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Bioética, trigo y los orígenes del cine

por Guevara-Aristizabal, Juan Felipe

El campesino, acompañado de su familia, coge las semillas entre sus manos y las levanta para luego volver a dejarlas caer en la bolsa que las contiene. Él le habla a su esposa y sale de escena junto a un hombre viejo. Aparecen los dos en un inmenso campo de siembra donde podemos distinguir sus figuras a lo lejos mientras caminan en dirección a nosotros, los observadores, regando las semillas en el campo y con un par de caballos a sus espaldas que se encargan de remover la tierra para la siembra. Los dos hombres salen del plano pero vuelven y repiten sus acciones, ahora alejándose de nosotros. Cambiamos entonces a otra locación en la que se encuentra el Rey del Trigo, muy bien vestido y fumando un cigarro en medio de una oficina cerrada, pero muy acomodada, donde hay otro grupo de hombres que esperan las órdenes del Rey. El contraste entre los dos lugares que abren la película es bien definido, siendo el campo un lugar al aire libre y con una iluminación natural que llena toda la toma, mientras la oficina del Rey es más bien oscura y requiere de luces artificiales para ser iluminada. A continuación, esos mismos hombres, lacayos del Rey, se encuentran en la ‘Mina del Trigo’; un lugar que dado el nombre, se esperaría que fuera un cultivo o un gran almacén de trigo, cuando en realidad se refiere a algo parecido a la bolsa donde unos hombres frenéticos discuten y especulan enérgicamente. Regresamos a la oficina del Rey donde celebra con sus hombres el triunfo especulativo que tuvieron en la Mina. Vemos llegar a un hombre con el desespero en su rostro que trata de convencer al Rey de que lo ayude para salir de la pobreza, y el Rey solo le responde que debe entrar al negocio de la Mina de la misma forma que él lo hizo tiempo atrás. Acto seguido, asistimos a la representación del ‘Oro del Trigo’: una inmensa y ostentosa fiesta en la que el Rey es el centro de atención y todos los invitados beben y ríen en sus lujosas ropas. Otro cambio de locación, y nos encontramos frente a las ‘Granzas del Trigo’, el desecho que queda cuando se limpian los granos: para nuestra sorpresa, esos desechos se representan con una panadería que tiene un aviso donde se le informa a los clientes que debido al aumento de los precios de la harina, los del pan también han subido ostensiblemente. Algunos de los compradores pueden pagar el aumento, pero una mujer que parece de edad avanzada junto a su pequeña hija, o nieta tal vez, que iban a comprar el pan, no pueden hacerlo pues no tienen el dinero suficiente para pagar. Volvemos a la fiesta del Rey, y vuelve a cambiar el plano a la panadería donde aparece una inmensa e inmóvil fila de personas para comprar el pan; nadie en esa toma se mueve, como si fuese una fotografía. La historia regresa a la fiesta que se mueve vívidamente, y luego pasamos al campo, el mismo que habíamos dejado de ver desde el inicio de la película. En el campo, se nos muestra al campesino que llega donde su familia sin dinero y sin trigo. Sin haber alcanzado a percibir a fondo la desesperación de los campesinos, la cámara nos envía de nuevo a la suntuosidad de la fiesta, agrietando aún más las diferencias entre productores y especuladores. Y para terminar este parte de la historia marcada por los paralelos y cambios continuos de escena entre la fiesta, el campo y la tienes, regresamos a esta última donde la fila, antes inmóvil, ahora aparece moviéndose ágilmente. Cerramos ese aparte, y nos enfrentamos con el Rey junto a su grupo de amigos que visitan las bodegas donde se almacena el trigo. Aún podemos verlos en sus vestimentas costosas y todos con sus guantes puestos. Mientras se encuentran recorriendo el almacén, el Rey recibe un telegrama, que se muestra en primer plano, en el cual se le informa que ya tiene el dominio total del mercado de trigo. Lleno de júbilo, el rey empieza saltar y a celebrar, cuando, en el giro irónico que nos hace pensar que hay un demiurgo controlando la trama de esta historia, cae inesperadamente a una de las inmensas cubetas donde está siendo almacenado el trigo. Sin poder hacer nada, se nos muestra al Rey siendo tapado por el trigo que cae continuamente ahí. Volvemos a la panadería donde un policía visita el lugar, por cierto vacío, que a continuación es invadido por una horda de hostiles citadinos en un acto de hostigamiento, que pasan a ser controlados por la policía. Ahora, la cámara nos regresa al almacén de trigo en el cual observamos a los amigos del Rey luego de su tour retirándose a la oficina de su acaudalado anfitrión. Para su sorpresa, él no se encuentra ahí y vuelven a entrar a la toma del almacén donde ya podemos observar que han sacado al Rey, muerto, de entre las entrañas del trigo. Una mujer, presumiblemente su esposa o amante, llora inconsolable al lado del cuerpo del Rey y uno de sus amigos lo sostiene. Finalmente, asistimos a un reencuentro con el campesino con el que iniciamos. Esta vez, se encuentra solo en el inmenso campo. De nuevo, camina desde el fondo y se acerca a nosotros mientras lanza sobre la tierra las semillas; se detiene al llegar frente a la cámara, se le ve pensar o reflexionar algo, se da la vuelta, y se aleja ahora de nosotros mientras el lente se va cerrando y la película llega a su final.

Esa es la historia que llena los cerca de 14 minutos que dura el corto “A Corner in Wheat” de David W. Griffith. La traducción del mismo sería algo así como “El trigo acorralado”, ya que la palabra inglesa corner también se usaba para describir las acciones de ciertos empresarios que se enfrascaban en la labor de acumular y monopolizar todo un mercado de un producto dado. Este corto fue producido e 1909, razón por la cual aún lo podemos situar dentro de ese periodo que se conoce como el cine primitivo, el cual culminaría en 1914 cuando, el mismo Griffith, estrenara “Birth of a Nation” y se diera paso a la concepción del cine tal y como aún la conservamos hoy. No obstante, todos los trabajos y cortos previos son fundamentales para entender la historia del cine. Entre ellos, el corto sobre el que escribo hoy ha sido uno de los más citados y estudiados por muchas razones. Por un lado, por su valor técnico y por la forma como se narra la historia, haciendo un uso delicado y acertado de las historias en paralelo que reflejan constantemente los contrastes entre las partes que protagonizan la ficción a la que asistimos. Por otro lado, es la historia misma y su contexto histórico el que ha llamado la atención de algunos estudiosos. Exploraré un poco esta última aproximación antes de dar paso a mi argumento.

El corto se realiza en 1909; sin embargo, la situación que ilustra Griffith en él no se relaciona con la situación de los campesinos en ese año sino con la de una década atrás. Para 1909 los campesinos ya tenían hacían un uso más tecnificado de sus cultivos y su relación con los empresarios, aparentemente, no era tan desequilibrado. De hecho, algunos historiadores de EEUU afirman que esa fue una buena época para los campesinos y su crecimiento económico, durante el cual muchos de ellos incluso llegaron a pagar las hipotecas que tenían sobre sus tierras y pasaron a convertirse en los dueños absolutos de las mismas. La historia que relata Griffith era más propia de la última década del siglo XIX, cuando sí se veía mucho más marcada la desigualdad entre los productores y los especuladores, siendo los últimos los controladores del mercado y de los dividendos que el comercio del trigo dejaba. No obstante, algunos estudiosos afirman que el Rey del Trigo representado en el corto de Griffith es James A. Patten, un comerciante estadounidense que durante la primera década del siglo XX hizo numerosos intentos de monopolizar el mercado del trigo, al punto que, en ese mismo lapso de tiempo, fueron varias las publicaciones, tanto serias como satíricas, que apuntaron a su nombre y lo asociaron con el monopolio del trigo y los incrementos en los precios del pan que se vieron durante esa época.De esta forma concluimos que el corto de Griffith es una mezcla de dos momentos históricos probablemente usado así para darle mayor poder a la crítica y denuncia que él trata de hacer. De una parte, tenemos la situación que se vivía en el momento en el que produce el corto debido a la situación con las alzas en los precios del pan, los disturbios generados por los mismos y la inaccesibilidad de ciertos segmentos de la población a un recurso tan básico. De otra parte, nos encontramos entonces con la situación de los campesinos una década antes cuando se encontraban en total desventaja con respecto a quienes comerciaban y especulaban con la materia prima producida en el campo. Los dos factores combinados nos dejan frente a un panorama en el cual las acciones de un grupo pequeño, que en ambos casos haría referencia a los dueños del mercado, afectan notablemente a todos los otros sectores de la población, desde los productores hasta los consumidores mismos. Probablemente, el anacronismo introducido por Griffith en su ficción fílmica sea una forma de transmitir con mayor fuerza su ambición moralista de reflejar las inequidades que surgen del mercado y de los monopolios.

Es justamente en este punto donde entraría la crítica a la que quiero apuntar, y la conexión con el área de la bioética. Es claro, además, que este cortometraje antecede por más de 50 años el origen, propiamente dicho, de la bioética. Y, si consideramos que los problemas de la agricultura solo entraron en el campo de la bioética hacia la década de 1990, podríamos decir que antecede por casi un siglo el punto al que quiero llegar. Evidentemente, Griffith señala los efectos generados ante la creación de monopolios y la avaricia de unos pequeños grupos por controlar los mercados y la producción, aún cuando son intermediarios de algún bien o servicio. Una situación similar se refleja en los albores del siglo XXI cuando la biotecnología se ha tomado casi todas las áreas de la producción, particularmente en la agricultura, dando lugar a multinacionales poderosas como la Monsanto, que se han encargado de dominar, monopolizar, el mercado de las semillas. No obstante, no estamos tratando con cualquier tipo de semillas, sino con semillas genéticamente modificadas que han permitido aumentar los niveles de producción, disminuir los costos, acelerar las cosechas, evitar las plagas, hacer los cultivos más resistentes a la desecación u otras formas de estrés ambiental, entre otras. Gracias a ello, los campesinos que entran en el juego de la agricultura biotecnológicamente mejorada también se ven envueltos en otro tipo de controversias. Por un lado, tenemos que las condiciones particulares de las semillas y cultivos requieren de unas condiciones particulares que solo pueden garantizarse utilizando otros productos que son producidos exclusivamente por las mismas empresas que comercializan las semillas, o por grupos cercanos a ellas. De otro lado, está el fantasma de la propiedad intelectual y las patentes, que gracias a las innumerables batallas que se han llevado a cabo en las cortes penales, le ha permitido a estas empresas y laboratorios lucrarse a partir de las semillas genéticamente modificadas y poner en jaque a los pequeños cultivadores que usan semillas nativas resultado de los cientos o miles de años de domesticación sobre ciertas plantas a lo largo de la historia de la humanidad.

La mentalidad moralizante de Griffith, cuya mejor expresión se encuentra en el fatal destino que le esperaba al Rey del Trigo, no podría imaginar siquiera los problemas a los que nos enfrentaríamos, y en particular a los que se enfrentaría la agricultura, cien años después de la producción de su corto. Pese a ello, uno de los rasgos importantes de las manifestaciones artísticas, en este caso el cine, y no cualquier cine, sino el inicio del cine, es que no pueden ser sólo interpretados a la luz de los factores y contextos en los cuales surgieron y se desarrollaron, sino que trascienden las barreras del tiempo y pueden convertirse en medios de crítica para llamar la atención sobre problemas futuros pero que pueden leerse entre las líneas de estas viejas obras. Así, “A Corner in Wheat” constituiría una forma de aproximarse al conflicto del monopolio de las semillas y los cultivos dado que permite acercarse a una visión de las consecuencias de estos monopolios, que ha pasado de ser el monopolio del mercado y la especulación, como lo muestra Griffith, al de las materias primas y los insumos básicos para la agricultura, así como al de las patentes y la propiedad intelectual, uno que hace cien años, tal vez ni siquiera hace 50, podía verse aproximarse.

La narración de Griffith, sin palabras, solo con gestos, imágenes, unos pocos textos y un brillante trabajo de edición para poner las historias en paralelo, refleja problemas viejos que ciertamente han ido cambiando sus atuendos con el tiempo y utilizando nuevas herramientas para acercarse a ese dominio detrás del cual tantos hombres han estado. No obstante, tras esas ropas que se van actualizando con el paso del tiempo, se encuentran actitudes y sentimientos humanos que subyacen a cualquier forma de conflicto ético, o en este caso bioético. Claramente, hay un interés que sigue sin cambiar a lo largo de todos estos años y es el del dominio sobre las formas de producción y sobre los otros; un dominio que ha ido cambiando a lo largo de los siglos, uno que hace mil años podía alcanzarse mediante la posesión de las tierras, que luego pasó al dominio del dinero y el poder económico, y que ahora se concentra en esas entidades casi metafísicas que son avaladas y respaldadas por la propiedad intelectual, el acceso a los recursos genéticos y, el aún más escurridizo, intangible.

Notas

1 Los términos originales en inglés usados en el corto son los siguientes: Rey del Trigo/Wheat King, Mina del Trigo/Wheat Pit, Oro del Trigo/Gold of the Wheat, y Granzas del Trigo/Chaff of the Wheat.

2 Este corto puede verse en YouTube, accediendo a la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=PSF7p_DAAxw. Última fecha de consulta: 31 de julio de 2011.

3 Para una versión más extensa del contexto histórico en el que surgió y del que se tomaron elementos para el corto, le recomiendo al lector revisar Olsson (2005), que se encuentra refrendado al final del texto.

Bibliografía

Álvarez, Luis Alberto. 1998. Páginas de Cine; Volumen 3. Primera edición. Editorial Universidad de Antioquia: Medellín

Álvarez, Luis Alberto. 2005. Páginas de Cine; Volumen 1. Segunda edición. Editorial Universidad de Antioquia: Medellín

Berg, Paul y Maxinw Singer. 1995. The recombinant DNA controversy: twenty years later. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 92(20): 9011-9013

Gracia, Diego. 2005. Bioethics, from Stories to History. Medicine, Health Care and Philosophy, 8: 119-122

Marcum, James A. 2008. Humanizing Modern Medicine. Springer Science+Business Media B.V; Olsson, Jan. 2005. Trading Places: Griffith, Patten and Agricultural Modernity. Film History: An International Journal, 17(1): 39-65

Ulhas, Paul y Bronac Ferran. 2011. Art and Bioethics: Shifts in Understadnings across Genres. Bioethical Inquiry, 8: 71-85; Ulman, Erik. 2001. A Corner in Wheat: An analysis. Senses of Cinema, 14:.



NOTAS





Película:A Corner in Wheat

Titulo Original:A Corner in Wheat

Director: D.W. Griffith

Año: 1909

Pais: Estados Unidos

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