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A puerta cerrada

por Ariel, Alejandro

Es extraño no ver, es renunciar al rostro de las cosas.
Su presencia deja así de ser el rostro y revela una
levedad irritante que amenaza el yo en ellas.
La lejanía es feroz tanto como la cercanía estéril.
Ambas delimitan un espacio agujereado, pero
¿agujereado de qué?
No hay descanso en la mirada, solo interrogantes
y molestias.
Nada está en su lugar, aunque el lugar esté.
Ver borrones de cuentas imposibles de hacer,
dejan el cuerpo a la intemperie.
Alejandro Ariel

¿Cuál es la dignidad humana y en qué relación está con el infierno y el miedo?

Este eje nos acompañará por la obra de Sartre “A puertas cerradas”, llevada al cine por Pedro Escudero.

Vayamos directamente a la ruta que queremos transitar. ¿Qué es el infierno sino aquello que sucede en la vida, donde uno está muerto sin poder dormir, sin poder cerrar los ojos a lo que se nos impone desde el interior?

El infierno es cuando no hay llave de luz, ni ventanas, ni párpados. Cuando ni la cortesía ni la violencia sirven como velos. Se trata de una pregunta:

¿El infierno se puede compartir, se puede colectivizar, o es de cada uno entre los otros?

El miedo es esperar la tortura, tortura que verdaderamente es su misma espera. ¿Hay espectáculo del miedo?

Cada cual tiene lo que se merece, se nos dice impiadosamente. Sin párpados, ha desaparecido la piedad, el amor, la fraternidad. Cada uno a solas es su propio verdugo de un crimen que no puede ocultarse, aunque se lo vele frente a los demás.

Cuando estamos en el infierno, somos verdugos asustados de lo peor imaginado. Que jamás llega porque lo peor ya existe y no se dejó de verlo ni de pensar en ello.

En el infierno no hay error, se está allí por no haber dicho NO…

Luego, decir NO es una hazaña casi imposible.

En el infierno no hay equivocaciones ni tiempo. Se existe sin espejo salvo aquello que no cesan de espejarnos. El alivio sería ya no ver, ni siquiera recuerdos. Allí se moriría para siempre.

El infierno no produce un dolor real: es lo real del dolor en la escena del mundo.

No hay héroes, ni cobardes, ni comprensión. Cada uno, solo entre otros, no deja de estar solo: los lazos lo entraman más y más a la verdad de por qué se habita allí.

El mal ya se produjo y su subjetivación es ese abismo: estaría por producirse uno peor. Pero… lo peor es justamente esa espera. Ya la muerte humana no salva, apenas clausura la eternidad.

Hay la alegría del inconsciente que es el NO.

Se combate el miedo con ese NO del inconsciente.

Se predica bajo la forma de la moral, de la huida, del deber ser, del cómo vivir. Esta prédica es el miedo y su modo de conjurarlo.

NO ES MAS QUE EL MIEDO DISPUESTO A ASUMIR EL PODER.

Se tratará aquí de un deseo, EL DE DESISTIR DE ASUMIR EL PODER.

Ese desistir es una aptitud que no se compra ni se vende. Solo se goza cuando la hay.

Desistir de asumir el poder es efecto de tener la convicción de la existencia del inconsciente.

Desistir de asumir el poder, “salva” al SUJETO. Es lo que hay cuando lo hay.

La verdadera voluntad de poder, es este desistimiento.



NOTAS

Película:A puerta cerrada

Titulo Original:A puerta cerrada

Director: Pedro Escudero

Año: 1962

Pais: Argentina