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El fantasma del negacionismo

por Ormart, Elizabeth

Denial (Mick Jackson, 2016) es un alegato sobre la defensa de la veracidad histórica. El film está basado en el libro History On Trial: My Day In Court With A Holocaust Denier, de Deborah Lipstadt la famosa historiadora norteamericana que en un libro anterior La Negación del Holocausto, llevó adelante una gesta contra el negacionismo histórico. Deborah Lipstadt es demandada por David Irving, un periodista e historiador conocido por sus juicios apologéticos sobre Hitler. Irving le inicia una querella por difamaciones, querella que alcanza a la editorial del Reino Unido en la que Lipstadt publica su obra.

El film, que toma la forma de un drama judicial, está dirigido por Mick Jackson y cuenta con un guion de David Hare. Los protagonistas son Rachel Weisz como Deborah Lipstadt y Tom Wilkinson como David Irving.

La película comienza con una joven y enérgica Deborah dictando clases en la universidad y afirmando los cuatro componentes del negacionismo histórico:

  • Nunca hubo un plan sistemático de eliminación de personas,
  • Los números de las víctimas son sensiblemente menores
  • En Auschwitz no existieron cámaras de gas
  • El holocausto es un mito.

Este film estrenado a fines de 2016 resultó ser la antesala de lo que el titular de la Aduana Argentina, Gómez Centurión, afirmara en enero de 2017. Un film, que nos invita a internarnos en un tiempo lejano, alejado de la vorágine de nuestros días y que en su circularidad nos enfrenta sin embargo con la inusitada vigencia de su relato. El azar me llevó a ver Denial el día anterior a las declaraciones de Gómez Centurión y me hizo interrogarme por la insistencia en una versión que parecía superada. El titular de la Aduana afirmaba con total convicción el 30 de enero de este año que durante la última dictadura militar no hubo "un plan sistemático de desaparición de personas". Gómez Centurión, opinó en el programa "Debo Decirle", en América, que "la descentralización de la lucha generó un plan caótico, no sistemático. Sistemático fue [el centro de exterminio nazi] Auschwitz", que La Perla o la ESMA fueron "lugares descentralizados donde se generó un modelo caótico de conducción de la guerra". Luego, relativizó la cantidad de desaparecidos: "No es lo mismo ocho mil verdades que 22 mil mentiras".

Sus afirmaciones coinciden punto por punto en las dos primeras premisas del negacionismo histórico reseñadas por Deborah Lipstadt. Analicemos estas afirmaciones:

  • No se trató de un plan sistemático sino caótico. Esta afirmación puede ser refutada a partir de ciertos datos históricos, tales como:

Según el informe de la CONADEP, las Fuerzas Armadas clasificaban los Centros Clandestinos de detención en:

Lugar Definitivo (LD): tenían una organización más estable y estaban preparados para alojar, torturar y asesinar a grandes cantidades de detenidos.

Lugar Transitorio (LT): tenían una infraestructura precaria y estaban destinados a funcionar como un primer lugar de alojamiento de los detenidos-desaparecidos.

El plan del gobierno de facto, que ejerció el poder en Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983, formaba parte de las operaciones de contrainsurgencia clandestinas comenzadas pocos años antes, en el marco del Operativo Independencia, para eliminar la disidencia política. Operativos similares se llevaron a cabo en otros países de la región, con el apoyo expreso del gobierno de los Estados Unidos, interesado en promover a toda costa el control del comunismo y otras corrientes ideológicas opuestas a su bando en la guerra fría. Difícilmente podemos sostener que no haya un plan sistemático, como propone Gómez Centurión, cuando se trata de un plan internacional que condujo a toda América Latina a ser el campo de batalla en los propósitos de “limpieza ideológica” de EE.UU.

A nivel nacional, en 1973 había más de 600 centros clandestinos de detención (CCD) y en 1983 solamente quedó la ESMA. Todos los CCD contaban con una o más salas de torturas, amplios espacios para mantener a los desaparecidos siempre en condiciones de gran precariedad, y un centro de viviendas para los torturadores y guardias. Casi todos tenían algún tipo de servicio médico. En algunos casos hubo servicios religiosos permanentes para el personal militar.

Todos estos datos van en contra de la idea de que no había un plan sistemático.

La cantidad de detenidos desaparecidos se reduce a 8.000, y no serían por lo tanto 30.000. Sobre esta afirmación caben dos observaciones; la primera, es que el valor de una vida humana es tal que la muerte de un ser humano es suficiente para ser repudiada; la segunda es que reducir el número funciona como una afirmación que le quita dramatismo a la situación pero no hay nada más falaz. La defensa de la verdad histórica nos conduce a la necesidad de saber cuántos fueron los detenidos, cuantos los desaparecidos pero contra esta exigencia choca la necesidad de los militares de encubrir sus acciones.

El sistema de desaparición de personas fue racionalizado por primera vez por el nazismo. Según palabras textuales de Hitler, “el resto de los opositores debían ser detenidos durante «la noche y la niebla» (por el Decreto Nacht und Nebel) y llevados clandestinamente a Alemania sin dar otra información que el hecho de su detención.”

Táctica similar a la utilizada por las fuerzas de detención en Argentina.

Entre los fundamentos del decreto se explica que:

“El efecto de disuasión de estas medidas... radica en que: a) permite la desaparición de los acusados sin dejar rastro y, b) que ninguna información puede ser difundida acerca de su paradero o destino.” En paralelo con las afirmaciones de Hitler, el plan sistemático en Argentina copiaba su patrón paso por paso.

El propio general Videla argumentaba en un reportaje realizado por la periodista María Seoane:

“No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicionera, no se hubiere bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo.” Jorge Rafael Videla

Decía el general Videla en la televisión estadounidense el 14 de septiembre de 1977:

“Debemos aceptar como una realidad que en la Argentina hay personas desaparecidas. El problema no está en asegurar o negar esa realidad, sino en saber las razones por las cuales estas personas han desaparecido. Hay varias razones esenciales: han desaparecido por pasar a la clandestinidad y sumarse a la subversión; han desaparecido porque la subversión las eliminó por considerarlas traidoras a su causa; han desaparecido porque en un enfrentamiento, donde ha habido incendios y explosiones, el cadáver fue mutilado hasta resultar irreconocible. Y acepto que puede haber desaparecidos por excesos cometidos durante la represión. Esta es nuestra responsabilidad; las otras alternativas no las gobernamos nosotros. Y es de esta última de la que nos hacemos responsables: el gobierno ha puesto su mayor empeño para evitar que esos casos puedan repetirse.” Jorge Rafael Videla

El último domingo de octubre de 1979, un mes después de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina, el papa Juan Pablo II se refirió públicamente a los desaparecidos y los detenidos sin proceso en la Argentina, en la Plaza de San Pedro. El 13 de diciembre de 1979 Videla dio una conferencia de prensa en Buenos Aires y el periodista José Ignacio López le preguntó qué opinaba sobre las declaraciones del Papa, ocasión en la que el dictador dio una larga respuesta invocando su propia visión cristiana de los derechos humanos y dentro de la cual incluyó la siguiente reflexión que se volvería histórica:

“Frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera, bueno, tendrá un tratamiento X y si la aparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento, tiene un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está… Ni muerto ni vivo, está desaparecido.” Jorge Rafael Videla

Frente a estas afirmaciones nos encontramos que, el modelo estratégico de los militares imita, punto por punto el modelo Nazi y la estrategia de negación sigue el mismo camino. Estas declaraciones de Gómez Centurión lejos de ser una cuestión aislada de un funcionario han sido respaldadas por miembros del actual estado nacional. Darío Lopérfido y Mauricio Macri han sostenido la negación del número de desaparecidos. El negacionismo estatal es una de las formas más graves de negacionismo, ya que no sólo es la expresión de un grupo de personas a título personal sino que pone de manifiesto una política de estado que va a contrapelo en materia de derechos humanos.

Aclaremos que el negacionismo no debe confundirse con el revisionismo, aún si en ocasiones los negacionistas se apropian de este término para concretar una maniobra de distracción y de legitimación, para así instalarse en un terreno ajeno como el de la disciplina histórica. La actitud revisionista busca reexaminar el pasado mediante procedimientos racionales, a partir de una relectura de la bibliografía, una nueva evaluación de fuentes o a la luz de nueva documentación. Se trata de hacer avanzar el conocimiento, o, en última instancia, de una lucha por la hegemonía en la representación del pasado. Refiriéndose al negacionismo autóctono señalaba Mario Ranaletti (2009) que “El punto de partida en la construcción de la visión negacionista local se encuentra en la caracterización de los años setenta en términos de guerra. Este es un punto central, pues la aceptación de esta deformación de la realidad sostiene todo el edificio silogístico en el que se apoya el negacionismo argentino. Esta manera de ver los años setenta como una “guerra” disfruta aún de una importante aceptación en varios sectores de la sociedad, gracias a la intensa campaña de acción psicológica desplegada, al menos, desde 1975 en ese sentido y reforzada luego con la difusión e instalación de la llamada “teoría de los dos demonios”.

El cine suele colocarnos ante el espectáculo de la vida real, haciéndonos reflexionar acerca de aquello que hacemos como comunidad. Las estrategias operatorias no difieren y tiene sus bases en lo que Stanley Milgram conceptualizó en su experimento sobre la obediencia [1].

La utilización de “casos reales” es un recurso pedagógico muy difundido en el ámbito de la enseñanza de la ética aplicada y se le suponen grandes ventajas: autenticidad, veracidad del relato, y la posibilidad de desplegar núcleos dilemáticos economizando los tiempos de exposición; sin embargo, la construcción del caso supone ya un primer recorte selectivo donde la posibilidad de resolución queda muchas veces reducida a opciones cerradas. En este caso, la cuestión es inversa: es el cine el que recrea una situación real desde la complejidad misma de lo situacional, en su riqueza y su pluralidad de resoluciones. Y aunque la estética de la época a la que nos lleva la película difiere de la actual, el meollo del negacionismo se presenta con la misma consistencia lógica. Son 30.000 es un reclamo de memoria, verdad y justicia que el negacionismo busca diluir, opacar y llevar al terreno de la duda y la desmentida. Y en tanto el lenguaje crea la realidad, no es vano pensar en los efectos discursivos de un negacionismo como política de Estado que reflota para muchos los fantasmas del indulto y la obediencia debida.

Bibliografía

«Un informe de Estados Unidos dice que hubo 22.000 desaparecidos», artículo del 25 de marzo de 2006 en el diario Clarín (Buenos Aires).
http://edant.clarin.com/diario/2006/03/25/elpais/p-01201.htm

Ginzberg, Victoria: «Los informes de Arancibia Clavel a la DINA chilena. Los informes del agente acusado por la muerte del general Prats muestran un íntimo contacto con los represores argentinos», artículo del 12 de noviembre de 2000 en el diario Página/12 (Buenos Aires). Consultado el 24 de marzo de 2011.
https://www.pagina12.com.ar/2000/00-11/00-11-12/pag18.htm

Alconada Mon, Hugo (2006): «El Ejército admitió 22 000 crímenes. Documentos desclasificados en Estados Unidos revelan que los militares reconocían esa cantidad de desaparecidos hasta 1978», artículo del 24 de marzo de 2006 en el diario La Nación (Buenos Aires).
http://www.lanacion.com.ar/791532-el-ejercito-admitio-22000-crimenes

Goñi, Uki (29 de agosto de 2016). «Blaming the victims: dictatorship denialism is on the rise in Argentina». The Guardian. Londres.
https://www.theguardian.com/world/2016/aug/29/argentina-denial-dirty-war-genocide-mauricio-macri

Allen Harris (27 de diciembre de 1978). «Memorándum AT056». NSA Archive.

Calvo, Pablo (6 de octubre de 2003). «Una duda histórica: no se sabe cuántos son los desaparecidos». Clarín. Consultado el 7 de julio de 2016.
http://nsarchive.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB185/19781227%20Disappearance%20Numbers%200000A8B1.pdf

Bruschtein, Luis (29 de agosto de 1999). «Cuando el telón comenzó a levantarse». Página/12. Consultado el 7 de julio de 2016.
https://www.pagina12.com.ar/1999/99-08/99-08-29/pag17.htm

Informe Nunca más. http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/investig/articulo/nuncamas/nmas0001.htm

Ver detalle en el artículo: Estadísticas de la CONADEP sobre las desapariciones.
https://es.wikisource.org/wiki/Estad%C3%ADsticas_informe_Comisi%C3%B3n_Nacional_sobre_desaparecidos

«Una duda histórica: no se sabe cuántos son los desaparecidos», artículo del 6 de octubre de 2003 en el diario Clarín (Buenos Aires).
http://edant.clarin.com/diario/2003/10/06/p-00801.htm

Ormart et al (2015) Problemas éticos en la experimentación psicológica. Asch, Milgram y Zimbardo en cuestión. En línea: http://aesthethika.org/Problemas-eticos-en-la

Ranaletti, M. (2009) Apuntes sobre el negacionismo en Argentina. Uso político del pasado y reivindicación del terrorismo de Estado en la etapa post-1983. En Actas de XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche, 2009. En línea: http://cdsa.aacademica.org/000-008/1069.pdf



NOTAS

[1Se puede profundizar en el impacto que tiene en la psiquis social la experiencia de Milgram en http://aesthethika.org/Problemas-eticos-en-la