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21 Gramos

por Brajtbort, Eva Beatriz

Un profesor universitario, Paul Rivers espera un transplante cardíaco, siendo su estado de salud crítico, su esposa, Mary hace todo lo posible para quedar embarazada. Su relación de pareja está al borde del abismo, ya que estuvieron separados anteriormente.

Cristina Peck, es la abnegada esposa de Michael con quien tiene dos pequeñas hijas a las que adora, hasta que un trágico accidente termina con la vida de sus seres queridos. Cristina toma la decisión de donar los órganos de su esposo, decisión que habilita y posibilita su encuentro con Paul.
La película termina con una dedicatoria:

A María Eladía
Pues cuando ardió la pérdida
Reverdecieron sus maizales

Nos parece oportuno introducir algo sobre el clima y los escenarios que se desarrollan en 21 gramos. La película tiene muchos silencios y las escenas nos confrontan todo el tiempo con el pasado y el presente. Como si los tiempos se resignificaran unos con otros, como si el pasado retornara, emergiendo y dándole sentido al presente, a modo de una temporalidad retroactiva.

Para el análisis del presente trabajo se hará un recorte de la película quedando algunas situaciones por fuera del mismo.
Un hombre se encuentra determinado frente a la encrucijada entre seguir viviendo o morir. La enfermedad se apoderó de su cuerpo, su vida depende de la muerte de otro.

¿Cómo es posible para un hombre sostenerse y atravesar esta situación?
La necesidad es la categoría lógica matemática por fuera de la subjetividad, la necesidad de recibir “el corazón”. Si pensamos el azar como algo imprevisto, no calculado, recibir “el corazón” es algo de lo que el sujeto no tiene manejo ni puede anticipar.

Paul se encuentra agonizando, a la espera de un transplante de corazón, es cuidado y atendido por su esposa, con la que no pudo concretar su paternidad y con quien no tiene una buena relación de pareja. Sin embargo, Mary está obsesionada con quedar embarazada y está dispuesta a operarse y a realizarse una inseminación artificial para conseguirlo, decisión con la que Paul no está de acuerdo no obstante accede al saber que le quedan pocos días de vida.
El corazón que Paul necesita llega, el trasplante se realiza y la vida continúa.

¿Pero cómo continúa? Paul acepta las reglas del juego. Al recibir un trasplante de órgano, le es vedada la posibilidad de conocer información sobre el origen del donante. Pero aquí, Paul rompe el acuerdo, la situación lo desborda, a modo de una catástrofe (del griego trophe, darlo vuelta todo) [1]
Paul comienza la búsqueda desesperada hasta dar con la viuda del donante de quien se enamora y se involucra afectivamente, dejándola embarazada.

Podríamos decir que hay un antes y un después del transplante. Paul se pregunta en el después: ¿Quiero saber quién soy ahora? A partir de la pregunta ya no todo puede ser explicado por la necesidad y el azar, es entonces que se produce una grieta entre la necesidad y el azar y se abre el circuito de la responsabilidad subjetiva.

Pero ¿de qué responsabilidad estamos hablando? Podemos distinguir entre la responsabilidad jurídica y la subjetiva; ésta última interpela al sujeto más allá de la fronteras del yo, puntos de ruptura de quiebre del sentido, efecto de las formaciones del inconsciente, los de mayor potencialidad del sujeto; en la primera se plantea al sujeto autónomo, de la razón, sujeto de la conciencia, que puede responder y ser interpelado a la luz de los códigos jurídicos.

En este circuito de la responsabilidad aparece lo que podemos llamar
Tiempo 1: Paul se somete a una intervención quirúrgica, un trasplante del corazón que le permitirá continuar con la vida, suponiendo que con este acto se agotarán todos los objetivos prefijados.
Tiempo 2: Paul registra que algo anduvo mal, algo más allá de lo esperado.

Es invadido por el reproche, la culpa, como si estuviera en deuda con quién lo ha salvado, se siente interpelado, urgido a saldarla. Ha trocado la vida por la muerte de otro. La culpa es, en principio, una condición para el circuito de la responsabilidad subjetiva.

Este Tiempo 2 resignifica al Tiempo 1, lo sobreimprime, en Paul adviene la angustia por la pregunta de ¿quién soy ahora?
Podemos plantear algunas hipótesis clínicas que nos permitirían arrimarnos a posibles explicaciones:

• Paul podría haber continuado con su vida, su pareja y sentirse feliz por haber seguido viviendo. Pero no, algún punto ciego operó en él desde su propio deseo inconsciente. Su corazón, símbolo del afecto, del amor, estaba resquebrajado antes del transplante. El reemplazo de un corazón por otro lo enfrentó con aquello que no había calculado.

• Lo que manifiestamente parecería saldar una deuda como pagando algo por su vida, como agradeciendo a Cristina (“quería darte las gracias y ahora no puedo separarme de ti”) lo encontró a Paul buscándose a sí mismo. Sin saberlo, algo del amor y de su paternidad fallida comenzó a desplegarse.

• También algo del orden de la pulsión de vida y de muerte, de esta mezcla y desmezcla, se puso en movimiento. “Mi vida a cambio de la muerte de otro”.

Aquí se abre la potencialidad de un Tiempo 3, el sujeto de la responsabilidad, pero no desde la dimensión moral (tomando los valores compartidos socialmente, costumbres, lo esperable o lo condenable para una situación determinada, lo pertinente a la conducta social de un Sujeto entre otros, la moral es temporal y es una deuda sin alternativa) [2], sino el de la responsabilidad subjetiva. Aquélla que atañe al sujeto en relación a aquello que desconoce de sí mismo. Esta potencialidad del tiempo 3 nos introduce a un Sujeto diferente, ya no al del tiempo1. Las líneas de puntos del tiempo 3 nos abren otro tiempo en que un hombre produce efectos que le retornan.
Desde la responsabilidad subjetiva, “es el sujeto de la renuncia, que puede sustraerse a dormir en los signos de un guión ajeno creyéndolo propio” [3]
¿Pero Paul pude seguir durmiendo en los signos de un guión ajeno o puede abrir otro tiempo? Esta es una decisión, un acto, que implica llevarlo a cabo por fuera de los otros, por fuera de la moral, del bien, del mal (lo particular) “el devenir particular deviene particularista si se niega la singularidad”. [4]
Es entonces, en el campo del universal singular, donde el Sujeto debe enfrentarse a su propia soledad, a lo atemporal, a lo existencial y atemático, es en el campo de la subjetividad donde la lógica bivalente ya no es aplicable.

Paul con su nueva vida, desde el límite con la muerte, despierta y se enfrenta al tiempo 3 no sin haber pasado por el reverso de la responsabilidad, la culpa. En este tiempo el sujeto de la responsabilidad subjetiva es el primer sorprendido.

Paul no se acobarda frente a su deseo, lo enfrenta. Ya no es el mismo, se ha posicionado frente a la responsabilidad subjetiva que le otorga un “superávit”, un plus, como contrapartida de la “culpa” que opera como un “déficit”, como aquello que insiste, que repite.

Se produce un cambio en la posición subjetiva de Paul: encontrando al dueño del corazón que le dio vida, puede encontrarse a sí mismo.

“El hombre no piensa con el alma como piensa el filósofo. Piensa porque una estructura, la del lenguaje -la palabra lo implica-, porque una estructura recorta su cuerpo, y nada tiene que ver con la anatomía.”

Jacques Lacan, TELEVISION
(1974), parte II

El lenguaje está pensado como algo que viene de afuera a recortar el cuerpo, a producir en él un efecto de corte. Esto es universal: el lenguaje tiene un efecto simbólico que podemos llamar castración.

Para hacer una distinción entre el lenguaje como estructura y la palabra (el habla) tomamos la distinción que hace Lacan entre la vertiente imaginaria, la relación del sujeto con los otros especulares y la vertiente simbólica, la relación del sujeto con el Otro del lenguaje, esto es lo que lo separa de la anatomía.

En nuestro ejemplo distinguimos como un efecto singular el cambio de posición que adopta Paul para su vida, es a partir de la operación que una palabra es resignificada en relación con el deseo. Podemos pensar que a partir del tiempo 2, la palabra “corazón” (asociada popularmente a los afectos) que todos compartimos, deja de tener un significado particular (moral), para adquirir una significación que le es propia. Lo universal no se realiza sino en la forma de lo singular y utilizando como soporte lo particular, es decir, los códigos compartidos.

El efecto universal-singular es la apropiación subjetiva que Paul hace del lenguaje.

Bibliografía

 Michel Fariña, J: Ética: un horizonte en quiebra, cap. IV; V; VI; Eudeba, Bs. As.

 Lewcowickz, I: Particular, Universal, Singular en Ética: un horizonte en quiebra, cap. III. Eudeba, Buenos Aires.

 Aiel, A: Una poética del estilo. En El estilo y el acto. Ediciones Manantial.

 IBIS (International Bioethical Information System) En CD-ROM.

 Gutierrez, C y Salomone, G: La responsabilidad profesional, entre la legislación y los principios éticos.

 Desastres y Catástrofes. Ficha de la cátedra.

 Michel Fariña y Gutierrez: Veinte años son nada. Causas y azares n3, Bs. As.

 Jinkis, J: Vergüenza y responsabilidad. Conjetural n13. Editorial Sitio. Bs. As.

 Mosca, JC: Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires.

 Salomone, G: Las formaciones del inconsciente y la responsabilidad. Ficha de la cátedra.

 Ariel, A: La responsabilidad ante el aborto. Ficha de la cátedra.



NOTAS

[1Catástrofe. Refiere a la alteración de las referencias simbólicas en los sujetos cuando la magnitud del evento excede las capacidades singulares y colectivas. IBIS 1.5 CD-ROM

[2Alejandro Ariel: “El estilo y el acto”

[3Alejandro Ariel: “La responsabilidad ante el aborto” Clase teórica

[4Ignacio Lewkowicz: Paradoja, infinito y negación de la negación

Película:21 gramos

Titulo Original:21 grams

Director: Alejandro González Iñárritu

Año: 2003

Pais: Estados Unidos

PDF: 21 gramos

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