Inicio > Congresos Online > Congreso Online 2017 > Mommy > Un amor irrestricto

Un amor irrestricto

por More Riera, Leandro Demian, Valle Lanosa, Yanina Florencia

Asociación Argentina de Salud Mental

Resumen

Tomamos a los personajes Steve y Diane, de la película canadiense Mommy, para abordar la relación madre-hijo a partir de los aportes de Donald Winnicott y Silvia Bleichmar. La tendencia antisocial implica un reclamo al ambiente por un agravio ocurrido en la primera infancia, teniendo en su base una deprivación. Ubicamos en Steve características propias de un sujeto deprivado. Las compulsiones y actuaciones del joven dan cuenta, desde la perspectiva de Silvia Bleichmar, de una falla en la constitución de la tópica psíquica, por la ausencia, o déficit, de la represión originaria. A su vez, tomando el personaje de Diane, ubicamos a la madre, a partir de sus cuidados, como primera seductora (implantando la pulsión en el sujeto) a la vez que la primera en poner las barreras inhibitorias de la pulsión, ya que la madre es un sujeto clivado, en conflicto. En Diane encontramos que el conflicto no se encuentra bien establecido, teniendo serias consecuencias en la estructuración subjetiva de Steve. Finalmente, se recorren las propuestas terapéuticas de ambos autores: encuadramiento desde Winnicott, neogénesis desde Bleichmar.

Palabras Clave: Deprivación | antisocial | represión | neogénesis

Introducción

“El infante y el cuidado materno, juntos, forman una unidad” (Winnicott, 1960: 50), lo que quiere decir, tal como lo expusiera provocativamente Donald Winnicott, que los bebés no existen. No podemos pensar al niño sin la referencia al objeto.

Que no exista un yo desde los orígenes significa que es necesario que este sea “construido”, estructurado. Ahora bien, el yo es histórico, y se constituye a partir del cuidado provisto por el objeto (situado en un determinado tiempo y espacio) en particular aquel al cual llamamos “madre”. Esta madre prestara su propio yo para la estructuración del yo del infante. Por lo cual se hace evidente que, para el desarrollo de un individuo, es tan importante aquello con lo que viene al mundo, su potencial heredado según Winnicott (1960), como las condiciones ambientales provistas por el objeto, y como este se presta como yo auxiliar, o sea, las características propias de este objeto-madre. Si bien Winnicott desarrolló una teoría sumamente rica en lo referente al cuidado del niño y su desarrollo en consonancia con las condiciones del ambiente que lo acoge, es Silvia Bleichmar quien nos brindará algunos aportes para pensar no solo al infans y su estructuración, sino la importancia de la historia de su madre y su subjetividad.

El film que hemos elegido, la película canadiense “Mommy” (Xavier Dolan, 2014) nos relata la historia de una madre muy particular y su hijo, Steve, de quien decide hacerse cargo luego de ser expulsado de una institución para jóvenes problemáticos. Esta historia pone en primer plano el vínculo madre-hijo, y nos permite observar, de forma muy dramática, la importancia del ambiente en el desarrollo del niño o, mejor dicho, un adolescente sumamente perturbado.

Lo que creemos es que esta interacción entre Diane y Steve sigue una pauta establecida en la primera infancia, en donde lo que aparece es la falla en el sostenimiento materno y la perturbación en la instalación de la represión, dejando al hijo como objeto de goce materno. Lo que veremos a lo largo del film es como la represión no tiene lugar en esta díada madre-hijo, y las consecuencias de su falla en ambos.

Por el lado de Steve: deprivación y tenencia antisocial

Winnicott centró sus conceptualizaciones en la díada madre-hijo, entre el yo y el ambiente. A partir de esto, realizó importantes observaciones con respecto a las fallas en este vínculo y sus consecuencias clínicas. Una de ellas, de vital importancia en el estudio de los cuadros fronterizos y los fenómenos de la delincuencia, fueron sus desarrollos acerca de la deprivación y la tendencia antisocial. Acerca de esto último, Winnicott dice “una criatura se convierte en niño deprivado cuando se lo depriva de ciertas características esenciales de la vida hogareña” (Winnicott, 1956: 146). La tendencia antisocial, que no debe ser confundida con un diagnóstico, es una manifestación conductual que “compele al ambiente a adquirir importancia” (Winnicott, 1956), que presenta dos orientaciones: el robo y la destructividad. La presencia de una tendencia antisocial indica que hubo una deprivación importante en dicho sujeto. Esto significa que se lo despojó de algo bueno que tenía. Aquí el factor temporal adquiere muchísima importancia (ya que todos pasamos por diferentes frustraciones sin llegar a sufrir una de deprivación tal) en el sentido que el niño podrá sostener la imagen mental, la representación de su madre, por un determinado tiempo. La ausencia de la madre es necesaria y estructurante. Pero al exceder este tiempo, dicha ausencia deriva en la desaparición de la madre y el consecuente retiro de su amor. El odio surge como consecuencia, y el objeto proveedor pasa a ser malo y odiado (y esta ausencia tomada como ataque).

La conducta antisocial, entonces, aparece como medio para un fin, el cual es la recuperación del objeto y su sostén. A raíz de esto, la siguiente escena nos muestra tanto la problemática clínica de Steve, como sus modos de vinculación con Diane, su madre. En esta escena podemos ver este robo y destructividad característicos, según Winnicott, de la tendencia antisocial.

Vemos a Steve escuchando, a escondidas, una conversación de su madre buscando trabajo y lo notamos pensativo. A continuación, lo vemos yendo al supermercado y, luego, saliendo con un chango lleno de mercadería. Al llegar a su casa Diane le pregunta qué es todo eso que trajo y por qué lo está poniendo en su heladera (podemos suponer que ella no lo mandó a comprar así como, lógicamente, no le dio dinero para dicha compra). Steve le contesta que es comida y, muy contento, le muestra un collar. Le dice “cuando decía que cuidaría de ti…” con el collar (que dice “Mommy”) en la mano, y Diane le contesta insultándolo y golpeándole las manos, tirando el colgante. Le pregunta, enojada, cuanto le costó y Steve le responde que no es su problema. Diane le dice que sí lo es, si la policía aparece porque su hijo es un ladrón. Steve le dice, acongojado, que no lo robo, es un regalo. Su madre le pregunta de dónde robó todas esas cosas así podrían devolverlas, a lo cual un enfurecido Steve le contesta que no se atreva a tocar nada porque la molería a golpes, desatándose una escena muy violenta en la que, insultando y amenazando a su madre, rompe una mesa de vidrio de una patada y termina tomándola del cuello contra la pared.

Varias cuestiones nos muestra esta escena. En primer lugar el robo. Caeríamos en una simplificación grosera si dijéramos que todo robo es indicador de una tendencia antisocial. Para hablar de una tendencia antisocial y, por lo tanto, de un complejo de deprivación, hay que observar no solo la conducta manifiesta del robo o la destructividad, sino indagar en que sucedió en el vínculo madre-hijo. Como se comportó el ambiente con este sujeto en particular, si permitió o no el desarrollo de su creatividad, la experiencia de omnipotencia, etc. Afortunadamente para nosotros en esta ocasión, analizar una película nos permite tomarnos ciertas libertades a la hora de elaborar hipótesis. En este caso, diremos que el robo, la actuación antisocial por parte de Steve, tiene una motivación. En principio, y de forma manifiesta, a partir de este robo le demostraba a su madre que podía hacerse cargo de ella. Pero en otro nivel de análisis, en el cual se pone en juego la tendencia antisocial como acting out, podríamos pensar que lo que hay ahí es un intento de reapropiación del objeto. Por eso tal vez sea tan importante que Diane no toque nada, no lo devuelva y lo deba aceptar. Lo que se pone en juego en la primerísima relación entre el niño y la madre es la creación de objetos. A esto Winnicott lo denominó omnipotencia y creatividad, en tanto lo que se pone en juego es la capacidad del niño de hallar/crear el objeto. El objeto subjetivo, la propia madre como objeto bueno (donde el prototipo es el pecho), es un hallazgo del niño que, gracias a la adaptación sensible de la madre, es vivido como una creación propia. El objeto es, para el observador, parte de la madre, pero en realidad no le pertenece a ella sino al niño. Es una paradoja que nunca debe ser puesta en cuestión (Winnicott, 1971). En la deprivación el niño es despojado de esto. Entonces, en el robo, está intentando recuperar algo que es suyo (de forma fallida). Lo que vemos en la escena es a un joven intentando recuperar algo y, a la vez, intentando despertar una reacción por parte del ambiente. Ahora bien, es vital la respuesta del otro a este gesto. ¿Cómo es la respuesta en este caso?

Lo que observamos en la escena es una respuesta desmedida cargada de violencia. Diane responde golpeando a Steve e insultándolo, cosa que se repite en varios momentos de la película. No podemos consentir una conducta como el robo, pero una respuesta de este tipo a un gesto que esconde un reclamo desesperado al ambiente para que haga algo (o devuelva algo) solo lleva a profundizar aún más el daño y al mantenimiento de un objeto malo incapaz de brindar cualquier tipo de confianza y al que se seguirá odiando. La respuesta de Steve lo deja en claro.

A lo largo de la película vemos su ambivalencia en relación a su madre, que da cuenta de una incapacidad de integrar aspectos totales (buenos y malos) en la misma persona. Steve pasa del amor protector hacia su madre al odio desmedido y la agresión. Todo esto nos da la pauta de que los aspectos pulsionales, de vida y de muerte, encuentran una descarga directa hacia el objeto, sin mediación alguna. Este amor protector hacia su madre es en realidad pura pulsión, pura sexualidad tanto como los arrebatos violentos de Steve, en los que vemos el vuelco hacia el objeto de una pulsión de destrucción que tampoco encuentra una regulación. Más que de amor, podríamos pensar en un apoderamiento.

Esta regulación de los aspectos pulsionales será posibilitada por la acción fundente de la represión originaria, según nos explica Silvia Bleichmar a lo largo de su obra.

Un ¿amor? irrestricto: la represión originaria y su falla

Steve baila con su madre y, frente a una vecina que los visitaba por primera vez, toca sus pechos bailando sensualmente. Del lado de Diane no vemos prohibición alguna de esto. En otro momento Diane, desconsolada por haber sido humillada en una entrevista de trabajo, es besada en la boca por su hijo, quien además se le insinúa. Lo que Diane atina a hacer es retirarse. Nuevamente no vemos ningún tipo de interdicción a estas conductas incestuosas.

Cuando hablamos de interdicción generalmente hacemos referencia a la función que Lacan le atribuyó al padre en su lectura del Edipo freudiano. Si bien el lugar del padre como función interdictora es fundamental para la solución del Edipo y la regulación del deseo (al prohibir el acceso al objeto incestuoso), Silvia Bleichmar nos permitirá ir un poco más allá (o más acá) y pensar en las primeras inscripciones de la sexualidad en el aparato psíquico del infante. Ella, con respecto a la experiencia de la madre en la crianza, nos dice:

Del lado del inconsciente, el cuerpo del hijo es un lugar de goce, lugar de intercambios orales, anales (...) no solo recrea a través del hijo que mama su propio placer oral, sino que obtiene placer de órgano en el pezón que ha sido previamente objeto erógeno en la relación con otro, relación atravesada por la genitalidad. Es la represión de este último aspecto, su transcripción y combinatoria con el amor al hijo, lo que evita un exceso de genitalización precoz del niño” (Bleichmar, 1999: 57)

En los intercambios entre el infans y su madre se producen una serie de inscripciones, de las que ambos no se anotician (pero que el infante tomará como propias). En el cuidado del niño la madre pone en juego su propia sexualidad infantil, parcial, erogenizando el cuerpo del infantil (Bleichmar, 1999). En este punto encontramos el origen de la pulsión, que no es, para Silvia Bleichmar, ni endógeno, ni mítico. La pulsión invade el cuerpo del niño por la parasitación de la sexualidad materna. Ahora bien, como dice la cita, es la barrera de la represión la que evita el exceso y la genitalización precoz del infante.

La madre atravesada por la represión esta clivada, vicariada y, a la vez que obtiene un placer en el contacto con el hijo también transmite enunciados interdictores, “los padres producen inscripciones sexualizantes y también inhibiciones represivas por estar atravesados por dos sistemas psíquicos en conflicto” (Bleichmar, 1999: 124). Por lo tanto, es del mismo objeto que proviene la pulsión y la represión de ésta. “Si la sexualidad inconsciente, reprimida, del adulto, propicia la implantación de la pulsión, es su represión (...) la condición de la represión originaria” (Bleichmar, 1999: 124). La represión originaria (que es originaria en tanto da origen a la complejización del psiquismo en instancias en conflicto) le pone coto a la descarga pulsional y libra al sujeto de la compulsión fijando la pulsión al inconsciente y no al yo (Bleichmar, 1999). Al quedar fijadas al inconsciente, por contra-investidura, los representantes pulsionales no emergerán como compulsión y darán lugar a la capacidad del sujeto para poder pensar (por el diferimiento de la satisfacción y el rodeo en busca de sustitutos) o sea, dar lugar al trabajo psíquico de simbolización. “Si la pulsión no es reprimida, el sujeto queda adherido a un goce que, por supuesto, no posibilita el desplazamiento de los objetos originarios y el circuito de repetición es siempre empobrecimiento (...) si no hay enunciados lógicos del lado del preconsciente, el niño queda librado a una no estructuración que no posibilita la instauración de la lógica y no permite el reordenamiento del desorden pulsional ejercido” (Bleichmar, 1999: 146)

Volviendo a la escena relatada, la ausencia de represión es evidente. En Steve, como venimos viendo, hay una descarga de la pulsión sin ningún tipo de mediación. No hay, en principio, instancias intermedias que den cuenta de un aparato psíquico clivado, en donde a la pulsión se le interponga una defensa dando lugar al conflicto entre sistemas. En la experiencia cotidiana de Steve la descarga es una constante, sea de erotismo como de destructividad. Podemos afirmar, de esta manera, que las manifestaciones disruptivas de Steve no pueden ser consideradas síntomas en sentido estricto ya que no hay allí un conflicto inter-sistémico, lo que hay es descarga, y como tal un trastorno (Bleichmar, 1993)

Igualmente, a partir de aquí, podemos empezar a pensar en el lugar que Diane ocupa en todo esto.

Drenar a la madre

Diane es una mujer muy particular. A lo largo de la película vemos que no se las arregla muy bien a la hora de resolver problemas, siendo particularmente impulsiva en muchas ocasiones. En un momento, un pequeño diálogo nos deja ver que, en las instituciones donde estuvo Steve, la han acusado de abusar de su hijo, cuestión que ella niega rotundamente. Ahora, si bien no vemos en la película un hecho de incesto consumado, si vemos constantemente situaciones de intrusión a la sexualidad de Steve (como por ejemplo entrando a su habitación mientras este se masturbaba, y llevándose los papeles utilizados por el joven sin ningún pudor), así como también una exposición de su sexualidad frente a su hijo (la escena de la salida con su vecino, quien iba a supuestamente ayudar a Steve con la demanda que le realizaron los padres del niño al que agredió, es un claro ejemplo de exposición del joven a la sexualidad de su madre en donde nuevamente no vemos ningún atisbo de pudor). El pudor y el asco (que brillan por su ausencia en la relación entre Steve y su madre) son indicadores de la operación de la represión en el psiquismo (Bleichmar, 1993). Y la ausencia de estos indicadores dan cuenta de que algo no está funcionando en lo que respecta a la represión y su accionar como límite a la descarga pulsional. En Steve eso está claro, y lo desarrollamos en los apartados anteriores, pero en Diane la cosa se juega de otra manera.

Como vimos anteriormente, siguiendo a Silvia Bleichmar, con sus cuidados la madre inscribía su sexualidad en el niño, sexualizándolo y dando origen a la pulsión, pero a la vez, por intermediación de la represión, producía enunciados inhibidores de la misma. A la seducción necesaria de la madre con sus cuidados, le sigue la también necesaria prohibición. Como vimos, en el vínculo entre Diane y Steve no hay prohibiciones ni límites. Podemos inferir entonces que Steve estuvo expuesto a una genitalización precoz por parte de su madre, quien al poseer muchos aspectos de su sexualidad no atravesados por la represión, no logró inscribir los suficientes enunciados inhibidores de lo pulsional.

Por otra parte, hay un aspecto que no deberíamos dejar de lado, y es el del lugar del padre.

El padre, en los momentos iniciales del desarrollo subjetivo, aparece como metáfora de los cuidados maternos (Bleichmar, 1999). Winnicott propone que el padre, en este punto, debe sostener a la madre. Pero ¿que implica este sostenimiento? Silvia Bleichmar le dará al padre el lugar de ser quien debe drenar libido de la madre. No sólo la represión operante en la madre, su clivaje, evita el exceso de sexualización para con el niño, sino que también lo hace el padre al atraer hacia si aspectos genitales de la madre. Entonces podríamos decir que el sostenimiento por parte del padre hacia la madre implica el drenaje de libido para que esta no inunde el vínculo madre-hijo. En el caso de Steve, si bien sabemos que su padre falleció hace algún tiempo (y que esto empeoró la situación de Steve, quien hasta entonces, dice Diane, tenía problemas de atención) también sabemos que la relación no estaba libre de conflictos. Diane compara en varias ocasiones a Steve con su padre, de forma peyorativa, y no se refiere a él en muy buenos términos. No tenemos elementos en la película que nos muestren la dinámica familiar en los tiempos en que el padre vivía, pero por los enunciados maternos (que a fin de cuenta, si seguimos a Lacan, son los que incluyen al padre en los primeros tiempos del Edipo) podemos decir que con respecto al padre algo no funcionaba bien. En vista de nuestra exposición, el padre tal vez no haya logrado operar como drenaje de libido, por exceso o por defecto (si no tenía un lugar potente con respecto a la madre, o entre ambos exponían a Steve a escenas sexuales sobre-estimulándolo, no lo sabemos).

¿Y si fuera distinto? Encuadramiento y neogénesis

Llegando al final de este recorrido por las peripecias de la relación entre Diane y Steve, solo nos queda preguntarnos ¿qué hacer? ¿Se podría hacer algo por Steve?

La pregunta acerca de los límites de la analizabilidad tiene total vigencia en la actualidad. Si tomamos las propuestas de Silvia Bleichmar, en la clínica psicoanalítica encontramos dos tipos de intervenciones, las interpretativas (analíticas) y las simbolizantes. Un psicoanálisis, para esta autora, no se remite al análisis de lo reprimido y sus formaciones, o sea, a una re-visitación de las vicisitudes de la historia del sujeto y los efectos en la estructura, sino también a la apertura a lo nuevo. En la relación con el analista se podrán poner a operar nuevas simbolizaciones, se podrá construir lo que antes faltaba (o fallaba). A este movimiento abierto al acontecimiento, a lo nuevo, la autora lo bautizó neogénesis. “Neogénesis quiere decir producción de algo nuevo que no está en cada uno de los elementos, sino en la posibilidad de articulación de nuevos puentes simbólicos y en su combinatoria, de lo cual no se puede decir que antecedía al fenómeno una vez que se produce” (Bleichmar, 1999: 62). Esto tiene consonancia con la diferenciación que realiza la autora entre síntoma y trastorno. El síntoma implica un conflicto entre dos sistemas, el inconsciente y el preconsciente, lo cual presupone la operación de la represión originaria. El trastorno, por otra parte, es el resultante de la falla en la represión, ya que no se observa en él un conflicto inter-sistémico, sino la descarga directa de representantes pulsionales que no tienen posibilidad de fijarse más que al yo, dando lugar a la compulsión y descarga sin mediación, así como al empobrecimiento de las funciones de simbolización. Steve es un claro ejemplo de un joven en el cual algo de la represión originaria no se ha podido constituir, y por lo tanto, no opera diferenciando sistemas (o haciéndolo de forma lábil) ni entablando inhibiciones al empuje pulsional.

Por otra parte tenemos a Winnicott, quien para este tipo de casos, que ubicamos como sujetos deprivados en quienes lo que encontramos son acting out antisociales (tendencia antisocial), propone que “el método terapéutico adecuado consiste en proveer al niño de un cuidado que él pueda redescubrir y poner a prueba” (Winnicott, 1956:154). Winnicott dirá que para estos casos no se aplica el psicoanálisis (nos atrevemos a decir: en su vertiente interpretativa) sino que lo que necesita el sujeto es un marco (Winnicott, 1956). En su compulsión destructiva, el sujeto lo que busca es una respuesta del ambiente, un encuadramiento, como aquel que proveen los brazos de la madre (holding). Así mismo, el sujeto intentará destruir dicho marco, por lo que quien lo sostenga (que puede ser tanto una persona, como el analista, como una institución) deberá mantenerlo firme. Si es un analista, dice Winnicott (1956), tendrá dos opciones: o lograr que la transferencia cobre fuerza por fuera del consultorio, o deberá situarse como destinatario de la tenencia antisocial y soportarlo (podríamos decir, sobrevivir a la destrucción). Con respecto a Steve, la respuesta que encuentra por parte de su madre es siempre fallida, por exceso o por defecto (por una reacción exacerbada de odio, o por una ausencia total de límite). Necesitar de un manejo implica que al gesto antisocial se lo debe tomar como un momento de esperanza y darle un lugar, y este lugar se debe mantener firme. En cierto punto, se trata de enmarcar algo que no tiene marco, que es puro desborde. Aquí ambas perspectivas, la de Bleichmar y la de Winnicott confluyen. Para dar lugar a lo nuevo, podríamos decir, para que haya posibilidad de neogénesis, se debe apuntar a encuadrar el desborde pulsional.

No podemos dejar de nombrar el final de la película, en la cual Diane, luego del intento de suicidio de Steve, decide utilizar la ley S-14 que permite a los padres de menores gravemente perturbados otorgar la tutela de su hijo a una institución hospitalaria. Winnicott no es sentimentalista al dar a conocer sus ideas, y no duda en indicar, para los sujetos que no logran encontrar su lugar en un espacio terapéutico, por lo masivo de sus actuaciones antisociales o porque la tendencia antisocial dejó de ser un momento de esperanza y se pierde en los beneficios secundarios del robo (Winnicott, 1956), que solo encontraran el manejo que necesita en instituciones especializadas o, en última instancia, la cárcel. En el caso de Steve, claramente la cosa no iba a terminar bien. Diane no parece una madre que vaya a reconocer su deuda por dejar caer al joven, cuestión necesaria para que se establezca una terapia (recordemos que Winnicott dice que el amor maternal, reactivo a una deprivación, es una terapia en tanto implica una segunda oportunidad de corregir la falla) por lo que se hace necesario la intervención de un tercero, sea un terapeuta o una institución. Algo de eso se esboza con la aparición de la vecina, quien mira a Steve de una forma totalmente diferente a su madre (y es en esta relación entre Steve y su vecina donde podemos ver también como el sujeto deprivado ataca a todo marco, que sin embargo necesita y busca) pero esto no logra sostenerse. La institución aparece como la única posibilidad para el caso de Steve, pero nos podemos preguntar ¿acaso, en este caso en particular, esta decisión no aparece como una forma de desligarse? ¿No estamos, al centrarnos en Steve, desligando a los demás actores de su responsabilidad?

También nos podemos preguntar ¿un espacio analítico para Steve hubiera hecho la diferencia?

Conclusión

Hemos realizado un recorrido por algunos conceptos de Donald Winnicott y Silvia Bleichmar tomando la relación entre Steve y Diane como punto de partida. Por el lado de Winnicott, las características de Steve indican, a nuestro entender, la presencia de una tendencia antisocial producto de una deprivación. Esto lo vemos en sus actuaciones antisociales, en particular el robo y la destructividad. Por el lado de Silvia Bleichmar, lo que encontramos es una falla en la operación de la represión originaria, lo que trae como consecuencia la no diferenciación entre sistemas y la descarga directa de la pulsión. La represión no encuentra lugar tampoco en Diane, quien además de su impulsividad muestra signos de un exceso de libido con la que genitaliza a su hijo. Ubicamos al padre como deficitario en su función, más que de representante de la ley, como terceridad encargada de sostener a la madre y drenar libido de ella.

Las perspectivas de ambos autores, según entendemos, tienen puntos en común y de complementación. Tal vez en Silvia Bleichmar encontramos el aporte metapsicológico que no está presente en Winnicott, ya que dicho autor no tuvo en su agenda una elaboración metapsicológica de sus novedosos aportes.

Ambos autores abogaron por la ampliación del campo de intervención del psicoanálisis en subjetividades que no se ajustaban al modelo freudiano clásico, caracterizado por la interpretación. Del lado de Winnicott tenemos intervenciones que apuntan al encuadramiento, a dar un marco y sostén más que a la interpretación (que no por esto está ausente). Frente a un objeto que falló de forma traumática, generando una deprivación, el analista puede aparecer como un nuevo objeto a partir del cual reparar la falla, o destrabar un desarrollo truncado. Así como también, en el reconocimiento de los límites de la intervención analítica, propone pensar el lugar de las instituciones para el manejo de este tipo de sujetos. Desde una postura diferente, Silvia Bleichmar propone intervenciones analíticas que apuntan a generar puentes simbolizantes en subjetividades en las cuales se observan déficit en la operación fundante de la represión originaria.

Bibliografía

Bleichmar, S. (1993). La fundación de lo inconsciente: destinos de pulsión, destinos del sujeto, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2012.

Bleichmar, S. (1999). Clínica psicoanalítica y neogénesis, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2000.

Corbeil, S., Dolan, X., Grant, N. & Lafontaine, L. (Productores) y Dolan, X. (Director). (2014). Mommy [Cinta cinematográfica]. Canadá: Metafilms.

Winnicott, D. W. (1956), “La tendencia antisocial”, en Deprivación y Delincuencia, Paidos, Buenos Aires, 2013

Winnicott, D. W. (1960). “La teoría de la relación entre progenitores-infante”. En Los procesos de maduración y el ambiente facilitador, Paidós, Buenos Aires, 2015
Winnicott, D. W. (1971). Realidad y Juego, Gedisa, Buenos Aires, 2012



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Demián More Riera  » 27 de septiembre de 2017 » demian.m@live.com 

Es una linea interesante tambien para pensar la posicion de Steve frente a su madre. Pensaba, sobre esto de lo que Steve cree es o deberia ser el hombre de la casa, que el problema en este punto es la actuación de ese lugar de forma tan descarnada. Porque justamente, como decís, implica ser el hombre de la casa, o mejor dicho, el hombre de la madre. No hay, parece, una pregunta (o un sintoma que lo ponga en juego) acerca de que sería ser el padre en la casa. Falta cierta mediacion simbolica y en esto pienso se conecta lo que se desarrollo en el trabajo. La posición en la que Steve es ubicado, como puro objeto del goce sexual de la madre, impide o provoca fallas en la operación de la represión originaria. Por eso aparece la actuación como la única vía, y no el síntoma que, pese a su "naturaleza" repetitiva, da lugar a movimientos simbólicos.

Desde ya que el "no" lo destruye, me parece que eso que decís es muy cierto, mas allá de como pensemos que significa el gesto de Steve, encontrarse con esa negativa ante un objeto que el le otorga a la madre (que no hay que dejar de lado el tipo de rechazo que encuentra, porque no es solamente un "no hijo, eso esta mal, hay que devolverlo", sino algo cargado de violencia) le quita un lugar. Podríamos pensar tambien que este rechazo repite el "dejar caer" de la primera relación con el objeto-madre.
Esta bueno tener presente las dos orientaciones de la tendencia antisocial que describe Winnicott: el robo y la destructividad. Mas que nada por lo que ponen en juego. Si la madre suficientemente buena es tanto madre-ambiente como madre-objeto, el robo busca restituir algo fallido con respecto a la madre-objeto (el objeto que el niño comenzó a hallar/crear pero por la falla materna este momento de ilusión se cae y da lugar al trauma) y la destructividad un restitución con respecto a la madre-ambiente (para que lo sostenga). Pero como se ve, hace falta el aporte por parte de la madre, cosa que acá también vuelve a fallar, y reiteradas veces.

Pienso ahora, porque con el tema del robo parece que lo único que busca el chico es recuperar lo que el ambiente le quitó, que tal vez lo que se busca con este robo y el otorgarle el objeto robado a la madre es poder generar ahí un nuevo espacio, y que el objeto pase a ser compartido. Como en la experiencia de ilusión, solo que ahí el objeto si bien era el pecho de la madre, el niño lo vivía como una creación propia (objeto subjetivo). Tal vez con ese gesto, Steve buscaba poner en juego algo de esto.

¡Gracias por comentar!
Saludos



Mensaje de Lorena  » 27 de septiembre de 2017 » lorenamunoz_psi@hotmail.com 

Muy interesante y claro el análisis, y la película me pareció preciosa, mostrando de un modo muy hermoso una relación muy compleja, cercana a lo incestuoso. Agregaría, que las fallas en lo simbólico (por la ausencia del padre o de una madre que le de lugar a la ley y prohibición) aparecen los acting-out como esa pulsión que no puede ser simbolizada, y que a partir de esas conductas se busca ser registrado por el otro.
Si pensamos el acting out como un llamado al Otro, a ese que no da muestras de su existencia, para pensar el trabajo con adolescentes con estas características hay que hablar de una transferencia salvaje, y en ese sentido se requieren intervenciones que alojen a esos sujetos,
J.P. Mollo postula que el acting out y el pasaje al acto suponen la certeza de la angustia transformada en acción, y las conductas de acting pueden ser pacificadas si ocurre el efecto del deseo que da certeza al sujeto de tener un lugar en el deseo del Otro, y hace alusión al deseo del analista para otorgar al sujeto una garantía real frente a la angustia.



Mensaje de Gisela Moreno  » 26 de septiembre de 2017 » gvmoreno85@gmail.com 

Me parece interesante el análisis de la película en el punto en que cuestiona cual sería un abordaje posible para el caso de Steve desde un punto de vista terapéutico e invita a pensar de qué manera sería posible alojar el desborde emocional con el que inevitablemente convivie. Es fundamental observar el papel de una terceridad que necesariamente debe instalarse entre Die y Steve para que algo de la subjetividad de éste pueda aparecer. Se ve claramente la falta de límites entre la persona de Die y el cuerpo de su hijo, ella se presenta avasallante e invasiva respecto de las necesidades de Steve. El adolescente queda posicionado como falo de la madre y el despliegue de su personalidad es en función de ella, aparentemente desde la muerte de su padre, él se ubica, aunque inconscientemente, como potente ante su madre, esta posicion incestuosa respecto de ella, se deja ver en la escena en que Steve entra en la habitación de Die buscando las fotografías de su padre y se pone la campera de él, al encontrarla colgada en el armario, en la misma escena, se arroja en la cama de Die, con una expresión de relajación pocas veces vista en el desarrollo de la película y al observar el retrato del padre ve reflejado su propio rostro en el vidrio del cuadro, donde su imagen aparece en el lugar donde se retrata la imagen del padre.
Steve ataca constantemente al objeto (Die) para ver si ese objeto es capaz de sobrevivir y entonces él podría usarlo y hacer algo distinto con ese objeto, construir algo, utilizándolo como una herramienta para así poder hacer su vida, pero esto no sucede. Die parece no sobrevivir a los ataques, se desmorona, aunque lo intente constantemente, se rehúsa inconscientemente a ser usada como ese objeto facilitador, no lo soporta, parece que le produjera odio. En la escena en que recibe la carta del juzgado, convocándola a “actuar como corresponde” ante las acciones de Steve que provocaron un perjuicio al compañero, Die oculta el documento negando la situación y a la vez queriendo proteger a Steve, pero lo hace con una expresión de ira en su rostro, no hay tristeza o pena por las consecuencias que tienen los desmanes de Steve, no hay pregunta acerca de su rol como madre, ella parece saber, que el que no sabe qué hacer consigo mismo es Steve, parece saber qué es lo que su hijo necesita y lo lleva adelante, impone lo que ella cree que va a solucionar sus problemas, impone su gesto donde parece no haber, lo invade por todos lados y responde por él con sus propias respuestas.
En la escena en que la celadora del instituto de menores le comunica lo ocurrido en la cafetería, Die manifiesta enfáticamente que el pequeño que sufrió quemaduras en su rostro “la próxima vez aprenderá a no poner su cara frente al microondas”, minimizando los hechos y justificando el accionar de Steve, como si fuera lo que ella misma haría. Como si fueran una misma persona.
Si bien el personaje de Die es una madre errática, también es pertinente resaltar que todo el tiempo hay un intento desesperado de contener a este hijo, de “salvarlo”, como si pudiera ponerle un parche a ese fracaso que se produjo anteriormente, Die lo intenta y hace lo mejor que puede, pero en su intento no logra contener la cuota de reclamo hacia Steve por el sufrimiento que la hace pasar y por tener que postergar su propio disfrute. Como conceptualiza Winnicott: la falta del elemento femenino puro, que le permitiría “no tener”, “no saber”, y ceder ante la necesidad del niño.
Aún así no hay dudas de que lo intenta una y otra vez, con sus propias respuestas, pero lo intenta.

Celadora:
“Amar a alguien no alcanza. No lo salva…lamentablemente.
Die:
“Los escépticos, están equivocados”



Mensaje de Maria  » 23 de septiembre de 2017 » dramarialanosa@gmail.com 

En el proveer de Steve y la compra del collar para Diane ¿no podemos pensar también en que se juega ahí de la relación incestuosa entre ambos?
Tal vez una forma de Steve de sostenerse en el lugar de lo que él cree es o debería ser el "hombre" de la casa (y de la madre,por su puesto). En ese caso ¿Podría ser la violencia una respuesta ante el "no" de Diane que destruye y lo "destituye" del lugar en el que él cree estar?




Película:Mommy

Titulo Original:Mommy

Director: Xavier Dolan

Año: 2014

Pais: Canadá