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¿Qué pena tu vida o el circuito de la responsabilidad?

por Latorre, Carolina

Relato de la película

La película transcurre en Santiago de Chile y está ambientada contemporáneamente Un joven de 29 años, Javier, es un publicista que vive solo en la ciudad, tiene un auto nuevo y en el último año ganó el premio al “mejor publicista del año”. Se denomina un “2.0”, respecto a su relación con la tecnología y las redes sociales. Tiene una amiga de toda la vida, Ángela, quien lo acude cada vez que él necesita, lo apoya, lo escucha, lo entiende, lo aconseja.

Dice que una vez leyó en una revista que estaba científicamente comprobado que todos teníamos un alma gemela . Conoce a Sofía, una joven con aspiraciones de cantante, de quien Javier se enamora y cree que es ella su “alma gemela” y con quien salió por tres años “y un poquito más” según él, dos años y seis meses según ella. A las tres semanas, le dice que la ama, y Sofía se sonríe, le dice “Gracias” y sale corriendo a pedir un taxi. Javier, se queda pasmado viendo cómo se aleja y le manda un mensaje de texto a Ángela, quien le responde que ella ya le había dicho que esperara al tercer mes, y finalmente le manda un mensaje que dice “Que pena tu vida”, frase que le da título a la película.

En una ocasión, luego de haber pasado la noche junto a Sofía, por la mañana entra la madre de Javier, quien muy entusiasta le dice a Sofía “que no se preocupe, que ella es súper relajada, y que se pone muy feliz que al fin a Caqui (Javier) le haya tocado, estuvo tanto tiempo solito el pobre…”.

Él la deja porque “ya no la amaba más”, y luego de un tiempo decide recuperarla. Pero ella no le perdona lo que sufrió en silencio por el abandono, y le dice que a él nunca le importó “su mundo”, su carrera de cantante, su familia, que sólo quiere estar con ella para no estar solo. Entonces le propone “borrarse” de las redes sociales que compartían. Lo hace y borra las fotos digitales de su teléfono.

Dice que cuando Sofía lo dejó, enloqueció, que después de la ruptura comenzaría un tiempo de reflexión, de introspección. Así, busca entre sus contactos a mujeres con quienes salir, recorre bares y boliches en unas noches llenas de ruido y alcohol, pero en el fondo vacías y en soledad. Escribe como estado en Facebook: “A veces es mejor estar mal acompañado que solo”. Se entera que Sofía comenzó a salir con un cantante muy conocido “Jean Paul” y comienza a ser exitosa. Ve un cartel de propaganda que los anunciaba y al mirarlo, se entristece.

Sigue en sus recorridas nocturnas y llega a un bar acompañado por una modelo, en el cual anuncian que se presentará esa noche al ganador del Grammy Latino que resulta ser Jean Paul y Sofía. Al terminar el evento, los espera en el estacionamiento. Le dice a Sofía que qué está haciendo, que ese es su bar, que lo deje de perseguir. Sofía le contesta que nadie lo está persiguiendo. Se va al auto. Javier se burla de ellos y les dice que les da asco. Sofia se vuelve y con lágrimas en los ojos le dice que con qué derecho la trata así, que si quiere, le regala el bar para que se emborrache y se golpee la cabeza contra la pared a ver si encuentra alguien que lo aguante y que lo quiera como lo quiso ella. La escena termina con Javier atónito mirando cómo se aleja.

En la agencia de Publicidad en la que trabajaba sufren la crisis económica del 2008-2009 y ya no lo llaman, por lo que comienza a buscar trabajo. Tiene problemas con el banco, y se ve obligado a malvender su auto. Pone en venta el departamento. Mientras tanto, su amiga Ángela le es incondicional y lo ayuda, le ofrece trabajar con ella como vendedora, a lo cual Javier responde que él es Director Creativo y no puede trabajar de otra cosa.

Y si aún le quedaba algo por perder, la pierde a Ángela como amiga porque en una fiesta en la que ella trabajaba, la deja esperando más de tres horas porque se había reencontrado con una ex. Cuando están volviendo en el auto de Ángela, ella le dice que para él, ella es siempre secundaria y que la había dejado sola a ella, su mejor amiga, que eso “los amigos no lo hacen”. Él le dice que “está celosa”, ante lo cual Ángela lo obliga a bajarse del auto. Luego de un tiempo, trata de llamarla pero no lo atiende, le manda un mensaje de texto que dice “¿Cuánto va a durar esta ley del hielo?”

Habiendo vendido el departamento, el barman del lugar que frecuentaba diariamente le dice de un lugar para dormir -el cual no tiene ventanas y para salir o entrar tienen que abrirle la puerta desde afuera-. Sale una noche con el hombre a quien le alquiló y al volver este hombre intenta tener relaciones sexuales con él, ante lo cual Javier, horrorizado y temeroso acude a lo de Ángela, quien no le hablaba desde la escena del auto. No tiene lugar en lo de la amiga porque estaba con un hombre –uno con quien ya había tenido un altercado y además le había ido a pedir trabajo-, esta situación lo sorprende a Javier, y Ángela le devuelve un “Estás celoso”, por lo cual va a casa de su madre. Se encuentra con que la madre –recientemente divorciada- está saliendo con un hombre y que se van a casar. Cuestiona esta idea y le pregunta si es necesario que se casen.

Por la noche, ve que Ángela postea en Facebook “Al fin…feliz J”, ante lo cual decide borrar su casilla, eliminarse del Facebook. Toma una bicicleta y en la noche va hasta el cartel donde había visto a Sofía con Jean Paul por primera vez y le grita que la odia, que le arruinó la vida. Estando solo en la plaza a la que siempre iba con Ángela, le escribe “S.O.S.”, código ineludible para ellos para acudir inmediatamente a donde se encontraba el otro. Llega Ángela y lo encuentra tirado, lloroso y borracho. Le pregunta qué le pasó y Javier responde que “todo”, “no tengo auto, no tengo casa, no tengo trabajo, no tengo nada”. Ángela le pregunta “¿Para qué me llamaste? ¿Para qué te diga que tenes razón y que tu vida es una mierda? Me aburrí de ser tu psicóloga. Yo también tengo problemas y no me la paso quejándome todos los días. ¿Sabes cuál es tu problema? Que nunca has valorado nada de lo que tienes, estas sano, eres inteligente, tienes gente que te quiere y aun así te esfuerzas por dar pena. Te mereces cada una de las cosas que te están pasando porque sos un egoísta y solo piensas en ti.” Ángela se retira y Javier queda pasmado ante semejante declaración y acto seguido va a la casa de Sofía. Le dice que viene a pedirle perdón, que se portó como un imbécil con ella. Le desea que sean felices ella y Jean Paul, ella se conmueve y lo abraza, mientras él dice entre sollozos “Perdóname por favor.”

Finalmente se casa la madre y hace que su ex ex fuera con Javier para que no esté solo en la fiesta, cumpliendo su designio: “¡Cómo se te ocurre que mi hijo va a estar solo en mi matrimonio! Si tu no invitas a alguien, la voy a invitar yo”. En el medio de la fiesta, recibe un mensaje de texto diciendo S.O.S de Ángela a lo que acude a verla. Escucha que se separó del novio, que lo estaban investigando, que era casado. La consuela. Van juntos a la fiesta de casamiento de la madre, bailan y se divierten.

Pasada la fiesta, cerca de las seis de la mañana están charlando y Javier se pone a escribir un mensaje de texto, Ángela le reprocha esto y se da cuenta que es un mensaje para ella. Le pregunta qué significa lo que dice y el responde que significa lo que significa, le dice que la ama y se besan mientras en el fondo hay violines sonando.

Análisis de la película

“Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo”. Erich Fromm (1900-1980)

El análisis que se efectuará en el presente informe, recae sobre el personaje de Javier, quién dará un vuelco importante a su vida, lo que le produce la necesidad de replantearse sus ideales y su manera de posicionarse frente a la vida. A lo largo de la película se puede observar cómo Javier va cayendo paulatinamente a partir de una pérdida amorosa, que él mismo había propiciado, pero es a ella, Sofía, a quien le echa la culpa por su infortunio. Su frustración ante no poder recuperarla, lo golpea directamente a su narcisismo, el cual se verá golpeado una y otra vez por las diferentes pérdidas hasta llegar a darse cuenta del valor real de las cosas y de aquellas que son invaluables.

Así, entra en escena la moral de los bienes, en tanto Javier “es” por lo que tiene; es un joven exponente de la clase media que terminó sus estudios universitarios y consigue un trabajo, auto, departamento. Siendo Director Creativo, y habiendo ganado el premio del año, no se concibe trabajando en algo que considera no es para él, y no tener trabajo lo lleva a perder su departamento y su auto.

La frase que acompaña este subtítulo bien podría explicar sintéticamente el leit motiv argumental de “Qué pena tu vida”. Las redes sociales, el ser 2.0 que propicia las nuevas tecnologías, acortan distancias, permiten estar comunicado, pero eso no significa no estar solo. Hacerle frente a la soledad es algo que Javier, así como todo ser humano, tiene que poder sobrellevar, adoptando las vicisitudes de cada uno, y la forma que adopta en él es desde lo imaginario de las fotos o el bullicio de una fiesta. Coleccionar “contactos” o “amigos de Facebook” para no sentirse solo no implica no estarlo. Como dijo Friedrich Nietzsche (1844-1900) “Nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad”. Puede decirse que lo que hace de velo a la soledad es esa acumulación de objetos imaginarios, tratando de obturar la falta simbólica, estructurante. La hipótesis clínica que se propone aquí permitirá comprender la importancia del “no estar solo, estar siempre on line” para este sujeto.

Pero es en esa misma soledad en la que se produce un acto ético, el cual da existencia (de ahí que se lo considere “existencial”), y tiene un carácter no completamente calculado por el sujeto que lo lleva a cabo.

Los seres humanos no somos responsables de todo lo que ocurre, estamos sometido a dos lógicas: de la necesidad y el azar, que son elementos externos al sujeto que intervienen en la vida del mismo cambiándole el rumbo.

El circuito de la responsabilidad [1], para que sea tal, debe contar con los elementos de necesidad y azar, y en esta película se puede ubicar la Necesidad –entendida como los elementos que gobiernan la vida del sujeto, sin que éste pueda intervenir para impedirlo- en la crisis económica que afecta la empresa en la que trabaja, filial de una internacional con casa matriz en Europa. Algo de azar hay también en este hecho ya que no puede ser anticipado. Este elemento lo ubica a Javier ante la realidad del desempleo y la consecuente dificultad para encontrar trabajo, con lo que no puede sostener su estilo de vida, eso que él creía que le daba identidad, pertenencia a determinado grupo.

El Azar –entendido como la casualidad, la “suerte”- puede ubicarse en los encuentros accidentales e imposibles de anticiparse con Sofía. Por ejemplo, cuando se entera que está de novia, cuando ve el cartel que la anunciaban junto a Jean Paul, cuando se encuentran en el bar en el cual cantan Sofía y Jean Paul (aunque cabe aclarar que para Javier no fue azaroso, y de hecho le reclama que lo deje de perseguir).

Se pueden detectar los tres tiempos lógicos comprendidos bajo el término del circuito de la responsabilidad. Según D´amore, la interpelación subjetiva es la puesta en marcha del circuito, y responde a la lógica de la retroacción. El primer tiempo de este circuito es en la que el sujeto lleva adelante sus acciones con determinados fines.

En el caso de Javier, puede observarse que se desliga de todo aquello que le acontece, sintiéndose de alguna manera “víctima” de lo que le hacían los otros. Son ejemplos de ello: que Sofía no quiere volver con él y luego “lo persigue”, que la empresa donde trabaja quiebra, debido a la crisis no consigue trabajo (de lo que él quiere), por eso mismo pierde el departamento y el auto, que Ángela lo hace bajarse de su auto. Y finalmente, como corolario de esta seguidilla de situaciones que se suceden a lo largo de la película, le dedica a Sofía un grito frente al cartel: que la odia, que le arruinó la vida, haciéndola así responsable de su propia tragedia “griega”, como la describiera Ángela. Mientras esta escena acontece, desde que sale de su casa en bicicleta hasta la aparición de Ángela, de fondo se escucha la canción “Que pena mi vida” (ver anexo), cuyo estribillo recalca “Y ahora estoy tan Solo, solo…Ya no sé quien soy ni hacia donde voy…”

Pero en el segundo tiempo ocurre algo que cambia el curso de los acontecimientos e interpela la acción acontecida en el tiempo uno. En este tiempo, el de la interpelación, es en donde el particular sostenido se resquebraja, provocando la aparición de una pregunta en relación a la posición del sujeto. Este tiempo se ubica en la película en el momento en que Ángela acude al mensaje de “S.O.S.” de Javier, a quien encuentra tirado, lloroso y borracho. Le pregunta qué le pasó y Javier responde que “todo”, “no tengo auto, no tengo casa, no tengo trabajo, no tengo nada”. Ángela le pregunta “¿Para qué me llamaste? ¿Para qué te diga que tenes razón y que tu vida es una mierda? Me aburrí de ser tu psicóloga. Yo también tengo problemas y no me la paso quejándome todos los días. ¿Sabes cuál es tu problema? Que nunca has valorado nada de lo que tienes, estas sano, eres inteligente, tienes gente que te quiere y aun así te esfuerzas por dar pena. Te mereces cada una de las cosas que te están pasando porque sos un egoísta y solo piensas en ti.”

Esto le genera culpa a Javier, puede verse en su cara de acongojado cuando Ángela le habla, y cómo queda cuando lo deja solo. Pero se debe recordar que la culpa que le emerge y que lo lleva a resignificar algo de la acción emprendida en el tiempo uno, por otro lado le ahorra al sujeto la responsabilidad pendiente de eso de lo que no quiere saber.

Es interesante subrayar que en esta situación, Javier dice “no tengo…” en relación a bienes materiales, a la moral de la época en la que se ubica sociohistórica y culturalmente Javier, pero Ángela lo responsabiliza por lo que le ocurre, diciéndole además que “tiene” en relación a la condición humana, universal: salud, gente que lo quiere. Remite directamente al movimiento desde la moral de los bienes a la ética, y retomando la noción de acto ético, el sujeto ante una situación que se presenta dilemática (en tanto, como explica D´amore del griego, dos temas), se ve obligado a responder, visto que ya no será el mismo que antes de la interpelación (en este caso, que Ángela le hace sobre sus “padeceres” y sus supuestas “miserias”, a diferencia de desculpabilizarlo) porque sobre dicha situación hay que tomar la palabra, en resguardo de lo singular. En Javier, puede pensarse lo singular tanto de su deseo inconsciente como de su forma de padecer, de responder; apropiarse de ello y reconocerse ahí, que eso que le resulta ajeno, en realidad le pertenece.

Esto lleva a interpelar su posición en la que cómodamente estaba instalado, como en la escultura en la que está metido físicamente, y de esta manera no puede eludir dar una respuesta a sus acciones y dichos.

El tercer tiempo es el que resignifica el tiempo uno, a la ley del tiempo dos. Pero la distancia entre el tiempo uno y dos no debe agotarse en necesidad y azar, aunque sean elementos que estén presentes, si no fuera así, la pregunta por la responsabilidad, en tanto otro nombre del sujeto, carecería de toda coherencia.

Siendo que la culpa hace que se retorne sobre la acción por la que se “debe” responder [2], Javier al verse constreñido a responder por sus acciones y dichos luego de los cargos que le imputa Ángela, lo primero que hace es pedirle perdón a Sofía, a la luz de sus acciones efectuadas en el tiempo uno. Ángela conmovió la posición de “bella indiferencia” de Javier, produciendo una rectificación subjetiva y a la vez Javier resignifica lo que le dijo a Sofía durante todo ese tiempo, y es algo que tiene la urgencia de decirle.

D´amore plantea en “Responsabilidad subjetiva y culpa” que el perdón es una operación que inscribe la deuda. Así, puede corroborarse que Javier se vio interpelado y responde a dicha interpelación con una de las formas que adquiere la culpa en tanto deuda: fue a pedirle perdón a aquella a quien le atribuía la culpa de todas sus desdichas, a Sofía. De esta forma, asume su responsabilidad subjetiva, la cual no es sin culpa por lo que se hace y se dice, a la que fue llevado por medio de la interpelación subjetiva.

Hipótesis clínica

¿De qué es responsable Javier?

Siguiendo los lineamientos de Lacan, un sujeto es culpable de haber cedido a su deseo, de no haber actuado conforme a él. Habría que indagar en Javier cual es el deseo que está puesto en sus elecciones, en sus fracasos.

Javier, responde de manera anticipada, es decir obtura con su fantasma que proclama: “soy el pobre nene de mamá” la falta en el Otro, la incompletud, la castración propia y materna.

El tema de la soledad que se había planteado en un primer momento, se puede singularizar en la hipótesis clínica. La película comienza con Javier diciendo que había leído en una revista que estaba científicamente comprobado que todas las personas tienen un alma gemela. Como segundo punto, es dable de destacar el papel de su madre, Patricia, quien hace de intermediario en sus relaciones con otras mujeres, en su sexualidad. Si se mira desde la óptica de esta madre, quien no soporta que su hijo esté solo, lleva a suponer que el fantasma de Javier gira en torno a satisfacer este deseo materno (y recordando a Lacan, el “deseo es el deseo del Otro”) que “todo lo sabe”, a quien no puede engañar.

Un ejemplo de ello es cuando luego de tener relaciones sexuales con una modelo, se da cuenta que –una vez más- se le rompió el condón, por lo que hay una posibilidad de embarazo. Busca en Internet sobre la “pastilla del día después” y encuentra que sólo se vende bajo receta médica. Acto seguido, llama a su mamá y le dice que le pase el número del pediatra porque se siente algo resfriado, ante lo cual, la madre le dice “si se le rompió el condón y quiere la pastilla del día después, sólo tenía que pedírmelo”. Javier dice "mi mama tiene un radar metido en la cabeza, siempre lo sabe todo": esto, sumado a llamar por un pediatra teniendo casi treinta años, da cuenta de una postura muy infantil respecto a la madre, donde él es un pobre niño que aun no dejó caer a esos padres idealizados ("lo sabe todo" puede leerse desde ahí, que no acepta la castración materna y por lo tanto la propia, tampoco nunca la confronta ni le dice "no te metas” aunque esté en la cama con su novia). La madre “se mete” en la cama del hijo, y él ¿no puede y/o quiere sacarla?

Entonces, esta dificultad de “estar solo” (que Sofía le recrimina que a él “nunca le importó “su mundo”, su carrera de cantante, su familia, que sólo quiere estar con ella para no estar solo” y satisfaciendo así el deseo materno, podría completarse) vuelve a plantearse cuando busca su “alma gemela” por el mismo motivo, pero puede pensarse que hunde sus raíces en los designios maternos. De hecho, todas las mujeres de Javier que conoció le parecieron “encantadoras, divinas, un amor” (Mariana, Sofía, la modelo), y al conocer a Sofía le dice que se pone muy feliz que al fin a Caqui (Javier) le haya tocado, “estuvo tanto tiempo solito el pobre…”. Y en relación con su casamiento, le pregunta que con quién asistiría, a lo cual Javier responde que “solo”, y la madre le recrimina “¡Cómo se te ocurre que mi hijo va a estar solo en mi matrimonio! Si tu no invitas a alguien, la voy a invitar yo”.

Concluyendo, si su deseo es el deseo del Otro, si aún sigue alienado a los significantes maternos como puede constatarse, entonces Javier es responsable de ese deseo: tener un alma gemela, no estar solo. Y es casualmente en el casamiento de la madre cuando ¿se percata? de que a quien había amado todo este tiempo era a esa mujer que al principio de la película describió como “una amiga con pico y bigote, un amigo con tetas, le podía contar cualquier cosa”, y era quien le aconsejaba sobre qué/cómo hacer/decir a las mujeres que le gustaban. Así, la sexualidad en el caso de Javier se presenta siempre mediatizada, para acceder a la sexualidad interpone a otras mujeres con quienes no tiene relaciones, pero la película termina mostrándolo “enamorado” de aquella amiga de toda la vida, a quien le cuenta todo y quien sabe todo de él (características que comparte con Patricia, su mamá). En un pasaje de la película, Javier le dice en tono burlesco a Ángela “sí, mami”, lo cual lleva los planteos de Salomone sobre el chiste [3] en tanto una de las formaciones del inconsciente del cual dice que “a través de condensación y desplazamiento, las mociones inconscientes fallidamente reprimidas encuentran su expresión en forma desfigurada”.

La madre no quiere que el hijo esté solo, y la película muestra los avatares de Javier tratando de cumplir ese deseo (alma gemela, Sofía, Mariana, Facebook, redes sociales, salidas nocturnas, mensajes de “S.O.S” para que lo ayude Ángela), y termina confrontándose a su soledad, y atravesando su posición subjetiva de desresponsabilidad en la que estaba instalado y llegando así a la responsabilidad subjetiva.

Puede indicarse que Ser el pobre niño de mamá lo sostiene en una posición cómoda, porque el “no tiene la culpa de aquello que le hacen”, y por otro lado la madre aparece en las situaciones en las que tendría que hacerse cargo de sus decisiones (por ejemplo la madre le compra comida cuando se queda sin trabajo, le da la pastilla del día después, le consigue pareja para su casamiento) pero cuando Ángela le devuelve su cuota de responsabilidad por lo que le ocurre, ese fantasma tambalea, siente culpa. Esto no es sin consecuencias para Javier, pero sí es responsable por ello y si comenzara un tratamiento psicoanalítico, se le podría decir que tiene que elegir: o decide seguir acomodado en el deseo materno o bien elige desde un deseo más propio. La elección es desde el sujeto.

Bibliografía

Ariel, A. (1994). Moral y Ética. Una poética del estilo. En El estilo y el acto. Ediciones Manantial, Buenos Aires.

D’Amore, O.: Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Domínguez, M. E.: Los carriles de la responsabilidad: el circuito de un análisis. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Jinkis, J. (1987). Vergüenza y responsabilidad. Conjetural, número 13. Editorial Sitio. Buenos Aires.

Michel Fariña, J. (1998). Qué es esa cosa llamada ética. (Cap. II); Lo universal-singular como horizonte de la ética.

Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires.

Salomone, G. Z.: El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Salomone, G. Z. (2006) El sujeto autónomo y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva.



NOTAS

[1Y recordando que Juan Carlos Mosca propone a la responsabilidad como otro nombre del sujeto.

[2D´amore, “Responsabilidad subjetiva y culpa”, pág 152.

[3Salomone, “El sujeto dividido y la responsabilidad”, pág 123.





Película:Qué pena tu vida

Titulo Original:Qué pena tu vida

Director: Nicolás López

Año: 2010

Pais: Chile

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