulsionalidad del llanto se subjetiva en la palabra” (p.16). Y dirá además que ese amor específico de un reconocimiento mutuo entre la madre y el niño atenúa la aniquilación por autodevoración. El sujeto se niega a ser objeto de dominio. Podemos decir que la pulsión bajo la máscara del amor, se vuelve irreconocible, ya que era caníbal y sus mordeduras se han transformado en besos. La característica principal de la pulsión es que no se satisface nunca y su principio es la metamorfosis. “El cuerpo del niño siempre en fuga de sí mismo se niega a encarnar la demanda materna y, antes que ser su cosa incestuosa, prefiere arremeter contra las cosas, manipularlas, transformarlas, destruirlas” (p.17).
La escena de la bañadera, remite a una posición infantil que no se condice ni con la edad ni con el cuerpo adulto de Yuma, expresa literalmente el concepto de indiferenciación, de fusión del cuerpo del hijo con su madre, la no diferenciación primordial de yo-no yo.
Esa sensación de extrañeza que puede provocar en el espectador podría enmarcarse dentro de lo que Freud denominó “lo ominoso”, y que justamente expresa así:
Muchas personas concederían las palmas de lo ominoso a la representación de ser enterrado tras una muerte aparente. Sólo que el psicoanálisis nos ha enseñado que esa fantasía terrorífica no es más que la trasmudación de otra que en su origen no presentaba en modo alguno esa cualidad, sino que tenía por portadora una cierta concupiscencia: la fantasía de vivir en el seno materno. (Freud, 1917-1919, p.243).
Yuma tiene 23 años. El comportamiento de la madre y su hija, pasaría desapercibido si se tratase de una niña pequeña. Es como si el tiempo se hubiese detenido en la niñez de Yuma, pero pareciera que la que ha quedado más detenida en ese momento es la madre, porque veremos luego, cómo Yuma comienza a movilizarse para salir de ese lugar en el que su madre la ha ubicado. Es la presencia de un cuerpo adulto, manipulado pasivamente, lo que hace que la escena sea particular. Incluso la forma en la que Kyoko le habla a su hija es particular.
Siguiendo con la idea de “detenimiento”, pensamos a la inmovilidad mas allá de la parálisis física de Yuma, la pensamos a nivel psíquico. Freud relaciona al dolor con la imposibilidad de huida, con la motricidad. Y es a partir de ello Lacan (1959-1960) dirá que “deberíamos concebir al dolor como un campo que, en el orden de la existencia, se abre precisamente en el límite en que el ser no tiene posibilidad de moverse” (p.78). Lacan refiere al “dolor petrificado” (p.78) como la arquitectura misma de algo detenido, como personificación del dolor.
Si bien hemos ubicado al vínculo madre-hijo como vínculo primordial, se espera que ese vínculo se amplíe dando lugar a la participación de Otros, a través del lazo social en el cual estamos inmersos. Respecto a la madre y su deseo, es necesario que exista un deseo mas allá de la función materna.
En su texto “Sobre la mas generalizada degradación de la vida amorosdegradación de la vida amorosa”, Freud (1912) menciona la doble vertiente madre-amante, que podemos hallar en una mujer. Amante en el sentido de poder desear a otro, u otras cosas, más allá de su hijo.
En el film ubicamos al padre, que aparece presente en los pensamientos de Yuma, cada vez que se siente desolada. También observamos la interacción de Yuma con su entorno, con sus compañeros de trabajo. Distintos vínculos, lazos sociales que se van entretejiendo, a medida que el mundo de Yuma se va ampliando.
La escena de la bañadera finaliza con la expresión de Yuma oponiéndose a la sugerencia de su madre al corte de cabello, y comenzamos a vislumbrar a un sujeto, en tanto sujeto deseante, diferenciado. Una joven que aspira a sus ideales de femineidad tan presentes en sus dibujos.
De esta forma se va esbozando el conflicto entre la actitud sobreprotectora de Kyoko, quien se muestra temerosa por la condición física de su hija, y Yuma que intenta huir de esta relación endogámica.
¿Qué podría aliviar al cuerpo de su exceso? “Hacer” es ya quitarle la condición de objeto, olvidarse uno mismo en el acto y, en esta amnesia, proyectarse en lo creado. El cuerpo se salva identificándose con lo que ama, se transforma primero y crece gracias a sus objetos de predilección. (Pommier, 2012, p.17).
Transición de la sexualidad
Ante los desplantes de su empleadora, Yuma decide buscar un nuevo trabajo y es allí donde se produce un viraje en su vida. Ella se entrevista con Fujimoto, una editora de animes, quien luego de ver su trabajo gráfico le pregunta directamente si ha tenido relaciones sexuales. Ante la respuesta negativa de la joven, Fujimoto le recomienda tener relaciones sexuales, argumentando que solo la imaginación no es suficiente y que la experiencia la transformará en una mejor artista.
Para el psicoanálisis la sexualidad excede la genitalidad, va más allá de la procreación, y se halla presente en el ser humano desde su nacimiento. Desde los primeros días, el cuerpo del bebe es erotizado por los cuidados maternos. El cuerpo infantil pasará de la erogenización a la autoerotización a través de la masturbación. Los niños no tienen vida sexual si no es a través de la imaginación. Su vida imaginaria los sostiene. La época difícil es el momento de preparación de la primera experiencia amorosa. El joven adolescente siente que hay en ello un riesgo, lo desea y lo teme al mismo tiempo.
El riesgo del primer amor es experimentado como la muerte de la infancia. La muerte de una época. El hecho trascendental que marca la ruptura con el estado de infancia es la posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad; el sueño de las relaciones reales.
Cuando llega la adolescencia es cuando el mundo imaginario exterior lo provocará, le hará decir que quiere salir. Quiere ir a medir esta discriminación que ha hecho entre lo imaginario y la realidad. El adolescente querrá salir de su familia y buscar un sostén extrafamiliar.
Para alcanzar su autonomía el adolescente, que se hará a merced de las heridas en el amor propio y las alegrías, las dificultades y los éxitos, que serán los acontecimientos de su vida. Acontecimientos de su vida protagonizados por encuentros, vínculos sociales, que adquieren, la función de la tyche. Lacan (1964) define Tyche como lo azaroso, lo contingente, y ubicamos aquí también lo pulsional. “La pulsión, justamente, es el montaje a través del cual la sexualidad participa en la vida psíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia característica del inconsciente” (p.183). Encuentros que se presentan bajo la forma de trauma, porque es lo inasimilable que pone a trabajar al aparato psíquico con el fin de taponar esa hiancia, esa falta, ese agujero que se abre ante la falta de significantes.
Para que un joven alcance autonomía es necesario un doble movimiento y nuevamente ubicamos el vínculo madre-hija, porque el paso de la endogamia a la exogamia es propiciado por la dinámica que adquieren las relaciones familiares.
Mannoni (1964) dirá al respecto que la madre “reivindicativa, rebelde, será sublime en su abnegación (…) Tendrá conciencia de su papel de madre hasta en el rechazo del derecho de su hijo “en peligro” a devenir un sujeto autónomo” (p.22). Y subrayamos la palabra abnegación como una de las cualidades más visibles en Kyoko.
Podemos ubicar claramente la posición subjetiva de Yuma al respecto, en una escena en la que madre e hija se enfrentan por primera vez, luego de que Kyoko descubre el secreto de Yuma, al invadir la privacidad de sus pertenencias. Entre gritos y llanto Yuma le grita a su madre que intenta acercarse, “¡No me toques!”, “¡deja de tratarme como a una niña!”, “¡te portas como si estuvieras sacrificándote por mí!”.
El encuentro con una intervención
Para Yuma, el encuentro con Fujimoto marca un quiebre, un antes y un después. Es allí cuando decide “hacer” y dar ese paso que caracteriza a los adolescentes, anteriormente descripto, y arriesgarse al encuentro de un vínculo erótico, y/o amoroso. Ella decide actuar fuera de la mirada de su madre.
Hablamos de “intervención”, aludiendo a ese encuentro particular que sucede con un psicoanalista, y que en este caso se da con una mujer desconocida. ¿En qué radica la importancia de este encuentro? En que Fujimoto al dirigirse a Yuma, le habla a la mujer de 23 años, a la artista talentosa, reconociéndola como un par, a diferencia de su madre que no deja de ubicarla en el lugar de una niña minusválida. En esto radica la importancia de ese encuentro. De aquí en más, se abre un nuevo mundo para Yuma, que cambiará su vida para siempre, logrando tener la vida que imaginaba en sus fantasías.
Respecto al vínculo materno, también se producen cambios en Kyoko.
Podemos concluir evocando las palabras de Lou Andreas-Salomé, discípula de Freud: “la técnica cinematográfica es la única que permite una tal rapidez en la sucesión de las imágenes que se corresponden más o menos a nuestras propias facultades de representación, imitando en parte su carácter caprichoso” (Laso y Fariña, 2019).
Es el cine para el psicoanálisis, una herramienta que nos permite repensar y articular conceptos teóricos. Esta película es un ejemplo de la función que tiene el cine en tanto pasador de lo real a lo simbólico, a través de lo imaginario.
La historia de Yuma, nos muestra las dificultades que le provoca su enfermedad, pero paradójicamente, ella se debe enfrentar a una dificultad mayor en este momento de su vida, debe poner un límite al vínculo que su madre ha establecido con ella un vínculo que la asfixia, que la paraliza aún más, evitando que pueda crecer y que pueda hacer realidad sus anhelos.
Hemos abordado la importancia del vínculo con el Otro, y especialmente el vínculo madre-hijo, del cual depende la constitución subjetiva. La presencia de otro, u otros es necesaria para el ser humano desde el comienzo de la vida, sin ella desfalleceríamos.
En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo. (Freud, 1921, p.67)
Referencias:
Dolto, F. (1997). La causa de los adolescentes. Paidós
Freud, S. (1895). Proyecto de psicología. En Amorrortu (Ed.), Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (pp.323-392). Obras Completas (Vol. I). Amorrortu editores.
Freud, S. (1901-1905). Sobre un caso de paranoia escrito autobiográficamente. Obras Completas (Vol. XII). Amorrortu editores.
Freud, S. (1910). Sobre la más generalizada degradación sobre la vida amorosa. En Amorrortu (Ed.), Cinco conferencias sobre psicoanálisis (pp.169-170). Obras Completas (Vol. I). Amorrortu editores.
Freud, S. (1911-1913). Fragmentos de análisis de un caso de histeria (Dora). Tres ensayos de teoría sexual y otras obras. Obras Completas (Vol. VII). Amorrortu editores.
Freud, S, (1917-1919). De la historia de una neurosis infantil. Obras Completas (Vol. XVII). Amorrortu editores.
Freud, S, (1932-1936). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Obras Completas (Vol. XXII). Amorrortu editores.
Lacan, J. (1959-1960). La ética del psicoanálisis. El Seminario (Vol. VII). Paidós.
Lacan, J. (1960-1961). La transferencia. El Seminario (Vol. VIII). Paidós.
Lacan, J. (1962-1963). La angustia. El Seminario (Vol. X). Paidós.
Lacan, J. (1964). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. El Seminario (Vol. XI). Paidós.
Laso y Fariña (14 de Agosto de 2023). Cine y subjetividad: el método ético-clínico de la lectura de películas. http://intersecciones.psi.uba.ar/
Mannoni, M. (1964). El niño retardado y su madre. Paidós.
Pommier, G. (2012). ¿Qué quiere decir hacer el amor? Paidós.
Recalcati, M. (2019). Le mani della madre. Feltrinelli.
NOTAS
FORUM
Me resulta muy interesante el recorte de las dos escenas que pones en relación. En ambas hay un exceso, que he llamado obsceno siguiendo a Baudrillard como más visible de lo visible, en el punto en el que ambas se ubican frente al cuerpo de Yuma con decires que que lo nombran y marcan en aquellos puntos que se esperaría automáticamente un NO!
El primer no en la relación con el otro apunta a abrir ese espacio para otros gestos, gestos de amor, no de apoderamiento del cuerpo del otro, el segundo, con Fujimoto, rápidamente podría leerse como avasallamiento, pero ambos decires hacen acontecimiento y producen un sujeto allí al abrir por su respuesta ( responsabilidad) a posteriori un sujeto nuevo que pueda relacionarse de otro modo con su cuerpo y con el cuerpo del otro. Relaciones que se plasman en su producción artística.
Película:37 segundos
Título Original:37 sekanzu
Director: Hikari
Año: 2019
País: Japon
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